Pasaron 19 días colgados para conquistar la «pared imposible»

Para algunos es una aventura sin sentido, para otros, la mayor hazaña del montañismo contemporáneo. Lo concreto es que los estadounidenses Kevin Jorgeson (30) y Tommy Caldwell (36), tras 19 días de estar colgados, se encaramaron ayer a la cima de El Capitán, una formación rocosa que se encuentra dentro del Parque Nacional de Yosemite.

Lo inédito del hecho es que en lugar de usar las típicas herramientas para escalar, se valieron sólo de sus manos y piernas para abrirse paso entre el granito.

Esperando el triunfal encumbramiento, muchos de los familiares estaban en la cresta, aguardando por los escaladores y sufriendo la tensión del último tramo.

La reacción de Caldwell fue caer rendido ante la suavidad de su esposa Rebecca. Mientras que Jorgeson sólo atinó a abrazar a su novia Jacqui Becker.

Todos levantaron una copa de champán mientras asomaba la noche en California.

A los pies del El Capitán, una multitud expectante, binocular en mano, los alentaba con sus aplausos. Caldwell resolvió el trecho final con presteza y le marcó el camino a Jorgeson, que tras algunos titubeos, se reunió con su amigo, metros antes de la cumbre. Hora de las fotos y la gloria.

En Estados Unidos, el ascenso fue cubierto por varios canales de noticias. Incluso el New York Times envió un cronista (John Branch) al lugar para relatar cada metro que progresaban estos dos instructores a través de su cuenta de Twitter.

El avance por el Dawn Wall se divide en 32 tramos, o largos como se conocen entre los escaladores y se los clasifica por su nivel de dificultad. Muchos otros lo han intentado y alcanzaron la meta. Pero nunca antes se había intentado practicando estilo libre, es decir avanzando con la única ayuda de manos y pies, sólo empleando las cuerdas como medida de seguridad en caso de un mal cálculo, un peñasco flojo o un desprendimiento.

Se trató de una aventura artesanal concebida con el máximo profesionalismo. Caldwell -que trepó el Fitz Roy en la Patagonia- empezó a planificar el trazado de la ruta hace ocho años y a Jorgeson le llevó seis. En 2010 y 2011, ya habían intentado por separado esta epopeya y habían fracasado.

Los alpinistas eligieron el invierno para su asalto, para limitar el efecto del calor. Además, trepaban al atardecer, a la luz de los faroles, para evitar que el sudor impidiera el agarre. En algunos puntos estratégicos, un equipo de apoyo les dejaban provisiones. Durante el día, aprovechaban para cargar las baterías de sus dispositivos electrónicos con los rayos del sol.

Ante la demanda de alguna primicia, los luchadores de la piedra estaban dispuestos a darle a su público una cobertura de primera mano. A través de sus cuentas de Twitter e Instagram publicaban fotos de sus dedos enllagados, con la lluvia que golpea sobre la montaña o durmiendo a cinco cuadras del suelo, pendiendo de una cuerda.

El momento más comprometido no fue hacia arriba, sino en un movimiento transversal a lo ancho de la roca. Fue en este recorrido donde Jorgeson, tras 11 intentos desesperados, estuvo a punto de abortar la remontada. «Después de 6 días de trabajo, mi desafío en la Dawn Wall se reduce a encadenar este largo», contó por Twitter. Después, comenzó un rápido ascenso hasta alcanzar a Caldwell, quien había superado el largo en su primer intento y esperó a su compañero para consumar la hazaña.

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