Una escuela de San Javier, modelo de educación integral

La Escuela N° 68 se encuentra ubicada en el Paraje Portera, una zona semi-rural en las afueras de San Javier, un municipio de alrededor de 13.000 habitantes distinguido por ser el primer productor de caña de azúcar a nivel provincial. El Río Uruguay lo separa de Porto Xavier, una ciudad brasileña con la que sus pobladores mantienen asiduas relaciones comerciales.

Fue fundada en 1914, por lo que durante nuestra visita encontramos a la escuela preparándose para celebrar su primer centenario. Su edificio fue donado por una estanciera de la zona en 1925. Ocupa un predio de una hectárea y media, cuenta con 8 aulas en total, una sala de nivel inicial, una dirección, una biblioteca, un salón de usos múltiples, una sala de informática y un patio abierto.

Allí cursan su educación primaria 214 chicos de la zona, en su mayoría hijos de jornaleros mensuales que trabajan en los cortes de caña, el arreo de animales y la cosecha en chacras de la zona. Otras familias viven de la olería (fábrica de ladrillos) o la pesca. También asisten a la escuela, en mucha menor proporción, familias de profesionales. La mayoría de los alumnos vive lejos, y debe recorrer distancias de hasta 70 km para llegar a la escuela.

Desde el año 2012, la escuela ingresó en el programa provincial de jornada extendida, que le permitió ampliar el tiempo de clases para los alumnos de 5to a 7mo grado, quienes permanecen en la escuela hasta las 15.10 h todos los días. Como veremos en el análisis de varias dimensiones de la vida escolar, esto les permitió profundizar su proyecto institucional, orientado a brindar experiencias significativas de aprendizaje que permitan a los niños de la zona desenvolverse con éxito en el nivel secundario.

Además de por la jornada extendida, la escuela recibe recursos de los siguientes planes y programas nacionales: Programa de Apoyo a la Política de Mejoramiento de la Equidad Educativa (PROMEDU), Programa Integral para la Igualdad Educativa (PIIE), Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, Para Leer con Todo, Matemática para Todos, Plan del Bicentenario. Desde el nivel provincial, recibe recursos del plan “Asistencia Alimentaria Escolar” y apoyo en lengua para el primer ciclo. Además, son beneficiarios de las acciones de la Fundación Leer, que distribuye libros para todos los niños de la escuela.

El plantel docente está compuesto por 12 maestros de grado y 13 maestros especiales, liderados por una directora y una vicedirectora. Se trata de un equipo estable: una profesora de educación física y la misma directora lideran el ranking de antigüedad, con 33 y 30 años respectivamente. Y quienes les siguen no se quedan atrás: hay docentes con 20, 23 y 24 años de antigüedad en la escuela. “La estabilidad es una riqueza. Ellos conocen a la comunidad, tienen una identidad dentro de la institución que permite que los proyectos salgan solos,” explica la directora.

Con motivo de la celebración de su centenario, la comunidad educativa votó un nombre para la escuela (que hasta entonces era identificada por su número): “El portal del saber”. Este relato del trabajo que a diario realiza su equipo para brindar a sus alumnos experiencias significativas de aprendizaje buscará revelar algo de aquello que inspiró a sus integrantes a la hora de pensar este nombre, que hace justicia a lo que se vive a diario en esta escuela.

GARANTIZAR LAS CONDICIONES BÁSICAS

Una de las condiciones básicas para que la escuela cumpla con su objetivo de brindar educación de calidad a todos/as los y las niñas es asegurar su asistencia regular y generalizada. La Escuela 68 tuvo que trabajar para garantizar esa condición. Las distancias que a diario los niños deben recorrer para llegar a la escuela constituye una de las principales barreras para el logro de este objetivo, y la gestión así lo entendió cuando consiguió que el ejército colaborara con la escuela a través de la provisión de un servicio de transporte escolar gratuito para todos los alumnos.

Pero eso no es todo: “creemos que la asistencia fue mejorando por lo que la escuela le ofrece al niño”, explica la directora. Es que la escuela tiene una variada oferta de talleres que complementan las horas de clases regulares y enriquecen la experiencia escolar de sus alumnos. “Esos días [por los días de taller] vienen sí o sí. Les encantan”, cuenta una de las maestras. Si bien es una característica de la escuela desde hace mucho tiempo, la oferta de talleres pudo ser ampliada a partir de la llegada de la jornada extendida, que a su vez les permitió brindar el servicio de comedor, otro de los motores de la asistencia.

