Año bueno

El 2014 se despide con mucho más ímpetu del que podría esperarse en los tímidos primeros meses sumidos en la incertidumbre de indicadores negativos, alta especulación y un contexto internacional que no ayudaba demasiado. Los meses pasaron y las cosas fueron acomodándose con una pasmosa naturalidad para quienes esperaban el derrumbe del que puedan sacar tajada en el año electoral que se iniciará en apenas un par de días. Lo cierto es que el cierre del año encuentra al Gobierno nacional fortalecido y a la oposición que contaba los días para el «recambio», dispersa y, lo que es más grave para sus aspiraciones, en una meseta que contrasta con su constante prédica mediática.
El modelo argentino va en sintonía con los países vecinos, que fueron, todos, ratificados. El triunfo más relevante fue el de Dilma Rousseff, socia política de la presidenta Cristina Fernández, pero también ganó Evo en Bolivia y Mujica en Uruguay fue respaldado con la elección de Tabaré Vázquez.
En cambio, el contexto internacional sigue en crisis, esencialmente en Europa, donde las recetas del ajuste están causando los mismos daños que generaron en Argentina en las postrimerías de la década de los 90 y fines de 2001, cuando el radical Fernando De la Rúa huyó en medio de un país devastado.
Aquel diciembre será recordado por muertes, desesperación y saqueos. Desde allí, diciembre siempre fue un mes especial, casi temido, con la exacerbación de reclamos populares o intentos de sedición como ocurrieron a fines del 2013 con las policías de varias provincias.
Este diciembre que termina, en cambio, transcurrió en paz. En 2001 los saqueos eran por comida. Ahora los comerciantes en lugar de cerrar las puertas, las abrieron para tumultuosas hordas de compradores, que se regodearon en el consumo festivo, que fue beneficiado, en el caso de Misiones, con el aguinaldo al día y un adicional compensador que fue extrañado en otras provincias.
Esta vez, productos de precios caros o bien populares fueron buscados por igual y las ventas navideñas crecieron 30 por ciento según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, que admite un 2,5 por ciento más de unidades físicas vendidas.
“La tranquilidad del mercado cambiario y financiero de las últimas semanas del año fue un buen ingrediente para empujar el consumo. Ayudaron además los adelantos de sueldos y aguinaldo, que permitieron a las familias disponer de dinero efectivo para consumo”, señala la entidad.
Y esa es una de las claves para entender el clima festivo. La tranquilidad cambiaria llegó tras un tembladeral en los primeros meses y un clima hostil de los acreedores más recalcitrantes, como los fondos buitre.
Aquí hay tranquilidad y certeza de pagos, mientras las potencias, como Rusia o Brasi, se vieron obligadas a una fuerte devaluación para sostener la competitividad de sus economías, golpeadas además por la nueva guerra fría lanzada por Estados Unidos para revitalizar su poderío.
La caída del precio del petróleo afecta severamente a Rusia, cuya economía depende de las exportaciones, al igual que a Venezuela, enemigo retórico en pie después del histórico giro con Cuba.
En Argentina, como ocurrió con lo peor de la crisis de 2008-2009, el impacto no se hizo sentir y, en paralelo, se estabilizó la situación cambiaria, crecieron las reservas y hay recursos para afrontar los vencimientos de deuda del 2015.
¿Por qué el buen andar del país choca con el mensaje de la oposición? Básicamente, los dirigentes que aspiran a gobernar la Argentina, exacerban defectos y subestiman logros. El problema es que después se creen sus propios datos y con eso arman una línea argumental.
El campo ha sido uno de los rivales más duros del Gobierno desde el conflicto por las retenciones en 2008.
Desde entonces está en pie de guerra y siempre en “crisis”. Sin embargo, el mismo modelo que defenestran en público, beneficia sus cuentas bancarias.
Aún con una fuerte caída de precios internacionales, el ingreso de dólares por la exportación de granos y derivados industriales superó el monto ingresado de todo 2013 y es sólo 4,7 por ciento menor al récord de 2011.
