De candidata a la Corte a militante de la JP, una vida de compromisos

Liliana Picazo es fiscal del Tribunal Oral 1 de Posadas con una trayectoria en la Justicia misionera que se inicia en 1974. Su familia, sus afectos, su profesión, padecieron la Dictadura. Detrás de esta mujer menuda que como fiscal se convierte en el terror de quienes cometieron algún delito, se esconde una historia que tiene fuertes vínculos con lo social y lo político.

La definen fuerte y firme como fiscal, una amiga y amorosa abuela. Los empleados de la Justicia la propusieron para que integre la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sobrados méritos profesionales no cambiaron su modo de vida. Se la ve caminar sin problemas por la ciudad y se presta para el diálogo con cualquier vecino.

En el segundo programa de Entre Nos, que conduce Alicia Soroka y se emite por Canal 12, la fiscal desnudó su historia como nunca antes.

¿Cuando llegó a Misiones?

Yo tenía 22 años. Mejor dicho, yo vine en el 73 con 22 años. Soy santafesina.

¿Porqué Misiones?

Misiones porque es una provincia en colores. Yo soy santafesina y mi formación, mi estructura central pertenece a Santa Fe. Mis padres, mi familia, mi historia de nacimiento y cuando me recibo muy joven en el año 73 la política tenía una crisis importante. Yo militaba en la Juventud Peronista y trabajaba en los barrios. Hacía un poco de todo, militaba activamente y además de eso hacía un deporte que era equitación que paradójicamente lo hacía en un club cívico militar. Una cosa bastante rara porque el hipismo tiene un estigma de los niños bien y por otro lado la militancia en búsqueda de una sociedad mejor y más justa que todavía no la hemos logrado, se contradecía con esa actividad.

Ahí era estudiante de abogacía ¿Y que hacía en los barrios?

Nosotros en los barrios trabajábamos con la gente. Era la época del “luche y vuelve”, para la vuelta de Perón y simplemente aprendíamos que detrás de las vías – porque ese barrio estaba del otro lado – después del asfalto había vida. Entonces se trabajaba en el concepto de la búsqueda de una sociedad más justa con la incorporación, de que se terminen los linyeras, se hacían marchas.

¿Su familia la apoyaba en esto?

No, no por supuesto que no. Mi padre era demócrata progresista, no creía en el peronismo. Cuando decía Lisandro de la Torre, nos hacía parar a nosotros en casa. La democracia progresista en Santa Fe tenía una raigrambre muy importante, pero mis padres fueron personas que me dejaron ser libre. Cuando yo me recibí, no sabían que me estaba por recibir. Cuando llegué a mi casa, los llamé por teléfono a mi papá y mi mamá, le dije a la gente de la casa donde yo llamaba que le diga que “la doctora Picazo” lo llamaba. Porque más allá de todo eso yo iba cumpliendo bien con las etapas escolares y de la universidad.

¿Tuvo problemas con la policía en esta militancia política?

En las manifestaciones había problemas. En ese momento había caballos, los policías tenían caballos. En una corrida de las marchas de los universitarios nos detiene la policía, uno era el padre de una íntima amiga mía, yo comía en su mesa. Cuando nos llevan al despacho de él me dice ¿que hago con vos?. Yo le digo “lárgueme”. Y me dice “pero le tengo que decir a tu papá”. Y no le diga le respondo. Hace dos o tres años murió Perrone, ese era su apellido y tengo hoy a su hija que es una gran amiga mía, con la que peleábamos mucho porque yo le hablaba mal del padre, de su función, no de él. Sin embargo la amistad fue tan fuerte que en este momento la estoy visitando seguido porque está con un problema de salud.

¿Esa vocación por la militancia por la vocación de servicio se mantuvo después cuando ya estaba en Misiones y recibida de abogada?

Si. Tanto se mantuvo que el 24 de marzo de 1976 a la tarde allanaron mi casa. Yo estaba recién casada y lo llevaron preso a mi esposo -el doctor Nicolás Chemes- en Eldorado. También al hermano y a un matrimonio de abogados y yo como era secretaria tuvieron consideración por el cargo funcional. En ese momento, el primer día del golpe, no era tan feroz como lo fue en los años venideros. Ese fue un año muy duro, a mi me echaron del Poder Judicial. El interventor que vino de Santa Fe lo conocía a mi padre. Un día me llamó. Viajé a Posadas y me dijo “no puedo hacer nada con vos, estás en la lista de los despedidos”.

¿Y que pasó con su marido? ¿Donde estuvo detenido?

Estuvo detenido y lo trasladaron a Candelaria y finalmente terminó en Resistencia en la cárcel. Fue un año duro. Prácticamente estuvo un año detenido con circunstancias de detención que eran cada vez peores. No tenía visitas. Yo pude lograr una o dos visitas a raíz del conocimiento de algunas personas con las que había competido a caballo. Pude conseguir una visita y sobre el filo de su salida otra. Pero estaban incomunicados y una salida a veces era la muerte, así que fue una etapa dura de donde salimos totalmente fortalecidos y yo con gente que me abrió las puertas.

