Fractura expuesta

El radicalismo deberá vérselas hoy con las consecuencias de la alianza sellada en Gualeguaychú. En Misiones se hará la convención después de que en Entre Ríos se convalidara la alianza con el PRO que lleva como candidato presidencial a Mauricio Macri. La cúpula radical misionera deberá convencer a los convencionales locales de los beneficios de pintar los comités de amarillo. No será una tarea sencilla. El propio Macri se encargó de bajarle el precio a la alianza con Ernesto Sanz al desechar un cogobierno o la obligación de repartir cargos.
Las expectativas creadas por Sanz y sus seguidores locales cayeron como un castillo de naipes. Ya no parece tan conveniente colgarse de la boleta PRO y el PRO tampoco muestra comodidad con la alianza. Dividido, el radicalismo se encamina a una posible derrota en las PASO y por primera vez desde la recuperación de la democracia, se quedaría sin candidato a presidente. No es que Sanz sea un líder ganador, pero la UCR no fue espectadora en las presidenciales ni en el peor momento, tras la huida por los tirantes de De la Rúa.

Por la presión del propio Sanz, que soñaba con convertirse en vice y sumar espacios en un gobierno de “coalición”, el radicalismo corre el riesgo de ser apenas un sparring para el calentamiento de Macri en la pelea final de octubre, objetivo único del intendente porteño.

La convención de Gualeguaychú obligó a las provincias a ratificar la alianza para que la UCR «dispute» una interna con el PRO, aunque los propios radicales admitan con una certeza abrumadora, que el partido no tiene candidatos competitivos.

Esa certeza expresada hasta por el candidato a gobernador en Misiones, Gustavo González, es percibida por tirios y troyanos. Los opositores de la alianza ven que es momento para pasarle factura a Sanz y sus acólitos, representados en Misiones por el presidente del partido, Hernán Damiani y por la fórmula -en duda- del joven Gustavo González y el veterano Luis Pastori. Pero en las filas macristas también advierten la debilidad intrínseca de un partido que dejó de lado sus banderas y pretende negociar con el sello de la historia. Por eso, si la convención aprueba hoy la nueva alianza, nada garantiza que esta se traduzca en algo tangible.

El PRO, de la mano de Alfredo Schiavoni, quien es su candidato a gobernador, dejó claro que si no hay una interna abierta entre todos los partidos de la oposición, poco se puede hablar de un acuerdo. Se lo nota decidido al aspirante a gobernador y no es definitiva su posición porque dependerá de lo que decidan Macri y las autoridades nacionales del PRO. Es que su hermano Humberto, el ex ministro de Economía de Ramón Puerta, es el presidente del partido y quedaría poco elegante que no pudiera sellar la alianza en su propia provincia, que debe ratificar el acuerdo parido en Entre Ríos. Es un capital simbólico demasiado relevante como para mostrarlo derrotado a la primera oportunidad.


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La desconfianza de Schiavoni choca de frente con la «intransigencia» de la UCR, que quiere la alianza siempre que la cabeza de lista sea la suya, o al menos con el joven González a la cabeza -ya que Luis Pastori no tendría problemas en ceder su postulación- y los principales puestos en la lista de diputados. La firmeza radical se basa en la historia, en los supuestos más de cien mil votos que aportaría y en los resultados de su propia interna, ya realizada el año pasado.

Schiavoni duda de los pergaminos radicales y recuerda que la interna tuvo trece mil votos, un número de ninguna manera inalcanzable. No lo dicen abiertamente, pero en el PRO no callan que la interna radical que coronó a González tuvo numerosas denuncias de irregularidades que incluyeron el cierre de escuelas y urnas completas a favor en Eldorado, cuna del aspirante a la gobernación. Es decir, sospechan que los votos no necesariamente son reales.

«No discutimos solo la fórmula, sino todas las listas. Aunque ellos dicen que tienen estructura más grande, no comprendo cuál sería el problema en dirimir en una interna abierta. Tienen más para ganar que nosotros. Si nos toca el diputado 19 y la vice o nada, macanudo, pero no es correcto pretender hacer valer una interna solo radical hacia el seno de un espacio más grande. Es caprichoso. Si no quieren dirimir en una interna amplia, no podremos concretar el frente provincial», definió Schiavoni, hoy el hombre que terminará de definir el escenario opositor.