La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entidades que representan un tercio de las exportaciones argentinas, indicaron esta semana que la suma liquidada desde comienzos de año hasta el 19 de diciembre ascendió a 23.568,8 millones de dólares.
El monto exportado se alcanzó pese a importante caída en el precio internacional de las materias primas.
Por citar a los cultivos más exportados, en 2014, la tonelada de la soja promedió u$s474,59 y la de maíz, unos 172,62 dólares. Estas cotizaciones son un 11,5 por ciento y 28,8 por ciento más bajas, respectivamente, que en 2013, pues la soja promedió u$s536,25 por tonelada, y el maíz, 242,58 dólares.
Respecto de la liquidación máxima de 2011, el grano de soja promedió u$s505 por tonelada y el maíz 288,70 dólares. Los precios de 2014 son seis por ciento y 40 por ciento menores, respectivamente.
No debe sorprender, sin embargo, que el discurso opositor constantemente hable de la rentabilidad del agro como un «objetivo» a alcanzar.
Una investigación publicada en el suplemento económico del diario Página 12, da cuenta de los numerosos fallidos entre el discurso opositor y la realidad, que no logra convencer a economistas y voceros de la oposición. Son varias y bien valen una enumeración.
El primer fallido es el nivel de reservas. A principios de año los economistas Jorge Tudesca, Fausto Spotorno, Miguel Bein, Fernando Navajas, de la Fundación FIEL, todos hombres escuchados por los candidatos presidenciales de la oposición, pronosticaban una caída hasta llegar a los 20 mil millones de dólares. Las reservas terminarán el año por sobre los 31 mil millones, en aumento y mientras en 2013 se habían drenado 12 mil millones.
Otra falla relevante es el precio del dólar. El director de la Fundación Libertad y Progreso, Aldo Abram, afirmó que el tipo de cambio oficial superaría los 10 pesos en 2014. «Esperamos un tipo de cambio (oficial) de 12 pesos por dólar para fin de año, una devaluación de más del 50 por ciento», aseguró la agencia calificadora Moody’s.
Los bancos y fondos de inversión también hicieron pronósticos de fuerte devaluación para este año. HSBC y UBS, dos entidades acusadas por lavado de dinero, proyectaron a mitad de 2014 que el dólar sería de 10 pesos en diciembre, mientras que Goldman Sachs lo estimó en 9,41 pesos. Domingo Cavallo dijo a mediados de febrero en su blog personal que «mi cálculo del tipo de cambio oficial para el cierre del 2014 es de 10,40 pesos. Para 2015, en el peor escenario, el dólar oficial será de 25 pesos y el paralelo llegará a los 50 pesos».
Lo cierto es que el tipo de cambio oficial pasó 6,55 a 8,57 pesos entre enero y diciembre, con una corrección de 30,8 por ciento, la misma variación que en 2013.
Con el blue pasó lo mismo. El economista y funcionario del PRO Rogelio Frigerio, director de la consultora Economía & Regiones, esperaba una cotización superior a los 22 pesos. “No es descabellado un blue a 17 pesos”, lanzó Tomas Bulat, economista, periodista y posible candidato a intendente de Buenos Aires de la mano de Sergio Massa. Carlos Melconian, aspirante a ministro de Economía de Mauricio Macri, esperaba otra gran devaluación.
El dólar ilegal, en cambio, bajó a 13 pesos después de tocar un techo de 16. Martín Losteau, también candidato a jefe de Gobierno porteño, pero por UNEN, pronosticaba una inflación del 40 por ciento, lo mismo que Aldo Pinganelli, ex presidente del Banco Central. Miguel Ángel Broda ya se anticipó y dijo que la inflación del 2015 será del 50 por ciento. Roberto Lavagna, ahora asesor estrella de Massa, pronosticaba un Rodrigazo en cuotas. El Iaraf, de Nadín Argañaraz, esperaba el 40 por ciento.
La realidad es que la suba de precios del mercado interno rondó el 24 por ciento este año.
El dato surge del indicador de precios nacional urbano del Indec, que comenzó a utilizarse a principios de 2014 con el respaldo de organismos internacionales como el FMI y de centros de estadísticas de países desarrollados.