¿En Misiones se sabía lo que estaba pasando?

No. Misiones no sabía, ni nosotros al principio. Uno no alcanzaba a dimensionar porque el propio Proceso fue endureciendo las posturas en los años venideros. Una vez que mi esposo quedó en libertad, que nos vinimos a vivir a Posadas fue más difícil cuidar la libertad en esos tiempos porque el Proceso fue aumentando. Estábamos en libertad pero como sospechosos. Que me abrieran las puertas de Posadas determinadas personas fue algo fantástico, amistades a quienes les ofrecí lo mejor de mi vida en ese momento, que fue el madrinazgo y padrinazgo de mi primer hijo.

El hecho de que Misiones no haya estado al tanto significaba que los vecinos no sabían. Había prejuicios? Había miedos? ¿Cómo se desenvolvía usted en ese mundo de gente que a lo mejor ni creía en el relato suyo?

Uno hablaba poco y la gente preguntaba poco. Nosotros vivíamos en el kilómetro 3 de Eldorado, bastante alejado. No eran casas al lado de la otra, al lado de la mía había un terreno muy grande. En el allanamiento ni siquiera se juntó gente en la puerta cuando entró la Gendarmería y después uno no tenía tiempo de mirar al otro. Mi mirada era hacia el que estaba detenido, a cubrirlo y buscar los mecanismos de protección y estar alerta a los traslados para saber a donde iba y seguirlo.

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Y como era eso porque estamos hablando de una época donde no había celulares…

En la Gendarmería por ejemplo nos conocían y la familia Chemes era conocida. Cuando a mi esposo, que le dicen Polaco, lo deciden llevar a Candelaria a mi me llamó un gendarme y me dijo doctora a su marido lo van a llevar. Entonces yo me estacioné con el auto a diez metros de la Gendarmería cuando vi salir el Unimog lo seguí hasta Candelaria. Ahí empecé a buscar mecanismos para ver quien estaba en Candelaria, si había algún guardiacarcel y pude llegar. Lo mismo pasó cuando un guardiacarcel que me llamó y me dijo que “a las 4 de la mañana salía un camión con todos los detenidos de Posadas”. Ahí fui a lo de Dei Casterlli, el sacerdote José Scherepak, gente conocida. Ahí nos dirigimos con Mario Dei Castelli al otro día a Resistencia y verificamos que efectivamente estuvieran ahí y buscar también medidas de seguridad que eran mínimas, pero que de alguna manera nos daban tranquilidad de que estábamos haciendo todo lo posible para recuperarlos.

¿Hoy cómo somos los argentinos? Vamos por el lado del garantismo? Extrañamos la mano dura o vamos a donde nos lleve el viento del gobierno de turno.

La sociedad argentina es compleja. Hay mucho de viento. Muchas veces yo escucho que la gente dice ojalá vuelvan los milicos. No me da escalofríos porque uno se acostumbra a respetar y escuchar de boca de cada uno lo que piensa y siente. En relación al galantismo que en este momento está en boga y la gente habla de la puerta giratoria etc etc, nosotros como sociedad en un momento nos dijeron que entrábamos al primer mundo con un decreto presidencial de un día para el otro. Creímos que el primer mundo era comprar televisores, autos y viajar, y el primer mundo es mucho más que eso. Es equipararnos a los valores de otras sociedades a los pactos internacionales y a un montón de circunstancias saludables que la Argentina los incorpora en la reforma del año 94. El garantismo tiene varias aristas, la de los derechos constitucionales y de lo que la gente cree que tiene que ser. La garantía del debido proceso es que una persona sospechada de un delito, que se la trae a un proceso y se la priva de la libertad por el hecho que es sospechado tenga todas las garantías constitucionales que son, la defensa en juicio, que sea defendido por una persona, que se le haga saber el hecho por el cual es responsable y que tenga la posibilidad de un proceso rápido y justo.

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Mencionaba las sociedades con sistemas judiciales avanzados. ¿Cual es una sociedad en la que podríamos mirarnos o tomar como referencia?

Yo no tomo ninguna sociedad como referencia porque tengo que vivir en esta y tengo el privilegio de ser una persona que vive en una provincia que me recibió con los brazos abiertos porque yo ya no digo “yuvia” sino lluvia y tengo más años de Misiones que de santafesina. No olvido mi historia, pero tengo un peso territorial que no me hace misionera pero me parezco bastante. Entonces esta es la sociedad que yo tengo y en la que desde el lugar que ocupo siempre estuve convencida que puedo hacer algo para mejorarla. Desde el lugar que elegí y en el lugar donde me eligieron estar. Y en ese camino transito y digo las cosas que a mi me parecen que están bien y las que están mal. No quiero parecerme ni ser como ninguna sociedad.

¿El tema seria mejorar el nuestro? O ir ensayando algún sistema diferente?

Que los representantes que nosotros los elegimos nos representen.  Que lo que me prometen cuando quieren que los vote lo hagan. Solamente eso. Que cuando bailan con doña Rosa porque van a un barrio, después no me pongan vallado en la casa de Gobierno donde no puede entrar doña Rosa.