En este contexto, el escenario que más le conviene a Macri es que el radicalismo se mantenga en sus trece y frustre la alianza local. Así, el aspirante presidencial tendrá votos por una doble vía, ya que si gana las PASO, el radicalismo deberá trabajar para él. No quiere decir que sea el mejor camino para la versión local, pero tampoco es el más espinoso. Los demás partidos de la oposición están más decididos a subirse al tractor amarillo que a ir como lastre de la UCR.

Claudio Wipplinger, que conoce al PRO como uno de sus primeros representantes locales, aunque después haya tomado senderos distintos, coincide con Schiavoni en que la historia radical no alcanza para disputar espacios.

«Si queremos un acuerdo entre todos, nadie puede imponer la fórmula, porque todos tenemos candidatos competitivos», desafió. Wipplinger no exige internas, sino un mecanismo más flexible: una gran encuesta provincial que mida a todos los candidatos y eventuales fórmulas. El que mejor se posicione encabeza, el resto acompaña y baja a disputar los cargos legislativos. «Si González no entra en la fórmula, que vaya a pelear la intendencia de Eldorado. Si no se puede con los radicales, será responsabilidad de ellos», insistió el hasta ahora candidato a gobernador, aunque dispuesto a pelear la intendencia de Posadas en el marco de una alianza.

La conducción de la UCR no está dispuesta a escuchar argumentos. «No nos van a correr con la rosca», dijo Pastori, como si desconociera el término. Lo cierto es que a horas de la Convención, la disidencia interna confía en disputar voto a voto la autorización para la alianza con el PRO y otros partidos. La Convención tiene 130 integrantes y se necesitan los dos tercios de los presentes para aprobar marcos de acción. Los que no se quieren volcar a la derecha aseguran contar con 42 votos, suficientes para frenar un acuerdo, aunque las negociaciones de uno y otro lado podrían inclinar la balanza a última hora.

El propio González envió un mensaje interno en el que pidió que se ratifique la alianza con el macrismo para «evitar los errores del pasado» cuando «nos hemos juntado solamente para ganar». En un discurso un tanto contradictorio, el eldoradense dijo que «ahora vamos a juntarnos para gobernar» y para eso «hay que tener proyecto» que a meses de las elecciones, todavía no está siquiera delineado. «El primer paso es manifestar voluntad de juntarnos. El segundo paso es el trabajo de los equipos técnicos que empezarán a reunirse para coincidir en un proyecto, desde la diversidad», reconoció González. Desnudó así la premura por conocer la fecha de las elecciones. A pocos meses, todavía no hay plataforma para ofrecer.

Nada es seguro hasta que se cuente el último voto en la convención dominguera, pero en cualquier instancia, el destino de la UCR quedará sellado. Así como puede quedarse sin candidato presidencial, en Misiones podría terminar en soledad, mientras que el armado opositor corre por otro lado.

Es lo que pretende el grupo Vanguardia, que recuerda que el radicalismo unificado consiguió cinco diputados en las últimas elecciones. Si la alianza prospera, deberá ceder lugares en las listas ya confeccionadas y como resultado podría obtener menos bancas.

Aunque en Vanguardia sostienen que el mejor rumbo para la UCR es marchar solos, imputan a Damiani y los candidatos el eventual fracaso de una alianza que lo único que hizo fue desgastar al partido. En lugar de unidad, ahora está al borde de la fractura que podría concretarse si avanza el acuerdo con Macri.

El sector disidente podría terminar trabajando con los demás partidos opositores o armar un nuevo radicalismo. Lo seguro es que no van a hacer campaña por Macri.

Lo mismo opina Héctor «Cacho» Bárbaro el diputado opositor a la Renovación, pero que votará por Daniel Scioli o Florencio Randazzo.

En Misiones puede ir con el PRO, pero no votar por Macri, límite ético para quien tiene algunos lazos con el kirchnerismo.

En los partidos de la oposición comenzaron a sospechar de la reticencia de la cúpula radical de abrir el juego a una contienda entre todos. Hasta hace algunos años la imposición de «conducir» era válida, por tradición, extensión territorial y votos. Pero después de sucesivos traspiés nacionales y la profunda división que hay entre las corrientes progresistas y conservadoras, el radicalismo no garantiza tener los votos para imponer condiciones.