La distorsión de visiones obedece a la forma de mirar el rol del Estado. Para quienes alientan resultados negativos, éstos obedecen al rol del Estado. Para el Gobierno, los datos positivos dependen del rol del Estado.
Además de lograr mantener una relativa calma en la economía, en diciembre la inflación fue la más baja del año, según indicadores oficiales y de la oposición.
Por primera vez el Estado, como controlador de YPF, decidió bajar un cinco por ciento el precio de las naftas desde el 1 de enero, en paralelo a la caída del precio del petróleo.
El crudo había bajado otras veces, pero nunca antes había retrocedido el precio de la petrolera estatal. El valor del combustible incide directamente en los precios y, por ende, en cada aumento aplicado desde la recuperación estatal, fue uno de los argumentos para justificar la inflación acumulada.
Sin embargo, ahora que bajará cinco por ciento, los mismos que antes se quejaban de las subas, advierten que “es muy poco” para que incida en la cadena de formación de precios de cualquier producto.
El Gobierno nacional intentará -y presiona a las provincias- extender otra medida para frenar futuras subas. El 31 vence el plan de convergencia de las tarifas eléctricas y varias provincias, entre ellas Misiones, advirtieron que se hace necesaria una actualización tarifaria que rondaría el 30 por ciento.
La Nación amenaza con congelar inversiones necesarias para la renovación del sistema eléctrico si es que las provincias no mantienen las tarifas.
Pero en la práctica, se quejan en Emsa, sería prácticamente lo mismo, ya que las prometidas, llegaron con demoras y no alcanza para cubrir las necesidades de la empresa eléctrica provincial.
Además, aseguran voceros de Emsa, con el 65 por ciento de la facturación por debajo de los 200 pesos y una inminente reapertura de las paritarias en las que el sindicato de Luz y Fuerza planea reclamar una recomposición no menor al 30 por ciento, se hace inviable sostener las tarifas sin aumentos.
Dependerá entonces de lo que ofrezca el Estado nacional y que, en definitiva, sirva para sostener el ritmo de inversiones que viene realizando la Provincia en los últimos años.
En el caso de Misiones, el rol del Estado fue central. La economía se mantuvo activa durante todo el año en buena parte por la inyección de recursos, especialmente en obra pública y aporte a los municipios. Pero el sector privado también mantuvo un ritmo de crecimiento y de inversiones, que fue constante.
Misiones está entre las tres provincias que incrementaron sus exportaciones ante una caída general del 11 por ciento. El crecimiento exportador de la provincia obedece esencialmente al té y a la pasta celulósica.
Solo en el mes de diciembre, el gobernador Maurice Closs entregó las llaves de más de mil viviendas a familias que pudieron pasar la Navidad en sus nuevos hogares. En otras provincias lejos están de alcanzar ese número de concreciones y mucho menos la cantidad que están en construcción, como el barrio Itaembé Guazú. Por caso, Córdoba entregó 128 en diciembre.
La magnitud de los fondos volcados en los últimos días a los bolsillos de los misioneros tampoco fue menor: 1.500 millones de pesos entre sueldos, aguinaldo, Incentivo Docente, la Caja Verde tabacalera y el adicional del sueldo anual complementario para estatales y jubilados. Ese dinero, mayoritariamente se destinó al consumo en los últimos días, lo que provocó una masiva venta en los comercios.
También el poder adquisitivo de los misioneros ha mejorado en los últimos años. En un informe reciente publicado por el Ministerio de Hacienda y Finanzas de la provincia, daba cuenta que en los últimos años el salario promedio en Posadas aumentó nominalmente 956 por ciento (que comparando con cualquier otra variable (variación del dólar, inflación según diferentes organismos, etc) representa una mejora en el poder de compra y además en el mismo período se ha reducido la brecha de la distribución de la renta entre los que más ganan de los que menos ganan.
