Rosa Zacovich, medio siglo dedicado a la producción de la yerba mate

Rosa Zacovich es una leyenda vivienda en Apóstoles. Su vida refleja la de muchos misioneros que han entregado su vida a la producción de yerba mate. Lleva medio siglo en esa faena. Esta es su historia.

Casada en segundas nupcias con Ladislao Snichowki, alias “Badco”, supo llevar adelante uno de los primeros secaderos de la ciudad.
Dice que hasta la fecha la familia yerbatera aguarda la reivindicación a su sacrificio cotidiano con un mejor precio por kilo de hoja verde.
Nacida en paraje Las Tunas, se casó muy joven y fue madre de dos niñas, quienes serían sus aliadas años después al fallecer su primer esposo. Pasados los años de luto volvió a casarse con “Badco” con quien compartieron desde finales de los años 60 una vida sacrificada que hasta hoy sigue ligada a la producción yerbatera.

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“Yo ahora tengo 12 hectáreas de yerba”, dijo pero con su marido llegaron a contar con más de 80. También pusieron el primer secadero de la zona en un establecimiento del que hoy sólo quedan ruinas, a unos 200 metros de la ruta que va a Azara.

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La abuela Rosa hoy tiene una lucidez envidiable y una sonrisa super contagiosa. Sigue a cargo de su chacra, cuidando la huerta, los animales y el viejo yerbal que año tras año le hace estar en vilo por la fijación del precio de la hoja verde. Con ese espíritu incansable recordó cómo eran sus días de sacrificio y lucha con Badco. “Nosotros no teníamos luz eléctrica y se hacía lo que se podía con lámparas Petromax. En la época en la que decidimos con la ayuda de los hermanos de él, poner el secadero no había ni luz ni tanta tecnología pero llegamos a tener más de 10 empleados y recibíamos la yerba de los vecinos y productores de otras colonias y parajes que luego se llevaba al Mercado Consignatario. Cuando él volvía, pasaba por la casa de los productores y a cada uno le entregaba su dinero”, recordó.

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Sus años de lucha dieron excelentes frutos, con hijos que estudiaron y nietos que hoy son su orgullo.
“La vida era sacrificada y en la casa que tengo hoy es sumamente más linda y grande de la que teníamos. Antes amasábamos barro los fines de semana para mejorar el piso de la cocina y otros espacios. Se dormía poco ni siesta teníamos. A veces cuando teníamos que ir a relevar a alguno en el secadero yo iba de espaldas con mi marido subida al tractor en la oscuridad alumbrando con la lámpara para ver si pasaba o no la rastra. Íbamos a las plantaciones y volvíamos ya de madrugada llenos de barrio. Ahí había que calentar el agua para bañarnos y casi no nos veíamos los ojos, nos acostábamos y al rato a levantarse de nuevo a ordeñar las vacas y a atender la chacra”.

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Consultada sobre el precio de la yerba para este año, no pudo ocultar su fastidio y recordó también que hasta hace poco fue una de las protagonistas del corte de ruta que hubo en Apóstoles reclamando una vez más un mejor precio.

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“Subieron monedas” dijo pero ni siquiera eso desanima su espíritu fuerte y las ganas con las que todos los días se levanta casi al alba a resolver las cuestiones de la chacra.
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Las naranjas del frente de su casa son las más dulces que se cosecharon en esta temporada, y su huerta pese a haber resistido las primeras heladas, luce radiante, como Rosa, luchadora y ejemplo de vida de Apóstoles, Capital Nacional de la Yerba Mate.

GS. PP 1

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