El PRO tiene razones más que suficientes para pensar que si hay una interna, no sería simplemente un actor de reparto, sino que podría quedarse con la mejor porción de la torta. En la contienda radical -denunciada por fraude- votaron unas trece mil personas y la diferencia a favor de González fue de menos de dos mil votos. ¿Por qué no pensar que con el arrastre de Macri se podría superar esa cifra, sobre todo con un radicalismo dividido?

De concretarse el distanciamiento, el escenario opositor quedaría más fragmentado para enfrentar a la Renovación. Los demás partidos se inclinan por sumarse al acuerdo con el PRO, así que se podría imaginar cuatro o cinco actores centrales: el oficialismo, la UCR en soledad, el PRO y aliados, el peronismo kirchnerista y el peronismo disidente encabezado por Ramón Puerta, quien recobró protagonismo quedándose con la franquicia de Sergio Massa en Misiones, provincia a la que visitó por primera vez como candidato a presidente.
El paseo de Massa por Posadas no tuvo la repercusión deseada y los micrófonos prestados de medios porteños concitaron más atención periodística que sus declaraciones.
Pese al entusiasmo mostrado por Puerta como anfitrión de Massa, lo cierto es que el Peronismo Federal quiere obligar al de Tigre a ir a las PASO con José Manuel De la Sota y Adolfo Rodríguez Saá para tener algo de competitividad. Devaluado en las encuestas y con la centralidad puesta en Macri, Massa necesita protagonismo si no quiere quedarse definitivamente fuera de la pelea. Una interna con el peronismo le serviría para recuperar la figura de ganador que no dejó de caer desde las elecciones de 2013. Se le fueron varias figuras y hasta los intendentes de Buenos Aires le ningunean sus cualidades de conducción.