“Las debilidades, son hoy los recursos que recibe la provincia por ley de coparticipación, en la que nos vemos perjudicados frente a lo que reciben otras jurisdicciones, a pesar de los recursos extraordinarios que se reciben por transferencias corrientes desde el Gobierno Nacional, y en los que superamos a las demás provincias del NEA por estos montos recibidos -y que Misiones se ubica en quinto lugar a nivel país- aunque así la ecuación final nos sigue arrojando un balance menoscabado frente a otras provincias”, explica el secretario de Hacienda, Adolfo Safrán.
El economista sostiene que a excepción del sector agroforestal, el resto de las actividades económicas de Misiones han mostrado resultados positivos en materia de producción y demandas, como la actividad yerbatera, el turismo, el tabaco, el té, el comercio mayorista y minorista.
“Todo esto nos permite aseverar que Misiones seguirá siendo una tierra de oportunidades para el sector privado, para continuar invirtiendo con las ventajas de un comercio fronterizo en expansión, con las economías externas que producen todas las obras de infraestructura -es mucho más beneficioso invertir en una ciudad que tiene buenos caminos, escuelas, hospitales de aquellas que no gozan de éstos- y un mercado que mejora su poder de compra que asegura con eso también buen nivel de demanda y por lo tanto de ventas. Misiones seguirá siendo terreno propicio para los emprendedores y empresarios pero no por simple casualidad, sino por el acierto de las políticas económicas y por el acompañamiento de las variables macroeconómicas”, indicó.
Los misioneros aprueban la gestión del gobierno provincial en un porcentaje de 74,4 por ciento, reveló la consultora Decisiones Empresariales, de Alfonso Baigorria.
El consultor señala que Closs, “ve coronado un año con una gestión que mide su imagen en resultados muy por encima de los mismos datos de fin del año pasado y en particular porque supera por más de diez puntos en ese ítem a sus pares de las provincias vecinas de Chaco y Corrientes”.
La elevada buena imagen que mantiene el Gobernador entrando ya en los últimos meses de su mandato, contrasta con la fragmentación que se percibe en la oposición. La idea de una gran alianza sigue en veremos y todo indica que habrá por lo menos una media docena de candidatos disputándose los votos no renovadores.
La más complicada parece ser la Unión Cívica Radical, que perdió el envión de las elecciones de 2013 y volvió a sumirse en un derrotero de intrigas internas que amenaza con dividir al partido.
La cúpula insiste con la alianza con el PRO, un acuerdo que hasta los macristas desdeñan, y que puede partir al radicalismo como en anteriores oportunidades. Ya hay una vertiente con identificación propia en la Cámara de Diputados, que podría transformarse en una opción «progresista» ante la idea de un vuelco a la derecha del partido centenario. No es demasiado distinto a lo que ya pasó con Leopoldo Moreau, quien lanzó el Movimiento Nacional Alfonsinista con la idea de refrescar las ideas fundacionales.
La fragmentación por vocación o impericia, pone al radicalismo casi en la obligación de encontrar un socio que mejore sus expectativas. Pero esas mismas disputas internas, alejan a los eventuales socios. El PRO parece decidido a marchar solo con Alfredo Schiavoni como el candidato a gobernador.
Del otro lado, Sergio Massa formalizó un acuerdo con Ramón Puerta para desembarcar en marzo en Misiones.
El hijo del ex gobernador, Pedro Puerta, fue a buscar la foto de bendición y logró sentarse con Massa para el disparo del fotógrafo. Así, Massa que no logró interlocutores de peso en la provincia, finalmente se inclinó por Puerta, que hasta ahora era el referente de Mauricio Macri.
Esa dispersión opositora favorece al oficialismo en Misiones y también en el resto del país. El kirchnerismo sin haberse lanzado a la campaña ni tener un candidato definido, aunque con Daniel Scioli picando en punta, está a la par de la intención de voto que exhiben Macri o Massa.
En la Renovación, la idea del consenso contrasta con los múltiples candidatos opositores que se disputarán los votos que no irán al oficialismo. Así, el escenario favorece la ratificación de las políticas adoptadas en la última década, que comienzan a exhibir resultados positivos de mediano plazo.
El fin de año ofrece un tiempo para el balance y la reflexión. También para celebrar el nuevo año que, como siempre, llega lleno de oportunidades.

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