 

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En aquellos casos aislados de niños cuyas familias no terminan de comprometerse con la asistencia de sus hijos a la escuela, se realiza un seguimiento especial. La escuela se comunica con los padres para transmitirles la importancia de asistir: “A los papás que no traen a sus niños a la escuela los llamamos acá a dirección. Cuando alegan que no lo hacen porque no tienen los recursos, les explicamos que ponemos a su alcance todo lo que necesiten: tienen el transporte escolar, les podemos dar guardapolvos, útiles, lo que necesiten. Siempre guardamos guardapolvos y útiles para los que no pueden comprarlos”, explica Dora. Y cuando esta estrategia no da resultados, la escuela no duda en ir más allá de sus muros para llegar a todos sus alumnos: sus directores y maestros visitan las casas de los alumnos para conversar y conocer qué motiva sus inasistencias, buscando la manera de encontrar soluciones a estos problemas.

Otra de las condiciones básicas que la escuela se preocupa por garantizar es la asistencia de sus maestros. Esta garantía es producto de un compromiso generalizado por parte de todo el equipo docente, motivado en el reconocimiento de que la asistencia docente es, junto con otras condiciones básicas que ya mencionamos, uno de los factores que condicionan el aprendizaje de los alumnos: “El aprendizaje depende de los recursos que tenemos, del plantel de docentes que tenemos, de que los maestros no faltan y permiten la continuidad de los aprendizajes del niño. También de los espacios y el tiempo. Ha sido hermoso recibir la jornada extendida, porque la aprovechamos hasta lo último” cuenta, emocionada, la directora.

LO PEDAGÓGICO COMO EJE
Los objetivos de la Escuela N° 68 van mucho más allá de la garantía de las condiciones básicas. Su directora lleva adelante una gestión ejemplar, que cumple con muchas de las características de la gestión escolar en escuelas que logran buenos resultados a pesar de la adversidad de sus contextos, identificadas por los estudios internacionales sobre el tema (ver sección Investigaciones que nos inspiran).

Uno de los pilares de esta gestión es el seguimiento pormenorizado de las trayectorias de los alumnos a partir del análisis de las “barreras educativas”. Orientadas por la supervisora, Dora y su equipo se reúnen regularmente para analizar cuántos y quiénes son los alumnos cuyas trayectorias presentan barreras tales como aprendizajes insuficientes, sobreedad, ausentismo reiterado y antecedentes de repitencia. El análisis pormenorizado de estas situaciones permite a la escuela pensarse a sí misma globalmente, identificando dónde es necesario actuar con más urgencia y a través de qué tipo de estrategias. Identificar quiénes son esos niños permite detectar y planificar las necesidades de apoyo curricular focalizado (ver apartado siguiente). Este análisis es el que le permite a la escuela implementar las estrategias pedagógicas necesarias para que los alumnos logren alcanzar los aprendizajes necesarios en el tiempo estipulado, disminuyendo al mínimo el riesgo de repitencia y/o abandono. Los datos estadísticos dan cuenta de los frutos de este trabajo: entre 2012 y 2013, el abandono en la primaria fue del 0%, y se registró un único caso de repitencia.

Además de a través de este análisis macro, Dora está pendiente de lo que sucede en cada una de las aulas de su escuela. Observa clases con frecuencia, cuidando que se den ciertas condiciones que considera esenciales para el aprendizaje: “La motivación en clase para mí es lo esencial. El chico tiene que estar suelto, preguntar, compartir, salir, venir. El tipo de comentarios que les hago a los docentes que observo es muy variado. Entre otras cosas, les señalo que esperen a que los niños vean el error y colaboren con sus compañeros. En esta escuela se trabaja mucho en grupo. Les pido que salgan mucho del aula, que ocupen todos los espacios, que recorran todos los rincones de la escuela y la aprovechen al máximo,” explica Dora. Los docentes, por su parte, ratifican la frecuencia y la utilidad de esta práctica. Uno de ellos señala que “Hay una confianza tal que permite una aceptación total de las sugerencias. A veces cuando es muy protocolar, es más difícil”. Dora se revela entonces como una líder que sabe dar retroalimentación a sus colegas desde la confianza y la construcción conjunta.

