Un misionero se encarga de dar seguridad al reactor nuclear CAREM

Federico Mezio es un joven posadeño que luego de terminar la Epet Nº 1 estudió ingeniería electrónica en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para luego dirigirse al famoso Instituto Balseiro donde se orientó a la ingeniería nuclear. Allí se recibió de ingeniero nuclear con honores y luego realizó una maestría donde se especializó en la “evaluación de la fenomenología termohidráulica de un condensador de aislamiento y su impacto desde el punto de vista de la seguridad nuclear”. Esta maestría en ingeniería nuclear la realizó trabajando sobre el prototipo de la Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM).


Esto le llevó a trabajar en el área de seguridad del proyecto Central Argentina de Elementos Modulares en Lima, provincia de Buenos Aires. La obra civil del prototipo conocido como “Carem 25” comenzó el 8 de febrero de 2014, generará una potencia de 25 megavatios eléctricos. Tendrá un riguroso estándar de seguridad, obtenido mediante soluciones de alta ingeniería que simplifican su construcción, operación y mantenimiento.

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El joven recordó que el Proyecto Carem tiene por objeto la construcción y puesta en marcha de un prototipo del reactor nuclear de baja potencia, diseñado íntegramente en el país. Prevé que al menos el 70% de sus insumos, componentes y servicios vinculados sean provistos por empresas nacionales. Así, la CNEA vuelve a contribuir con su tecnología a la industria nuclear de la Argentina y los países de la Región, aportando alternativas propias para los desafíos energéticos del futuro.
Para el Carem 25, el Estado Nacional invertirá 3.500 millones de pesos, incluyendo toda la infraestructura necesaria para su desarrollo en los Centros Atómicos Bariloche, Constituyentes, Ezeiza, el Predio Lima y Sede Central. Este ambicioso proyecto reafirma la capacidad para el desarrollo y puesta en marcha de centrales nucleares en el país, perfilando a la Argentina como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores de baja y media potencia, con un amplio horizonte para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o polos fabriles con alto consumo de energía.
Explicó que este proyecto “Carem 25 es un dinamizador del sector industrial-tecnológico de punta en nuestro país». El ingeniero, aún joven había sido galardonado como el mejor ingeniero nuclear de la Argentina en 2007, se aboca ahora plenamente al trabajo de dar seguridad a este proyecto.
“Todo lo que es ingeniería electrónica me apasionó siempre. No sólo andaba haciendo saltar disyuntores sino que además desarmaba juguetes para ver cómo eran por dentro”, recordó el posadeño que aprovechó la oportunidad que le brindaron desde el Centro Atómico Bariloche y Instituto Balseiro, dos sectores independientes de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Recordó que estas instituciones colocaron a la Argentina como líder sudamericano en investigación atómica. “Uno de los pocos rubros (junto a la biotecnología) en los que Brasil no puede superarnos”.

Además de Mezio Guanes trabajando en la seguridad de la planta nuclear Carem, hay otros dos misioneros que enorgullecen por sus destacados trabajos científicos. Mauricio Lange, nacido en Alem, fue uno de los encargados del satélite SAC-D que fue lanzado al espacio.
Cesar Alejandro Lopez, nacido en Puerto Piray, tuvo a su cargo la puesta en marcha de las válvulas automáticas de Atucha II.

 

El ingeniero misionero que se sumó desde la primera fase de la construcción del edificio de prototipo Carem 25, explicó que con esta planta el país tendrá en operación la primera central nuclear de potencia íntegramente diseñada y construida en Argentina. Esto marca un hito para la industria nuclear nacional.
“Yo trabajo en el área de seguridad nuclear y hacemos estudios de eventuales accidentes que podrían ocurrir en la planta. El Carem hace mucho hincapié en la seguridad, se tomaron todos los antecedentes de las plantas nucleares de todo el mundo”, dijo. Planteó que esta planta “no está optimizada desde el punto de vista de la potencia, sino que se busca el equilibrio de la potencia y la seguridad al mismo tiempo. Se baja la potencia para alcanzar estándares de calidad mucho más altos”.
Son plantas que dotan de energía a pequeñas poblaciones. Por ello se trabajo en sistemas “modulares” orientado a un mercado de poblaciones no muy grandes o para que sirvan para desalinización de agua, producción de hidrogeno o provisión de energía a pequeñas zonas industriales.
Mezio aplica sus conocimientos en el diseño innovador de la central Carem, que se adapta de manera óptima a los más recientes estándares internacionales de seguridad a partir de soluciones de diseño simples pero eficientes: Sistemas pasivos que reducen el margen de fallas y aportan mayor confiabilidad. Y sistemas activos que son instalados en forma redundante.
Los sistemas de seguridad tienen por función asegurar la extinción del proceso de fisión, extraer el calor residual del núcleo una vez apagado el reactor y mantener la contención.
Mezio valoró que el gobierno nacional haya dado un giro estratégico, apostando al desarrollo de la ciencia. Explicó que el Carem si bien tiene más de 20 años desde su diseño original, sigue siendo un sistema de vanguardia a nivel mundial.
“La ciencia ha tenido mucho apoyo en estos años, se equipan laboratorios nuevos en todo el país” dijo el joven evidentemente feliz con esta política. “La capacidad del laboratorio del Balseiro se ha duplicado en los últimos años” indicó buscando motivar a los jóvenes interesados en la ciencia a que apuesten al estudio e investigación.
“Al que le guste investigar, hacer experimentos científicos, o investigaciones más teóricas sepan que son bienvenidos. Necesitamos mucha gente, actualmente somos más de 200 científicos trabajando (en el Balseiro) y necesitamos muchos más, hay muchos desafíos por delante, el que tenga la inquietud que se acerque y pregunte, va a ser bienvenido”.
Explicó que “el acceso a la información permite el desarrollo de tecnologías en todo el mundo. No solamente en Estados Unidos o países del primer mundo, sino que uno con ingenio puede hacer cosas muy nuevas, novedosas y con impacto al futuro”.
Remarcó como conclusión que “el capital humano e intelectual es lo más valioso, pero hay que tener amor al esfuerzo, la tecnología es algo que hay que esforzarse, te tiene que gustar y tener muchas ganas de investigar”.

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