Personaje urbano: Dibuja y pinta retratos mientras escucha jazz


Se llama Benjamín Oscar Posse Grosso, oriundo de La Plata y el arte del retrato surrealista lo ha llevado por varios países sudamericanos como Brasil, Paraguay y Bolivia. No trabaja en cómodos talleres encerrado entre cuatro paredes sino prefiere el aire libre, la calle o la vereda y escuchar su música predilecta mientras dibuja y pinta: jazz. Desde hace dos años atraído quién saber por qué onda recaló en Posadas y se lo veía sentado en la vereda del City Hotel frenet a la plaza 9 de Julio. Ahora hay que buscarlo frente al casino de calle San Lorenzo casi La Rioja, de mañana huye del Sol picante y se asienta en la sombra de la vereda opuesta con sus pinturas, caballete y música.

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Benjamín Oscar Posse Grosso, platense, escultor y retratista trabaja en la vía pública. (Audio Misiones on Line).

 

El retratista urbano hace dos años vive en Posadas donde realiza su trabajo con la gente que circula en la vía pública, anteriormente se lo veía frente al City Hotel frente a la plaza 9 de Julio, donde estuvo los primeros tiempos, 2ahora esto es parte de un oficio, se estudia, se experimenta, se aprende, se ensaya error y se va adquiriendo conocimiento y ssi se lleva adelante las cosas», dijo al contar su historia de vida a Misiones on Line.

Al momento de la entrevista estaba pintando a una nena bailarina de Iguazú, a través de una foto que le dejó la madre, una profesora que lo contactó al artista en ese lugar, la figura que iba delineando en el papel estaba casi al punto de la perfección comparando con la fotografía, “en este caso la técnica que uso es  pastel tiza, antes hacía grafitos trabajaba con surrealismo y ahora la idea es hacer hiperrealismo», agregó.

Benjamín contó que hizo sus experiencias de trabajo en ciudades como  Rio de Janeiro, y también anduvo por Paraguay, Bolivia, y se encuentra en Posadas desde hace dos años donde «espero la jubilación», admitió con ganas.  Se va a jubilar de lo que saber hacer, porque «siempre trabajé en el arte haciendo esculturas y ahora me quedo con el retrato». Le gusta, dice » porque hay que lograr el espíritu de lo que se hace, hay una relación también espiritual no sólo artística», acota.

Cuando le traen una foto no necesita mucho hablar con la persona, considera que por sí misma la foto «tiene su vibración, su frecuencia», la mira e interpreta la imagen y según la figura puede ver que «no es lo mismo la mirada de un niño como la del adulto, cada uno tiene una forma de expresarse, hasta el silencio de la mirada».

El hombre tiene que vivir y este aspecto del arte es su medio concreto, el retrato como el de bailarina que estaba pintando cobra 400 pesos y si se trata de de rostros oscila entre 500 y 600 pesos, depende de la foto y la prioridad que tiene el dueño, “yo evalúo los tiempos que me va a llevar”, agregó

La música que escucha es inspiradora, prefiere el jazz y lo escucha de un pequeño equipo que lo acompaña en su rutina de trabajo.

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