Otra de las dimensiones pedagógicas que se trabajan desde el equipo docente es la coordinación de la enseñanza: la definición de cuáles son los contenidos que, cada año, deben ser trabajados en las distintas áreas. A partir de la información acerca de cuáles fueron los contenidos curriculares cubiertos en el año anterior, se elaboran grillas de contenidos, organizados según los ejes de los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios, a ser cubiertos en cada área y grado. Esto permite asegurar una secuenciación lógica de los contenidos enseñados, lo cual impacta directamente sobre el aprendizaje de los alumnos.

El trabajo pedagógico de Dora es avalado y valorado por su equipo de docentes. “Ella nos asesora, nos trae materiales, nos baja lo que se habla con la supervisión, que siempre es de muy buena calidad,” cuenta una maestra. Y en cuanto a las reuniones de análisis de las barreras educativas, señala: “Tenemos un espacio de encuentro donde trabajamos sobre los principales problemas. Evaluamos el alcance de los aprendizajes de los chicos”. A la hora de indicar qué porcentaje de tiempo dedica ella a las tareas pedagógicas y de coordinación de la enseñanza, los docentes señalan que esto ocupa la porción mayoritaria de su tiempo.

Pero además de con su aval, Dora cuenta con el apoyo de todo su equipo en la tarea pedagógica. Es consciente (y todo su equipo lo es) de que un buen liderazgo no conduce a nada sin un equipo docente que lo acompañe y le siga el ritmo. Ella lo sabe y valora mucho lo que tiene a su lado: “Es un equipo que trabaja”. Quizás por ello todos los entrevistados coinciden en señalar que una de las principales fortalezas de la escuela es su equipo docente.

EL APOYO A LOS MÁS DÉBILES Y EL DESAFÍO DE LA EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
Un importante componente de este trabajo pedagógico son los dispositivos de apoyo a los alumnos con mayores dificultades para el aprendizaje, cuyo protagonista es el Apoyo Curricular. Éste queda a cargo del maestro que tiene hora libre y se implementa cuando los alumnos están en hora de talleres de ajedrez, carpintería y radio. Sus destinatarios son definidos a partir de los informes pedagógicos armados por los docentes individualmente y en el análisis grupal de las barreras educativas. Cuentan docentes y directoras que ha dado muy buenos resultados al permitir trabajar sobre los alumnos en riesgo de repetir durante todo el año y no solo en los períodos de recuperación de contenidos.

Entre las áreas donde los alumnos presentan mayores dificultades sobresale lengua. La dificultad que suele implicar la alfabetización se ve exacerbada en el caso de la Escuela 68 por la fuerte presencia que tiene el idioma portugués en la zona, dada la cercanía con el territorio brasileño. Los chicos, cuentan en la escuela, tienen como primera lengua el “portuñol” por la mezcla de idiomas que escuchan hablar en su vida cotidiana. Este es un desafío que atraviesa la tarea escolar desde sus mismísimos inicios, tal como puede leerse en los anales de la escuela.

Pero la escuela no se queda quieta ante este desafío. En el área de Lengua, se trabaja en la edición del periódico “Aleteo”, que la escuela edita desde sus comienzos, donde los alumnos plasman historias de lo que ocurre en la zona, entrevistas a la comunidad educativa, testimonios de maestros y directores actuales y anteriores, y registran los distintos acontecimientos relevantes que la escuela va viviendo. “Creo que sí aprenden. Veo mejoras constantes en las producciones que ellos realizan. Les falta afianzar algunas cosas nada más. Cuando algo sucede, ya lo quieren poner en la noticia del diario”, cuenta Sonia, maestra del área de Lengua en 6to y 7mo grados.

Además, han concentrado en la mejora de la expresión oral y escrita el actual Plan de Mejora que llevan adelante. Han desarrollado el proyecto “Todos los mundos a la escuela”, de intensificación de la lectura en 2do, 3ero, 6to y 7mo grados, donde han identificado las dificultades más grandes. Para la mejora de la expresión oral, además, cuentan con el espacio del taller de radio. Y para la expresión escrita reciben apoyo del programa nacional “Para Leer con Todo” y de la Fundación Leer, que les entrega libros y les propone proyectos educativos para trabajar con ellos.

Una escuela que aprende

En “El portal del saber” no solo aprenden los alumnos. El equipo docente y directivo participa activamente de instancias de capacitación propuestas por cada uno de los programas nacionales y provinciales de los que la escuela participa. Además, el plantel docente se sigue capacitando por sus propios medios, más allá de las propuestas que llegan a la escuela. De las capacitaciones externas recibidas, las más valoradas son las que recibieron al ingresar a la jornada extendida, que son calificadas como excelentes por los miembros de la escuela. Estas consistieron en capacitaciones sobre la enseñanza de las áreas curriculares fundamentales, así como sobre los contenidos y metodologías de los distintos talleres propuestos en el marco del programa.

