Celebración de la impunidad

Por Efren C. Zapata (*)

Entre los acontecimientos que ocuparon la atención de los medios de prensa en esta semana que terminó, hubo uno particularmente llamativo: la sorpresiva excarcelación de Hugo Dante “Willy” Ríos,  condenado a 18 años de prisión por su participación en el secuestro, abuso sexual y homicidio de la estudiante Silvia Andrea González, de 15 años,  ocurrido en Campo Vieran en octubre del 2011.
La decisión –de carácter extraordinario-  fue adoptada por los jueces del Tribunal Penal de Oberá atendiendo una solicitud del patrocinante legal de “Willy” Ríos y se basó en el hecho de que la condena no estaba firme y que durante la etapa previa al juicio oral, éste ya gozaba de ese beneficio y no había violado ninguna restricción.
Amparado en el mandato judicial, el muchacho abandonó la prisión donde estuvo por pocos días y en compañía de familiares y amigos y regresó a Campo Viera, municipio de la zona centro donde su padre, Juan Carlos Ríos, es intendente desde hace varios años.
Lo insólito es que en su pueblo natal “Willy” fue recibido poco menos que como un héroe de guerra, y hasta encabezó una bulliciosa caravana triunfal organizada por punteros políticos seguidores del jefe comunal que recorrió la principal avenida de esa localidad.
Seguramente los magistrados que autorizaron la excarcelación lo hicieron de acuerdo con las normas procesales vigentes, en cuyo caso no existe motivo para reprochar su determinación.
De todos modos y más allá de los tecnicismos legales alegados por los jueces,  la excarcelación de un individuo juzgado y condenado a prisión por un crimen aberrante, conlleva un mensaje extremadamente negativo para la sociedad.
Básicamente porque habilita al ciudadano común a asociar el hecho a la impunidad, una de las más graves falencias del sistema institucional. Pero también porque, este caso en particular, deja un amplio margen para la suspicacia, toda vez que es pública y notoria la vinculación del intendente de Campo Viera –de larga y reconocida militancia en las filas del justicialismo provincial y padre de “Willy” Ríos- con el partido gobernante.
No existen evidencias de que la decisión de los jueces haya sido presionada políticamente. Sin embargo, los hechos, en la lectura lineal de la gente,  implican una clara transgresión al principio constitucional de independencia de los poderes del Estado.
Alguien debió tener en cuenta ese aspecto de la cuestión.
El alcalde de Campo Viera, por ejemplo, sabe mejor que nadie que “la única verdad es la realidad” y tendría que haber impuesto el máximo de discreción para acompañar la libertad provisoria de su hijo. Pero prefirió y consintió la algarabía, sin importarle el dolor de la familia de la joven estudiante de cuyo secuestro y violación se encontró penalmente responsable a su vástago, ni el de su propia comunidad todavía fuertemente impactada por el criminal suceso.
Sería ingenuo pensar en un desborde emocional del Intendente, ni tampoco en que la situación se le tornó incontrolable. Un hombre como él, acostumbrado al ejercicio vertical del poder, no permite nada que no haya permitido.
Es posible que el estruendoso ritual considerado como la “celebración de la impunidad”, además de una descarada burla a la Justicia, no agrave la situación procesal de “Willy” Ríos. Se profundizará, en cambio, la falta de confianza de la sociedad en sus instituciones. Y eso es muy grave.
“Lo peor del escándalo es acostumbrarse al escándalo”, reza un antiguo y sabio proverbio que, de cara a esta realidad, debería de ser tomado como una severa advertencia.

(*) Periodista

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