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En Misiones quedó pegado al peronismo antik que desde hace años es rechazado en las urnas. Unos días después de la visita de Massa se produjo otro acuerdo que muestra el estado de situación del ex intendente de Tigre: el Momo Venegas, viejo amigo de Puerta, vino a Misiones para firmar un acuerdo con el PRO.
La fragmentación de la oposición se traduce en la calma que por estas horas muestra el oficialismo. No hay elementos certeros de que se trate de un fin de ciclo agotado, sino más bien de un momento de transición en el que no hay mucho margen para retroceder, incluso para los candidatos de la oposición.
El 24 de Marzo volvió a mostrar que la Memoria sigue viva en la Argentina y que los derechos humanos, lejos de ser «un curro», están más presentes que nunca con una consigna clara: «Defendamos las victorias y vamos por más democracia». Las victorias se refieren a las políticas de derechos humanos, de inclusión y de independencia económicas, generadas en los últimos diez años. En todo el país hubo actos y en Buenos Aires la movilización fue una de las más grandes que se recuerde, con miles de jóvenes que comenzaron a conocer la política en la última década. El entusiasmo contrastó con la idea de «retirada» que se pretende crear.
Con la desestimación de la denuncia de Nisman por parte de la Cámara de Apelaciones, que incluyó severos cuestionamientos al fiscal muerto y a sus dos colegas que sostuvieron la acusación contra la Presidenta después del rechazo del juez Rafecas, se cerró casi definitivamente un frente de conflicto que obligaba a prestarle atención. La Presidenta estaba acusada de «encubrimiento» del atentado a la AMIA, pero así como Rafecas, los camaristas desestimaron la «novela» armada por Nisman con un collage de relatos descontextualizados.
«Los estrados penales no son las tablas de un teatro ni sus expedientes el celuloide de una película», dice el fallo.
“Empezar por separar la paja del trigo es contribuir a que nada obstaculice la adecuada canalización de legítimos reclamos de las víctimas o que una persona deba quedar sometida a los influjos de un proceso criminal sin otra razón más que la publicidad de su figura», cuestiona en una elíptica crítica al nulo avance de la causa AMIA en los últimos diez años, hasta la sorprendente acusación contra Cristina.
El texto judicial revela que «la denuncia va extrapolando distintos pasajes de una conversación para, puntos suspensivos mediante, engarzar del modo más conveniente su contenido, sin importar su hora ni su fecha, como si, al igual que en ciertas novelas populares de hace algunos años, uno pudiera ir armando la crónica escogiendo la escucha que se desee poner a continuación».
«Se combinan comunicaciones telefónicas con otros discursos distanciados por meses, pero que son exhibidos como parte de un mismo y único contexto, de forma tal que todo remita a una misma alusión: se está hablando del encubrimiento», aporta sobre las escuchas.
«Qué valor pueden tener comunicaciones telefónicas en las que los interlocutores (..) describen formar parte de un ámbito de acceso restringido de toma de decisiones, de una ‘mesa chica’, no proyectando más que el eco de noticias periodísticas o bien una fabulada idea de ser operadores sin poder de convicción», añade.
En tanto, la investigación por la muerte del fiscal está más empantanada que nunca, por la parsimonia de la fiscal Nisman y especialmente por las incesantes trabas de su ex esposa, la jueza Arroyo Salgado que impidió el peritaje a las computadoras y frenó una Junta Médica. A esta altura, parece esconder más que querer dar con la verdad. Está claro que la teoría de un suicidio no es la que más le conviene.
Despejado ese frente, la presidenta Cristina Fernández retoma el centro de la escena con la gestión como principal herramienta política. Volvió a anunciar medidas que apuntan a fortalecer el dinamismo del consumo y de paso apuntalar a la industria nacional y otras tantas que se conectan directamente con el estrato más bajo de la economía, mientras que la oposición compite por quedar bien con quienes pagan el impuesto a las Ganancias. La base social a la que le apunta Cristina es mucho más ancha que la que intentan seducir Macri o Massa en simultáneo.
Sin embargo, esta vez uno de los anuncios de la Presidenta tiene un duro impacto en Misiones, una de las provincias castigadas por la ausencia del gas natural y la demora en la llegada del gasoducto. La presidenta anunció que el primero de abril será el fin de la Garrafa Para Todos, que durante los últimos años permitió que todos los habitantes de las zonas que no tienen acceso al gas por redes, compren garrafas a precio subsidiado. En su reemplazo llegará el programa Hogar, que solamente beneficiará a los sectores de menores ingresos de la población de esos mismos lugares. Esto significará que para alrededor de 70 por ciento de los misioneros, el precio de una garrafa de 10 kilos retirada de planta aumentará de 16 a 97 pesos, según lo indican los precios de referencia de la Secretaría de Energía de la Nación.
Cristina explicó que el cambio, que representará un duro golpe a los bolsillos de la mayor parte de la población del NEA, responde a un nuevo criterio en el reparto de los subsidios que ahora se entregarán solamente a aquellos que más lo necesitan. Curiosamente el Gobierno nacional eligió comenzar a aplicar esta suerte de “sintonía fina” en la región más pobre del país, mientras que en latitudes con índices sociales y económicos mucho más elevados, como la Ciudad de Buenos Aires, los subsidios siguen beneficiando por igual a ricos, a pobres y las clases medias.
Las comparaciones no siempre son odiosas, pero ésta seguro lo es: mientras a un misionero le costará 97 pesos adquirir diez litros de GLP a un porteño la misma cantidad de gas le cuesta, en el peor de los casos, 15 pesos, con el agravante de que el misionero debe ir a buscar una pesada garrafa hasta una planta de despacho y trasladarla hasta su domicilio, mientras que el capitalino lo recibe en su casa, a través de un caño.

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Ajeno a las turbulencias de la oposición, el gobernador Maurice Closs lanzó un fuerte mensaje político. “Mientras otros discuten por la fecha de elecciones, nosotros vamos a discutir los problemas de la gente”. El gobernador juntó a los intendentes de toda la provincia para entregar 40 millones de pesos que se destinarán a la reparación de caminos rurales, reparaciones de escuelas, plan Techo y de municipalización de la salud. El impacto de las obras es fundamental para los municipios que podrán liberar recursos para atender otras cuestiones. Lo mismo para el sector productivo, que podrá recuperar caminos para sacar el fruto de las chacras. Pero el impacto más grande es sociosanitario.
Closs no puso fechas políticas, pero el mensaje bajó claro: “Vamos a estar cerca del pueblo de Misiones, preparados para votar siempre, porque estamos preparados para gobernar siempre, como lo venimos haciendo desde 2003″.
Emulando el inicio de la campaña de 2007, cuando comenzaba a cobrar fuerza su candidatura, Closs apeló al «corazón renovador» latiendo fuerte para instar a dirigentes e intendentes a “seguir transformando Misiones».

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