Mató a su novia de 14 años embarazada y quedó detenido con toda su familia

Chiara Páez fue asesinada a golpes y enterrada en la casa de su pareja. El joven, de 16 años, confesó y su padre lo entregó. Investigan si el embarazo fue el disparador. Y si la madre y otros familiares participaron. Sucedio en la ciudad de Rufino, Santa Fe.

Un perro pequeño, blanco y negro, ladra con entusiasmo. Un policía intenta callarlo, pero el animal insiste. Es el único dispuesto a quebrar el silencio de la tarde frente a la casa de la calle San Martín al 800, en un barrio modesto de la ciudad santafesina de Rufino.

En esa vivienda se apagó el domingo a la madrugada la vida de Chiara Páez, una adolescente de 14 años que cursaba un embarazo reciente. Manuel, su novio de 16 años con el que mantenía una relación desde octubre del año pasado, la mató a golpes y la enterró en el patio trasero de la vivienda. Así se lo confesó a su padre, un policía que cumple funciones en la comisaría 3ª de esta ciudad, que lo entregó al conocer la historia. El fatal desenlace sorprendió a todos: nadie tenía evidencias hasta ahora de que el joven maltratara a Chiara.

Se sospecha que Manuel pudo contar con la ayuda de su madre, la pareja de ella y sus abuelos. Los cinco están detenidos desde el domingo a la noche, cuando se produjo el macabro hallazgo.

El fiscal Mauricio Clavero maneja como una de las principales hipótesis que el disparador del ataque pudo tener relación con el embarazo de la chica. La noticia la conocían su madre y una tía paterna. A ellas les confirmó que estaba decidida a tener ese hijo.

Chiara compartió el sábado a la noche una cena con sus amigas. Después de la medianoche se despidió. Les dijo que iba a encontrarse con Manuel en el Centro de Educación Física de Rufino, a unas diez cuadras del lugar en el que fue asesinada. A la 1.25 mantuvo un último contacto a través de WhatsApp con las chicas. No se sabe aún si esa respuesta la envió ella o él, después de matarla a golpes en la cabeza, como reveló la autopsia. El trabajo de los forenses descartó que fuera enterrada con vida.

El celular de Chiara fue hallado en un descampado, a cuatro cuadras de la casa de Manuel. No tenía batería. Tampoco el chip, que luego fue activado varias veces desde otro celular. «Lo prendían y lo apagaban. Y lo volvían a prender a 20 cuadras de distancia. Querían despistar», contó el padre.

La excavación realizada en el patio, donde funciona un precario taller de herrería, fue prolija. Los perros entrenados para buscar rastros de los bomberos de Rosario y Alcorta trabajaron más de media hora para determinar el lugar exacto en el que estaba enterrado el cuerpo. A las 21.30 del domingo, veinte horas después de que se perdiera el rastro de Chiara, se concretó el macabro hallazgo. Minutos antes, cercado por la investigación, Manuel le confesó el crimen a su padre.

El pozo tenía un metro de diámetro y 88 centímetros de profundidad. La tierra estaba rastrillada y bien apisonada. «Si no entraban los perros no sé si la encontrábamos», admitió una fuente policial que participó del operativo de búsqueda, en el que se involucraron 300 personas, entre policías, bomberos, funcionarios y vecinos de Rufino.

Los familiares de Chiara aseguran que la pareja de la madre de Manuel realiza trabajos de excavación para el municipio y que tenía herramientas para hacer ese tipo de tarea. En el lugar se secuestró una pala, un balde, un hacha y algunos cuchillos de cocina. Ella tenía pequeños cortes.

Chiara estaba ubicada en posición fetal. «Estaba destruida. Tenía moretones por todos lados», reveló Fabio Páez. Por su contextura física -1,70 metro de altura y unos 70 kilos de peso- se estima que su novio no pudo movilizarla solo.

El joven le habría contado a su padre que se generó una discusión dentro de la casa y que perdió el control. Su actitud ya había despertado sospechas durante la angustiosa búsqueda del domingo. Antonio Moyano, subsecretario de Protección Civil de Santa Fe, reveló que mostraba una actitud «sicótica», carente de sentimientos. «Eso nos hizo dudar», contó el funcionario. La madre de Chiara había hablado con Manuel durante el día. Desesperada, le preguntó qué sabía sobre su hija. El evadió el tema.

«Fue muy macabro. Me contaron que al día siguiente hicieron un asado en el mismo jardín, a metros del pozo donde enterraron a Chiara. No me entra en la cabeza lo que hicieron, como padre ni como ser humano», se lamentaba Fabio. Desolado, el hombre contó oque ayer era su cumpleaños 47. Tania, otra de sus hijas y una de los cinco hermanos de Chiara, también cumplió años ayer.

«Era un chico bueno hasta que se convirtió en un asesino. Quiero que se pudran en la cárcel. Esto una película de terror», aseguraba el hombre a metros de la sala velatoria de la Cooperativa Eléctrica de Rufino. La familia de Chiara encabezará esta tarde una marcha para reclamar justicia. Los cinco detenidos deberán esperar hasta mañana la audiencia de imputación.

La ciudad amaneció ayer conmovida. Algunos ataban el trágico destino de Chiara con el de Natalia Fraticelli, la adolescente de 15 años que apareció muerta en su casa el 20 de mayo de 2000. Por aquel crimen fueron condenados a prisión perpetua sus padres, aunque un fallo posterior los absolvió.

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