Además, el equipo docente recibe capacitaciones en el seno de la red de escuelas “Armando Redes para Crecer”, de la que la escuela forma parte hace 8 años, que reúne a 7 escuelas rurales y semi-rurales de la zona (ver más sobre esta red en el apartado Ampliando la frontera de lo posible). Entre las actividades que realizan estas escuelas en conjunto en el marco de esta red, una de las más importantes es la capacitación. De hecho, uno de los objetivos específicos de su conformación es “conformar grupos de trabajo para fortalecer y elevar la autoestima docente.” En los encuentros entre escuelas, se definen las principales necesidades de capacitación y se convoca a expertos en la materia para que capacite a los directores y docentes de las 7 escuelas de la zona. El constituir una red da más volumen a este tipo de pedidos y les permite convocar a pedagogos destacados que los orientan en su trabajo y les aportan nuevas ideas para trabajar en clase. También la red en sí misma constituye un espacio de capacitación, puesto que en los encuentros se destina un tiempo para el intercambio de experiencias y preocupaciones entre directores y docentes de las distintas escuelas.

Por otro lado, existe en la escuela una rutina de capacitación constante entre pares. Una maestra cuenta que, desde hace unos años, comenzó a solicitarse en las reuniones entre docentes que aquellos con más experiencia compartieran su saber con los que recién se iniciaban. Poco a poco, esto dio lugar a un espacio de intercambio de experiencias entre maestros: “Es importante hablar, así nadie trabaja solo”, afirma.

Así, el equipo docente de la escuela 68 recibe capacitación tanto vertical, por parte de pedagogos expertos, como horizontal, por parte de sus mismos pares. Sus miembros saben que la docencia exige una responsabilidad por actualizarse y cuestionarse constantemente los modos de hacer, en vistas a lograr el aprendizaje de todos los alumnos.

Experiencia, contexto y enseñanza: sinergias para el aprendizaje

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Otro de los pilares del proyecto pedagógico de la Escuela 68 es la generación de experiencias de aprendizaje integrales y significativas para sus alumnos. En las clases que visitamos, vimos alumnos construyendo un semáforo con ayuda de su profesora de Tecnología mientras trabajaban en el análisis de distintas conductas en sociedad con la profesora de Ciencias Sociales y Formación Ética. Recorrimos también la laguna artificial que los alumnos de 7mo construyeron en el marco del proyecto “Al Agua Rana”, que armaron con su maestra cuando quisieron “hacerle una casita a la rana verde que apareció en el grado” –y así entendimos cómo se materializa en la escuela el pedido de la directora de “que salgan mucho del aula, que ocupen todos los espacios, que recorran todos los rincones de la escuela y la aprovechen al máximo”. Visitamos el “Museo de aula” que lleva adelante la Srta. Katy, docente de Ciencias Sociales, donde junto a sus alumnos recolectan y curan objetos antiguos representativos de la cultura e historia de San Javier para luego enviar los más relevantes al museo de la ciudad.mariposa

La organización, decoración y cartelería de cada una de las aulas refleja esta lógica de trabajo. En el segundo ciclo, cada área corresponde a un área curricular y no a un grado. En los rincones del aula de Ciencias Sociales se exhiben los objetos que conforman el museo del aula; en la de lengua, cuelgan las historias que los alumnos fueron recolectando a partir de los hechos más relevantes de la vida del pueblo y que conformarán el próximo número del periódico escolar “Aleteo”. En la de ciencias naturales, por su parte, se ve una estantería colmada de frascos con seres vivos que los alumnos fueron encontrando por los alrededores de la escuela a lo largo del ciclo lectivo y que luego decidieron conservar en formol; y un rincón donde cuelgan los nidos de las aves más comunes del lugar. También hay un frasco semivacío, donde nos cuentan que había una oruga que hizo caer el frasco al piso el día que se convirtió en mariposas: fue allí cuando la liberaron y aprovecharon la ocasión para estudiar las etapas de la metamorfosis de la mariposa, lo que luego plasmaron en un papel afiche.
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Así, tanto en los espacios de taller como en las áreas fundamentales, los maestros trabajan los contenidos curriculares desde los intereses y la realidad de los niños, ofreciéndoles auténticas experiencias de aprendizaje con sentido. Todo el equipo de la Escuela 68 trabaja para crear experiencias de las que el aprendizaje venga casi por añadidura, como fruto de la significatividad y el interés asociado a cada una de ellas. En el mismo sentido, se busca que el aprendizaje sea transversal a las distintas áreas, para lo cual se trabaja en equipos de docentes generando proyectos integrados, como el del semáforo de los valores entre el área de ciencias sociales y tecnología. A través de esta integración, la directora afirma que “se logra que el niño adquiera conocimiento integral, se quiebran las estructuras rígidas de las áreas y ellos descubren que pueden llegar al conocimiento de diferentes maneras. Los resultados son excelentes.”

