El ocaso del imperialismo yanqui

Schmalko


Escribe Miguel Schmalko – asesor y ex presidente de la FEBAP, Federación Económica Brasil-Argentina-Paraguay

 

 

En estos últimos días  han sucedido algunos hechos relevantes que denotan una posición retrógrada de la mayoría del gobierno estadounidense  atravez de su presidente Barak Obama  en una orden ejecutiva una “emergencia nacional” en su país por la “amenaza inusual y extraordinaria “que la situación de Venezuela representa para la  seguridad estadounidense” al declarar a la República Bolivariana de Venezuela como una amenaza a su seguridad. ¡Inaudita hipocresía!  La repulsa inmediata de los integrantes de la UNASUR  en una reunión de emergencia  declaran en forma unánime  el rechazo a la posición  del gobierno de los Estados Unidos  y que la acción valedera para la solución de los conflictos debe basarse en la negociación como lo propone el presidente venezolano Nicolás Maduro. El ex presidente colombiano Ernesto Samper, secretario de la UNASUR, convocó a una reunión de emergencia en Quito, Ecuador, donde su presidente Rafael Correa declaró “daremos la respuesta correspondiente a esta grotesca, ilegal, descarada, inaudita, injustificada injerencia de los Estados Unidos en asuntos internos de Venezuela”  Por su lado, la CELAC, ALBA, UNASUR, que representan a las principales entidades latinoamericanas, en forma unánime respondieron con su repudio a la actitud norteamericana . Esto  se puede considerar como un descomunal gafe de la diplomacia estadounidense cuyas consecuencias es poner a la inmensa mayoría de los países en su contra.

IRAK- AFGANISTAN. En un acto que el presidente Obama en la base aérea Andrews,  marcó el fin de la guerra de Irak y el máximo comandante de las fuerzas estadounidenses, el general Lloyd Austin dijo:”Lo que nuestras tropas han logrado en Irak durante los últimos nueve años es notable. Junto a nuestros socios de la coalición  y al cuerpo de civiles de gran dedicación, acabaron con un dictador brutal y dieron al pueblo iraquí su libertad”. Es la oportunidad para examinar uno de los mayores crímenes de los tiempos modernos y a pesar de las hipócritas  proclamas de “éxito” y “libertad”, la guerra y la ocupación han sido una catástrofe para el pueblo de Irak y una tragedia para el pueblo de estados Unidos. Veamos los logros proclamados:

  • Más de un millón de iraquíes murieron debido a la invasión y ocupación, según cálculos científicos realizados en 2007. Las Naciones Unidas estimaron en 2008 que 4,7 millones de personas, o un 16% de la población, se volvieron refugiados.
  • La infraestructura del país, inclusive el sistema eléctrico, fue devastado. Según las Naciones Unidas de 2010-2011, el porcentaje de la población urbana iraquí que vive en barrios pobres, definidos por la ausencia de servicios básicos como alcantarillado y agua, aumentó de menos del 20% en el 2003 a un 53% en 2010.
  • El desempleo ronda el 50% y la inflación supera el 50%. Ha ocurrido un éxodo masivo de doctores y otros profesionales (se estima en un 40% de aquellos que se encontraban en el país antes de la guerra), y el sistema educativo se encuentra colapsado.
  • La mortalidad infantil en Irak ha aumentado inmensamente. Un informe del 2007 estimaba que un 28% de los niños sufrían de malnutrición crónica. Una agencia del gobierno iraquí informó que un 35% de los niños iraquíes del 2007 (aproximadamente 5 millones) eran huérfanos. Una generación completa ha visto morir o desaparecer a sus padres.
  • Más de 4.500 soldados estadounidenses murieron durante la guerra y más de 30.000 resultaron heridos, sin contar las decenas de miles que abandonaron Irak con traumas psicológicos graves.
  • En términos materiales, se estima que las guerras de Irak, Afganistán y Paquistán costaron unos 4 billones de dólares, incluyendo los gastos directos y el impacto a largo plazo en salud y crecimiento económico. Cientos de miles de millones de dólares han pasado a manos de contratistas militares y especuladores, y se han perdido o robado 16 mil millones.

