Dolina: «El debate político es entre la intervención del Estado y la imposición de las corporaciones”

Luego de su genial show en Posadas, Alejandro Dolina habló con Misiones Online sobre el peligro de confundir la intervención del Estado con la autocracia y afirmó que “hay que elegir entre la imposición del Estado Nacional o la imposición de las corporaciones. El debate en la política de estos años en el mundo es ese”.

 

Aprovechando los conocimientos del escritor, músico, conductor de radio y de televisión y actor argentino Alejandro Ricardo Dolina hablamos sobre la realidad de los medios y el debate político en el país. Sabiendo de sus estudios de Derecho, Música, Letras e Historia se convierte en un referente necesario para comprender el debate ideológico que se da tras el manejo de los medios.

 

Recorriendo su historia, en los medios de comunicación, Dolina ve que “los medios han progresado en tecnología y en poder. Son más poderosos que nunca y tienen elementos tecnológicos a la altura de los más elevados del mundo. En pensamiento no ha evolucionado casi nada. Por el contrario se ha ido simplificando el mensaje y se ha ido buscado pautas generales y se han suprimido las variantes. Se han blanqueado de la cal de la globalización que es el mismo sistema que se ha usado en todo el mundo para venderle la misma cosa, para que en la India, en Washington y en Posadas se deseen las mismas cosas, se compren las mismas cosas y se piense lo mismo”.

 

Él es muy crítico de esta perspectiva, ya que “los medios han participado de ese blanqueo de cal general, que ha sepultado el color cultural de cada región. De eso han participado los medios de comunicación, solo hay algunos lugares donde aún donde fugarse de ese blanqueo. Internet puede ser una de esas posibilidades, pero es difícil, porque uno dice que la internet permite que uno escuche mensajes que no provengan de esas corporaciones mediáticas hegemónicas, pero son producidos por sujetos que han sido sometidos a la manipulación de esas corporaciones, de manera que es muy difícil salir de ese color general que hoy tienen los mensajes mediáticos en todo el mundo. Hay un lenguaje que es internacional, totalmente opuesto al lenguaje universal”.

 

Esta mejora en la tecnología de los medios de comunicación y el reduccionismo de los mensajes es una lógica “para imponer un mensaje único”. Ejemplificó como “uno ve en la televisión a los mismos personajes deslizándose desde el deporte, hacia la política y el periodismo de espectáculos, dando un mensaje único, prejuicioso, paralizador. Detestable”. Para salir de eso hay que “denunciar esos mensajes, cuestionándolo uno personalmente y haciendo un esfuerzo para acceder a otras formas de pensamiento, que claro no está en la televisión a las dos de la tarde”.

 

Al plantearle una forma de liberar a la comunidad de esa manipulación indicó que “para eso está el Estado Nacional que debe dar una posibilidad con sus agencias de educación. Que deben darle a la comunidad una posibilidad de ser más libres”. Pero reconoció que la educación general no resuelve todos los problemas, porque “en el siglo XIX el positivismo pensaba que la educación general iba a dar lugar a un mundo mejor casi automáticamente, donde la gente iba a ejercitar el pensamiento, va a pensar con mayor libertad y creatividad. Y entonces las injusticias y las diferencias iban a desaparecer por la inteligencia misma. Y eso no sucedió. Al contrario no desaparecieron las injusticias, sino que se hicieron más complejas y más difíciles de erradicar”.

 

Hablo del peligro de confundir la intervención del Estado con la autocracia y afirmó que “hay que elegir entre la imposición del Estado Nacional o la imposición de las corporaciones. La política de estos años en el mundo es esa. Quienes se asustan o fingen asustarse ante la intervención de los Estados nacionales son los que desean la supuesta libertad de los mercados. Libertad para qué, para que las corporaciones prosperen tanto como deseen, sin límite alguno. Y esa también es una imposición y la peor de todas”.

 

Planteó que debe pensarse que “te pesa la imposición de un Estado que genera programas de educación férreos. Esa te pesa y no te pesa la imposición de los mercados financieros. Que de golpe te convierte de propietario en indigente, esa no te molesta. Hay que poner el conflicto en su verdadera dimensión, que es entre el Estado Nacional y las corporaciones”.

 

Planteó que “yo prefiero el peso del Estado Nacional, eso no quiere decir que uno esté del lado de los Estados nacionales totalitarios, o de los regímenes autocráticos. Que es más bien algo del pasado”.

 

Viendo el escenario político de la Argentina consideró que “se hace un programa político en la medida que se puede, no creo que haya autocracia en la Argentina. Esa es una idea de algunas personas por ejemplo acerca de la presidenta. Que creen que ciertas maneras docentes que tiene ella constituyen una autocracia. No es así porque funcionan todas las instituciones, funcionan todas las garantías y todas las libertades. Por ahí la presidenta tiene un discurso bastante fuerte, que por ahí puede molestar o no. Pero no puede decirse que es una autocracia”.

 

“Hay que dejar de manipular a la gente en este sentido. Llamar la atención sobre lo que verdaderamente ocurre. Pero el esfuerzo que hacen las corporaciones para describir este modelo de este gobierno, esta gestión, como si fuera una autocracia me parece patético. Después uno puede estar en contra del gobierno que admite objeciones, algunas de ellas muy serias” definió Dolina, un confeso militante del peronismo de la primera hora.

 

Explicó que “la palabra es una herramienta, que se puede multiplicar con el uso del poder. Yo puedo conversar con vos y no es lo mismo que TN transmitiendo las 24 horas desde cada farmacia en cada esquina. Esa multiplicación es poder y permite manipulación. La palabra no siempre es una herramienta del intercambio, del discurrir y de la discusión, a veces es un elemento de la imposición y evidentemente hoy no está en manos del Estado, sino de los sectores concentrados”.

 

Consideró que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es “bastante buena”, sin embargo remarcó que “el Poder Judicial es algo de lo cual deberíamos reflexionar alguna vez los argentinos. Su acción, su maniobrar, su alianza con las clases hegemónicas no es actual, es histórica. La naturaleza misma de ese poder, la naturaleza excepcional de sus facultades es algo que alguna vez habrá que revisar. Me parece muy raro que esa discusión no se haya dado antes. Me parece casi obsceno que nunca se haya planteado esa discusión. Siendo que es algo que se hace visible cada día. No solo con las acciones con este Gobierno, sino siempre”.

 

Recomendó que para plantear estos debates “el camino es la política, la acción política, la lucha política. En la medida que sea fuerte la lucha política podemos tener esas discusiones. Cuando la política está maniatada, sojuzgada, desacreditada por la manipulación mediática, nuestras armas no son menos, pero están desactivadas, oxidadas”.

 

Recomendó que lo mejor “es intentar la acción política, intentar los caminos políticos que son otros que los caminos mediáticos. La no acción política es ya una posición política y me parece la más detestable”.

 

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