Los talleres: un complemento enriquecedor

Los talleres, pensados como espacios de aprendizaje práctico, enriquecen aún más las experiencias de aprendizaje de los alumnos. Funcionan en el marco de la jornada extendida y también en el horario habitual: los horarios se reorganizaron para que cada uno de los maestros de grado destine algunas horas de su área curricular al dictado de un taller relacionado (por ejemplo, uno de juegos matemáticos en el caso del área de matemática). Así, y variando la oferta trimestralmente, la escuela logra ofrecer un amplísimo abanico de espacios de taller, entre los que se encuentran jardinería, juegos matemáticos, tecnología, cocina, radio y comunicación, ajedrez, carpintería, museo, TIC y huerta. Estos no solo enriquecen las experiencias de aprendizaje de los alumnos sino que también les brindan herramientas básicas para desempeñarse en algunos oficios de práctica común en la zona.

El carácter vivencial, integrado y contextualizado de las situaciones de aprendizaje que se propician en la Escuela 68 despierta en los niños el placer por aprender. El cuidado en el armado de la oferta educativa, entendida como las vivencias y experiencias que la escuela ofrece a diario a sus alumnos, hace eco en su manera de vivir la escuela, y seguro lo hará también en su manera de recordarla. Las respuestas de los alumnos a preguntas tales como “¿Qué es lo que más te gusta de tu escuela?” son una muestra de ello. “En verdad me gusta todo. Me gusta la hora de carpintería, radio, música, naturales, laboratorio, lengua, ética, plástica y matemática porque hacemos cuentas y jugamos con los juegos matemáticos, como el emboque y el juego inventado”, cuenta un alumno de séptimo. Otro coincide: “Lo que más me gusta de la escuela son los talleres, porque podemos investigar nuevas cosas. Como en el taller de museo, donde podemos investigar sobre las cosas antiguas; y el laboratorio, donde podemos hacer experimentos. En el taller de educación física tenemos las competencias y torneos; y también me gusta el taller de música, donde hacemos muchas cosas además de cantar. Y también la hora de inglés.” También los docentes dan fe de ello, cuando cuentan que los alumnos protestan por tener que irse más temprano de la escuela cuando, cada 15 días, no hay clases durante la extensión de la jornada porque se reúne todo el equipo docente.

Estos espacios se han convertido en un componente importante de la identidad de la escuela. En el periódico “Aleteo” que la escuela editó para el Bicentenario, los talleres son protagonistas de las entrevistas y crónicas publicadas, y son presentados como el principal atractivo de una escuela que invita a la comunidad a acercarse y conocer su trabajo.

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Las posibilidades que ofrecen los talleres a los alumnos de conectarse con su lado artístico, desarrollar la creatividad y estrategia a través de juegos, o adquirir saberes relativos a oficios como la cocina o la carpintería, se revelan necesarias en el contexto donde viven los niños, donde la oferta de actividades extracurriculares, que estimulen a los niños con saberes que exceden los contenidos escolares fundamentales, es casi nula. Los alumnos dan cuenta de ello al señalar que lo que menos les gusta de la escuela es “cuando llueve, porque nos quedamos durmiendo en la casa y es muy aburrido, y además no hacemos nada de nada” (cabe aclarar que el día de la visita llovía, pero el niño estaba en la escuela). Otra alumna coincide: “Lo que menos me gusta es cuando uno está enfermo, porque cuando estoy enferma no puedo venir a la escuela a leer, compartir y aprender”, explica, y cierra comentando: “Siento la falta de mis amigos y maestros por igual.”

