Jorge Araujo «El señor de los palillos» dictó una genial clínica en Posadas

Con el poder del rock y el refinamiento del jazz, Jorge Araujo dio cátedra (literalmente hablando) de ejecución musical y calidez humana en la 12va edición de Clínica 13, desarrollada por el Ministerio de Desarrollo Social en conjunto con los Músicos Populares Misioneros.

 

Jorge Araujo, a sus cuarenta y largo de años, no da con el estereotipo de rocker tradicional. Peinado “normal”, canas “normales” y vestuario “normal”, difícilmente lo relacionan con el motor de esa máquina de rock bautizada “La aplanadora” que fue el Divididos de la segunda mitad de los 90s y primera década de este milenio. Nada más alejado de la realidad. Sólo es cuestión de que se siente en la banqueta y tome los palillos para que la batería se convierta en un detonador de rock.

 

En muchas ocasiones los músicos han encontrado en la enseñanza  una fuente laboral, pero en el caso de Jorge Araujo, no hablamos sólo de una salida laboral, es una cuestión de pasión y actitud. “Después de 30 años, aunque no tenga un título me considero docente. Fue mi primer acto de autogestión”, relató en el inicio de la conferencia de prensa que se realizó en horas de la mañana en la sede del MPM.

 

 

“Con los altibajos que tiene la música a nivel laboral, la docencia no sólo es algo que me apasiona, el dar clases fue mi primera forma de ganarme la vida. Cuando dejé la carrera universitaria (arquitectura)  después de un mes, llegué a un acuerdo con mi padre de que tomaría a la batería como un estudio y como un trabajo. Así, además de estudiar solo en casa ocho horas por día, me puse a dar clases. Eso me generó, además de una mejor situación económica, unas muy fuertes ansias por enseñar, y así sigue siendo hasta el día de hoy”.  Si hablamos  de pasión, es ella la que lo lleva a afirmar que “Me siento docente de alma.  A veces venía de giras con Divididos (con todo lo que conlleva esa situación) y si al otro día tenía que dar clases, lo hacía con las mismas ganas de siempre”.

 

Y si hablamos de pergaminos, tampoco le faltan. Además de su ultra mediático paso por Divididos, Araujo anteriormente tocó con Lito Vitale Cuarteto (giró dos años por Europa y grabó dos discos con el gran pianista argentino) y, con tan sólo 19 años, conformó un gran trío de jazz rock de altísimo vuelo musical junto a grosos como Gustavo Moretto (Alas y Alma y Vida), y Willy González.  Además, fue parte de los míticos Monos con navajas, una auténtica banda de culto de los 90s. Hoy, además de girar por todo el país dando clases de batería, Araujo impulsa a El Gran Martell, un power trío de rock psicodélico de gran presente.

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Divididos no es lo mismo que separados

Hay mochilas que podrán ser pesadas o no, de acuerdo a los hombros del portador, pero hay otras que, sencillamente, no se las pueden quitar. Algo así sucede con la relación de Araujo y Divididos, y esa cuestión no estuvo ajena en la conferencia de prensa. “Cuando toco con un grupo me dedico totalmente a ello, en su momento decidí que era hora de cambiar y así dejé a Divididos, en armonía y sin conflictos personales. Siempre separo o musical de lo personal,  la relación con Mollo y Arnedo no sólo es buena, es la mejor, a tal punto que Mollo participa de mi libro (también lo hace Gustavo Rowek –V8 y Rata Blanca)”.

 

A la hora de hora de referirse al experimentado bajista, dejó una punta del ovillo para quien quiera tirar de ella. Una de las características descollantes de Araujo es su capacidad para tocar la batería y cantar a la vez (…y en el rock nacional a uno sólo se le viene a la memoria al gran Javier Martínez, de Manal). Así, relató que “una vez, en los comienzos de Gran Martell –sólo un año después de su alejamiento de Divididos-, lo invitamos a Arnedo a tocar, al finalizar el show, y luego de haberme visto por primera vez con mi nueva banda, me dijo:  ‘Ahhh, lo que vos querías era cantar’…” Todo dicho.

 

Y la Clínica?

Una figura tan descollante como la de Araujo, lógicamente deja un reguero de anécdotas para relatar, pero no hay que perder el foco del leit motive de su visita a Misiones, la clínica de batería. El comedor universitario Néstor Kirchner, en el corazón del barrio El Palomar, fue el epicentro que congregó a una buena parte de los amantes de los parches del rock local. Así, en medio de

 

Así, ante un auditorio absorto y presto a aprender, las dos horas y pico transcurrieron entre tresillos, patrones rítmicos, células, feels, subdivisiones de tiempos, silencios, equivalencias y un arsenal de data técnica, aunque no faltó lugar a lo anecdótico y enseñanzas propias de su experiencia detrás de la tambora. Para finalizar, y como ya nos tienen acostumbrados Clínica 13, el invitado compartió un par de canciones con músicos locales. Así, Araujo, junto a Diego Bergara (bajo) y Fer Quintana (guitarra) descocieron una power beatlera Despiértate nena , de El Flaco para culminar con una furioso estándar de jazz rock que dejó a todos con ganas de más.

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