Reflexión dominical de Monseñor Martínez; Obispo de Posadas

En este inicio del 2015 estamos transitando el tiempo litúrgico durante el año, el de la cotidianidad. Es el tiempo donde debemos santificarnos en las pequeñas cosas de cada día. El texto del Evangelio de este domingo (MC. 1,21-28), nos presenta el ejercicio del ministerio público del Señor en Cafarnaúm: “Llegó a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entro en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaron asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quién tiene autoridad, y no como los escribas.” (Mc. 1,21-22)”.

En esta carta dominical quiero hacer una referencia al mensaje del Papa Francisco para la celebración de la jornada mundial por la paz que se realizo el 1º de enero, con la cual iniciamos el nuevo año. La carta del Papa lleva como título: “No esclavos, sino hermanos”
Creo conveniente que recemos por la paz al iniciar el año y que tengamos algún espacio para reflexionar sobre este tema fundamental para nuestro tiempo envuelto en tantas guerras y situaciones de violencia que atentan contra la paz, así como las nuevas formas de esclavitud que tenemos en este inicio de siglo.

El Papa Francisco, inicia la carta señalando: “Al comienzo de un nuevo año, que recibimos como una gracia y un don de Dios a la humanidad, deseo dirigir a cada hombre y mujer, así como a los pueblos y naciones del mundo… mis mejores deseos de paz, que acompaño con mis oraciones por el fin de las guerras, los conflictos y los muchos de sufrimientos causados por el hombre o por antiguas y nuevas epidemias, así como por los devastadores efectos de los desastres naturales…El tema que he elegido para este mensaje recuerda la carta de san Pablo a Filemón, en la que le pide que reciba a Onésimo, antiguo esclavo de Filemón y que después se hizo cristiano, mereciendo por eso, según Pablo, que sea considerado como un hermano. Así escribe el Apóstol de las gentes: «Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido» (Flm 15-16). Onésimo se convirtió en hermano de Filemón al hacerse cristiano. Así, la conversión a Cristo, el comienzo de una vida de discipulado en Cristo, constituye un nuevo nacimiento (cf. 2 Co 5,17; 1 P 1,3) que regenera la fraternidad como vínculo fundante de la vida familiar y base de la vida social…”

En su carta el Papa más adelante señala: “Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud. Me refiero a tantos trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.”

Iniciando el año, tendremos que especialmente rezar por la paz. Lamentablemente la violencia no solo está en otros lugares del mundo, también está entre nosotros. La muerte violenta de un fiscal de la República en este mes de enero nos ha dejado perplejos a los argentinos y al mundo. Alguien al día siguiente del hecho me dijo: ¡Pobre Patria!. Las esclavitudes que señala el Papa en su carta dañan la dignidad humana y la paz. Pidamos a Dios que dejemos la esclavitud y seamos hermanos.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas

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