Ampliando la frontera de lo posible

Desde 2006, la Escuela 68 es miembro de la red “Armando redes para crecer”, que agrupa a 7 escuelas que, incentivadas por la supervisión, decidieron unirse y superar el aislamiento que muchas veces caracteriza al trabajo en la ruralidad, con el objetivo de “establecer acuerdos, estrategias, acciones coordinadas y avanzar sobre una línea de trabajo garantizando la inclusión, permanencia y promoción de los alumnos dentro de las escuelas que conforman la red.” Son todas escuelas primarias de la zona, una de ellas de educación especial.

A lo largo de los años, se han ido convirtiendo en un ejemplo de trabajo horizontal en el interior del sistema educativo. Como describimos antes, se reúnen para compartir capacitaciones, pero además buscan constituir un espacio de intercambio de experiencias, necesidades y recursos; compartir propuestas superadoras para la atención de alumnos en situación de riesgo educativo y social; y desarrollar encuentros inter-institucionales para enriquecer la experiencia de aprendizaje de los alumnos.

Además de las actividades de capacitación horizontal y vertical comentadas en un apartado anterior, una de las actividades más destacadas de la red son los encuentros interescolares que cada escuela organiza cada dos años con distintas temáticas: el “Día de la tradición”, “Encuentro de familias”, “Semana de la educación especial” y el “Encuentro de la educación física” son algunos de ellos. Se trata de espacios muy valorados por la comunidad educativa por sus efectos positivos sobre la autonomía de los niños. Dora explica que “esto de participar en una red, el ver otras experiencias y otras realidades, los vuelve más autónomos”. Y Rosa, vicedirectora, coincide: “logramos que los alumnos adquieran responsabilidad porque deben preparar lo que se presenta en cada encuentro. Conocen la realidad en la que se desenvuelven otras escuelas y se integran a diferentes grupos de trabajo”, explica.

La red facilita también los puentes entre las escuelas cuando las mudanzas los vuelven necesarios: “En el marco de la red se realizan acuerdos institucionales que son importantes porque los niños transitan entre las escuelas que conforman la red. Planificamos actividades juntas y acordes a las necesidades de los niños. Tratamos de que cuando uno de ellos pide el pase a alguna de las escuelas de la red no se sienta extraño y que los contenidos y las formas de aprender sean similares. Así, evitamos el rezago escolar y la repitencia”, explica Rosa, dando cuenta, sin proponérselo, de lo que “armar redes para crecer” significa en el caso de la Escuela 68.

Una comunidad que acompaña

El equipo de la Escuela 68 es consciente de que hubieran avanzado muchísimo menos sin la ayuda de la comunidad de padres que siempre los acompaña respondiendo a las distintas convocatorias que la escuela les acerca periódicamente. En particular, cuentan con el apoyo de un “Club de Madres”, que conforman madres, hermanas y abuelas de los alumnos, especialmente comprometidas con la escuela. Realizan actividades como venta de comidas para recaudación de fondos para la escuela, trabajos comunitarios (arreglo de jardines y huerta, colaboración en fiestas de la familia o día del niño, etc.).

El análisis del trabajo de la Escuela 68, del que este relato refleja solo una parte, permite identificar en la jornada extendida una oportunidad que, con un arduo trabajo en equipo focalizado en la dimensión pedagógica, la escuela ha logrado convertir en una fortaleza. Han sabido aprovecharla para aumentar el tiempo de reflexión y trabajo institucional, incorporar talleres que enriquecieran la experiencia y propiciaran la mejora de la asistencia de los alumnos, y extender aún más el alcance educador de esta escuela que se desvive por mejorar el futuro de sus alumnos. Desde la dirección se reconoce este impacto: “de la jornada extendida aprendimos muchísimo. Fue el programa que mayor impacto tuvo en la mejora de la propuesta educativa de la escuela. Aprendimos muchísimo: del tiempo que nos dieron, de los espacios, de las capacitaciones por área. Fue una gran oportunidad para la escuela.”

Aprovechando al máximo la jornada extendida y los recursos recibidos a través de programas nacionales y provinciales, a instancias del trabajo incansable de sus docentes y directivos, la Escuela 68 ha logrado convertirse en un verdadero “Portal del Saber”, en el que un grupo de niños transita su escolaridad con alegría y entusiasmo. “Ni un minuto nos quedamos quietos”, dice Dora entre risas al contar uno de los tantos proyectos que llevan adelante. Lo bueno es que los minutos no les faltan. Y en cada uno de ellos se están moviendo para construir una mejor escuela.

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