Conectados pero ¿desconectados?

Computadoras fijas, tabletas, celulares, televisores inteligentes (smartphones), netbooks, notebooks, son algunas de las múltiples tecnologías que hoy nos mantienen 24 horas en línea (online) y, al mismo tiempo, desconectados de lo que nos pasa y también de lo que sucede al lado nuestro.

Desde la invención de la imprenta por Gutenberg en el siglo XVI y la revolución industrial del siglo XVIII, ningún otro avance tecnológico ha impactado en tan grande escala como INTERNET. La enorme cantidad de información disponible y la velocidad con que hoy podemos acceder a millones de bits, han hecho de internet la revolución tecnológica más acelerada y de mayor impacto en los últimos tiempos. Sin embargo, ¿estamos preparados para acompañar los cambios?

Elegimos estar conectados (online) prácticamente el día completo, pero esto generó que en muchos casos estemos “desconectados” de nosotros mismos, y mucho más del lugar que habitamos. Es común encontrarnos en diferentes situaciones donde prácticamente hemos perdido el hábito de mirarnos a los ojos cuando hablamos. Como diría Fernando Osorio estamos “conectados pero incomunicados”.

Caminamos, corremos, andamos 24 horas online, conectados a alta velocidad. Manejamos y cruzamos las calles mientras respondemos mensajes, nos reunimos con amigos, colegas, viajamos, celebramos y seguimos con los ojos pegados al celular. Muy pocas personas hoy en día, se encuentran fuera de la esfera de influencia de la Red de Redes, la cual aumenta su importancia y su alcance en cientos de miles de nuevos usuarios, segundo a segundo.

Internet generó nuevas posibilidades, muchas aún desconocidas, pero también grandes deficiencias y problemas. ¿Cuándo comenzamos a perder nuestra intimidad, nuestro espacio personal en pos de la información instantánea? Hoy le toma unos pocos segundos a nuestros jefes o compañeros de trabajo encontrarnos, ya sea en la oficina, nuestro hogar o nuestras vacaciones. No hay escondite al que no tenga alcance la red, y no hay momentos conscientes de desconexión porque estamosobsesionados por estar siempre alertas, “conectados”, ONLINE.

Lo urgente se volvió instantáneo, y no hacemos distinciones entre lo banal, lo cotidiano y lo que es realmente importante priorizar en el momento. Ante la necesidad de más información, más rápida, más instantánea, quizás sin darnos cuenta, vamos perdiendo la capacidad de comunicarnos genuinamente con las personas, y al mismo tiempo dejamos de bucear en nuestras habilidades, en lo que somos, y en la maravilla de aquello que sucede a nuestro alrededor.

Internet es una herramienta capaz de borrar fronteras, logró horizontalizar el acceso a la información y expandió las posibilidades de generar conocimiento compartido. Su rol en el proceso de globalización permitió que puedan acceder a la misma exploración un estudiante argentino conectado desde el campus, que un hombre de negocios europeo en su trabajo, o un niño japonés en un cibercafé cerca de su casa.

Los beneficios de esta revolución tecnológica están a la vista, como así también nuestras incapacidades para abordarla. El desafío es doble: aprender a utilizar las tecnologías al máximo, sin dejar de de estar donde estamos y de comunicarnos realmente.

Soledad Jouliá, Licenciada en Comunicación, es asesora de empresas y particulares, Trainer en PNL, Didacta Juegos Taquion, y artista plástica. Para más información: www.soljoulia.com.ar – facebook.com/soljoulia – correo: [email protected] – Cel: +54 376 4710082

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