La guerra de Irak es una empresa criminal en todo el sentido de la palabra. Se promovió en base a mentiras desvergonzadas sobre “armas de destrucción masiva” . Fue una guerra de agresión, iniciada sin la más mínima provocación, a pesar del rechazo masivo en Estados Unidos y el mundo. Fue un acto de bandidaje internacional, cuya meta era tomar el control de uno de los países con mayores  riquezas  petrolíferas en beneficio de las petroleras estadounidenses, además de reforzar la posición de EE.UU. en el medio oriente y fortalecerse contra las potencias rivales.

Todas atrocidades por la que se recordará la guerra de Irak se originan en su carácter imperialista:   el encarcelamiento masivo y la tortura de iraquíes  en Abu Ghraib y otras cárceles, la destrucción de Faluya, masacres, violaciones, asesinatos de familias enteras ocurren en los puntos de control y en medio de asaltos nocturno, y las muertes por bombas y misiles lanzados desde aviones y helicópteros de ataque.

El fatal encuentro de Irak con el imperialismo estadounidense está lejos de haber terminado. La Embajada de Estados Unidos en Irak, la más grande del mundo, aloja a 15.000 personas. Los funcionarios de la CIA y los mercenarios privados, que desempeñaron un rol crucial en la ocupación, seguirán en el país. Decenas de miles de tropas militares permanecen en la región, listas para desplegarse. Cada individuo y los mercenarios que componen la misma, ganan más de 1.000 dólares diarios por su permanencia en Irak.

Después de nueve años de la invasión, Irak está gobernada por un régimen inestable y cada vez más autoritario, plagado de conflictos entre facciones que amenazan desencadenar una guerra civil abierta.

La guerra también ha dejado su huella en la sociedad estadounidense, y no solo por las decenas de miles de heridos y muertos y los billones de dólares derrochados. La guerra jugó un papel importante en el aumento del poder de las fuerzas armadas sobre la política doméstica y la construcción de un aparato policial-militar que significa una amenaza mortal a los derechos democráticos del pueblo de los Estados Unidos.

Mientras el gobierno de Bush llevaba a cabo la guerra, Obama aprovechó las mayores manifestaciones anti-bélicas desde la guerra de Vietnam para oponerse cínicamente a la misma, pues lejos de representar un quiebre de la política de Bush, su gobierno la ha perpetuado en todos sus aspectos esenciales  y no solo mantuvo las ocupaciones de Irak y Afganistán, sino que expandió la guerra de Afganistán a Paquistán e inició una nueva guerra en otro país con riquezas petrolíferas, Libia. Sectores de la clase dominante consideran que la ocupación fue una aventura desacertada que desviaba recursos y atención de amenazas más importantes, entre ellas las potencias regionales como Irán y las potencias mundiales en desarrollo como China.

Si bien EE.UU. continua siendo la mayor potencia militar mundial-su presupuesto militar sobrepasa al de todas las naciones juntas-, la alianza Rusia-China equipara el poderío nuclear, evitando una conflagración que destruiría a nuestro planeta,  y como ingrediente adverso, sobresale la posición de China que tiene el mayor ejército del mundo.

Sin embargo, Estados Unidos, pese a todo su poderío, sería incapaz de sostener una guerra que sus enemigos pueden iniciar en 10 o 20 lugares distintos.

Las guerras son un negocio para el complejo militar-industrial como lo denunciara en su oportunidad el general Dwight Eisenhower  y si tenemos en cuenta que las mismas se desarrollan a miles de kilómetros de las fronteras de Estados Unidos, las misma continuarán librándose, mientras que su población no sufra una lluvia de bombas como las que ellos lanzan en otros países.

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