El Ingenio Azucarero busca determinar la variedad de caña que mejor se adapta al suelo misionero

Para obtener semilla de buena calidad es necesario seguir determinadas normas de manejo de campo, por ello el Ingenio Azucarero San Javier destinó varias hectáreas a semillero de caña de azúcar. El ensayo se realiza en diferentes tipos de suelo con variedades del cultivo que tiene el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria). De esta manera se intenta determinar cuál se adapta mejor a los distintos suelos y clima misionero.

Las pruebas se llevan adelante hace cuatro años y para fin de año tendrían las primeras conclusiones, que permitiría la entrega de semillas de buena calidad y variedad más acorde al suelo que tenga el productor. “El ensayo se hace con el INTA, la primera etapa arrancó sobre suelo rojo en la zona de Itacuararé y después se reprodujo la misma variedad en suelo toscoso, que son los dos tipos de la cuenca cañera”, detalló Ramón Solís, el jefe del Departamento Agrícola del Ingenio.

“En el caso del suelo toscoso, el estudio ya va por el tercer año, mientras que en el rojo ya es el cuarto. A fin de, ya estaríamos sacando las conclusiones para ver cuáles son las variedades que mejor se adapten a nuestra región”, explicó Solís. En ese contexto manifestó: “lo último en variedades es la proveniente de Famailla, norte argentina y stut, ambas están en estudio. La idea es establecer cuáles son las cuatro o cinco mejores que se adapten al suelo rojo y al toscoso, para de inmediato empezar a reproducir”.

Etapas de análisis

Sobre el proceso evaluación, Solís puntualizó que primero se observa cómo es el arranque, es decir la velocidad de crecimiento de la caña, porque “es muy importante saber cómo se comporta ante la competencia con las malezas”. Además es necesario conocer cuánto tiempo demora en emerger. “Si bien son varios los puntos, apuntamos al rendimiento en campo y fabril. También evaluamos la sanidad, es decir cada una de las variedades debe reunir la mayor cantidad de condiciones”, señaló.

 

En campo, el primer paso es realizar una buena preparación de suelo para cada ensayo y control de malezas, para que la variedad exprese su poder genético. “La idea es que se pueda evaluar la condición genética de la variedad y que no tenga influencia de factores externos”, afirmó. Hasta el momento los técnicos de campo observaron que son cinco las variedades que registraron los mejores rindes y buena adaptación.

Pero aclaró que “recién a fin de año podemos sacar una conclusión más completa, porque hay que ver la dulzura. No queremos apresurarnos en decir ésta variedad es la más óptima”. Solís apuntó que “quizás el primer año se comporta bien, pero después presenta algún problema en la incidencia de enfermedades o plaga. Estamos muy atentos al barrenador del tallo, que produce bastante daño”.

Para el jefe del Departamento Agrícola, “sería muy bueno renovar los cañaverales con variedades superadoras a las anteriores, que registran el mayor rendimiento en campo y más contenido de azúcar y jugo”. Por ello se analiza empezar, el próximo año, con las recomendaciones a los productores sobre la variedad a utilizar y distribuir las semillas.

 

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