¿Es verdad que le ofrecieron que sea candidata a Vicegobernadora en algún momento?

Si. En varias oportunidades y a mi me gusta la política. Pero de a poco y de ponerme a pensar en cómo armo este gabinete o el otro que no tenía gente. Yo vivo en un ambiente donde todo lo judicializamos y pretender llevar adelante una cultura política con un hombre que no viene de la política, como Pablo Tschirtch y después Luis Pastori, en otra oportunidad. Empecé a pensar quien podría manejar el IPS para los jubilados y después me dije al otro día le voy a golpear la puerta y me dice estoy ocupado…

¿Cuáles fueron sus casos más complicados?

Todos los casos son complicados porque se trata de decidir. En una época fui juez y dictaba sentencia y ahora hace muchos años soy fiscal y pido que se dicte sentencia. No es fácil por eso te digo que cuando se lee la sentencia es un momento de muchísimo estrés. A pesar de los años que yo estoy sentada escuchando el momento ese es terrible todavía y en cualquier circunstancia. Un día en la vida de una persona es mucho imagínate 5, 10, 20 o 35 años son situaciones fuertes. Las causas que más recuerdo fueron las del año 84, Ramona Del Puerto, fue una mamá que se la despojó de su bebé. Ella hizo la denuncia y nadie le creyó, fuimos con la denuncia hasta que se llegó a dictar la prisión preventiva de los padres adoptivos. Sin embargo nunca le devolvieron al hijo. El tiempo de mi trabajo me permitió una vez en un juicio donde un hijo de Ramona Del Puerto había robado, y se lo estaba juzgando por robo y venía también Ramona Del Puerto como partícipe necesaria porque en su casa habían encontrado las cosas que a su hijo le dieron, cuando me tocó el alegato, yo le pedí perdón a Ramona Del Puerto porque la justicia había sido injusta por segunda vez con ella pero no siempre uno tiene esas posibilidades.

¿Cómo llevar casos tan duros con historias tan fuertes? Terapia? Amigos? Salidas… viajes…

 

Terapia no, soy de la época en que la hacíamos con los amigos y tengo un caudal de afectos muy importantes que me llevan casi con permanentemente a sentarme a tomar un café a hablar o no hablar. Y me siento tremendamente cubierta afectivamente por el privilegio enorme de la amistad donde los amigos de mis amigos son mis amigos al igual que sus hijos con los que tengo muy buen trato que me ayuda a no desactivarme de las cosas que la vida me brinda.

 

Es especialista en hacer asado, solamente para los que quiere.

Le siguen gustando las carreras de caballo y torneos de equitación.

No se plantea jubilarse por el momento porque se siente bien anímica y físicamente con un equipo de trabajo que tiene alegría. Me gusta mi trabajo…

 

¿Alguna vez se quebró?

 

Lloré dos veces y quise irme. Yo era juez de una causa por apremios ilegales a un detenido que tuve que ponerlo en libertad y me encontré en esa historia mía por primera vez con el ida y vuelta porque me habían escondido pruebas. Tenía la íntima convicción de que el delito se había cometido. Tenía el cuerpo golpeado de la persona y no pude como juez reunir la prueba suficiente como para la condena y lloré. Lloré como una imposibilidad de mi trabajo me sentí responsable de no haber hecho las cosas bien.

La otra vez fue con el juicio de El Alcázar. No lo hago en público porque uno debe tener entereza pero el dolor de ese padre cuando lo absolvieron fue terrible tuve que ir, a El Alcázar a explicarle a la mamá del Pelado Britez porqué lo habían absuelto el papá me pidió y fui a decirle a esa mamá que la justicia no había sido justa. A veces me llama por teléfono cuando va a cobrar hemos tenido una relación buena yo me comprometo y es imposible no hacerlo el día que no sienta esa emoción y compromiso me voy.

 

¿Cómo fue que la propusieron para integrar la Corte Suprema de Justicia?

Fue porque acá en Misiones había muchas manifestaciones por la equiparación. Yo era presidenta de la asociación de Funcionarios y Magistrados y vinieron gente representantes de la Unión Judicial de Buenos Aires. Dije un discurso que se ve que les gustó y surgió. La prensa le dio más trascendencia que yo, son decisiones políticas para integrar la Corte y yo estaba muy lejos de esa posibilidad. Pero fue un mimo.

¿Es el lugar soñado para quien está en la carrera?

Si, creo que si.

Hoy estaría lidiando con la cuestión Fayt por ejemplo..

Si. El tema Fayt tiene dos aristas una política porque definitivamente lo quieren echar y porque no decirlo la arista personal. Yo a esa edad no estaría…

¿Impondría algún límite de edad?

Los límites.. La edad se ha estirado mucho pero me parece que la edad de 75 años que tiene la Corte me parece perfecta y que está bien. La gente llega a los 80 años lúcidos pero yo no se como voy a llegar… por ahora estoy bien, pero 97 años es mucho…

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