Kicillof destacó la importancia de discutir el proceso de reestructuración de deuda porque «hace al ordenamiento financiero internacional»

Axel Kicillof rechazó que la administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner quiera «patear» o «pasar» a otro gobierno el conflicto que mantiene Argentina con los fondos buitre, al tiempo que subrayó que la causa no está estancada y que lo que está inmóvil es la posición de los acreedores.
«Primero hay que preguntarse cuál es el próximo Gobierno, ¿y si somos nosotros el próximo Gobierno?», dijo Kicillof, respecto a si la actual administración quería dejarle el conflicto con los fondos buitres a quien surja de las elecciones presidenciales de octubre.
El ministro lo expresó en Nueva York, en conferencia de prensa, tras haber participado en una reunión en las Naciones Unidas, donde expuso sobre la posición argentina respecto de la necesidad de establecer un mecanismo destinado a regular los procesos de reestructuración de deuda soberana.
El conflicto entre la Argentina y los fondos buitre «no se lo queremos patear a nadie, no se lo queremos pasar a nadie», subrayó Kicillof.
Aseguró que «si algo ha demostrado este Gobierno es decisión y capacidad de resolver los problemas» y desestimó que la causa que se tramita en los tribunales de Nueva York esté paralizada.
«No está confirmado que el conflicto esté estancado. Lo que está estancado es la decisión de Paul Singer y del juez (Thomas) Griesa de que la única solución es que nosotros paguemos los 1.600 millones de dólares, lo que representa una ganancia extraordinaria» para los fondos buitre, dijo el ministro.
Reiteró que los fondos buitre «no quieren negociar» y explicó que estos tenedores de títulos en su momento propusieron una quita del 15% sobre los 1.600 millones de dólares que la justicia ordena pagar, en el marco de las conversaciones llevadas a cabo bajo el paraguas del mediador designado Daniel Pollack.
Por otra parte, defendió la contratación de un segundo estudio de abogados para que asesore al país en el tema de la deuda y negó que esto implique una crítica a lo actuado por Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, que lleva el caso argentino desde la década del 80′.
«Necesitábamos una segunda opinión sobre este y otros temas, y que se aboquen a otras causas», dijo el ministro para explicar la contratación el estudio Tannenbaum Helpern Syracuse & Hirschtritt LLP (THSH).
En la rueda de prensa, Kicillof volvió a criticar «la deficiente arquitectura financiera internacional, porque sigue con los mismos problemas que desencadenaron las crisis del 2001, y luego en el 2008» y que «le pide más recursos a los países que menos tienen».
Más temprano, al exponer en la sede de la ONU, Kicillof afirmó hoy que «otros países han sufrido y han sucumbido ante los ataques de los fondos buitre», y advirtió que el poder que tienen estos grupos especulativos «es insoportable y ponen en peligro cualquier reestructuración de deuda».
Kicillof puso el acento en la «privatización y atomización» de las deudas soberanas de la mano de los fondos buitre que «no prestan dinero a los países», sino que «compran bonos en default» para luego reclamar en tribunales y obtener el ciento por ciento, más intereses de su valor.
«Probablemente esta situación no tenga una solución que se encuentre en el ámbito contractual o privado», sostuvo Kicillof al exponer en la Organización de la Naciones Unidas.
Al comenzar su disertación, recalcó que si el «sistema financiero se convierte en un mecanismo de extracción y apropiación de renta y riqueza de los países que se encuentran en dificultades, o impiden que los países retomen su desarrollo, el sistema financiero se convierte en un parásito».
«Parásitos especializados» fue una de las imágenes que usó Kicillof para referirse a los fondos buitre que «no son fondos de inversión que le prestan a los países», sino que «compran deuda de países en dificultades, con el sólo propósito de ir a los tribunales, litigar y obtener sentencias que le permitan generar sumas siderales».
Kicillof presentó como un escenario probable que, al igual que en 1979, «estemos en la víspera de un cambio en las condiciones financieras internacionales vinculada a las tasas de interés», porque así como la Reserva Federal en 1979 elevó de 11% al 20% la tasa, hoy podría duplicarla si pasara del 1 al 2 por ciento, dijo el ministro a modo de ejemplo.
En los años 80, la decisión de la FED derivó en la duplicación de las deudas soberanas, porque «todas las deudas externas atadas a las tasas de interés de referencia se vuelvan más difícil de pagar o impagables», concluyó Kicillof.

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