Cary Macena quiso compartir su poema en esta Navidad

El locutor y conductor de eventos, el posadeño Cary Macena -quien animó el reciente Festival nacional de la Música del Litoral- escribe poemas hace tiempo y para esta Navidad quiere compartir el siguiente: «No hay anuncio más esperado ni noticia más maravillosa. No hay dulzura más esplendente ni ternura más primorosa».

«No hay mayor nobleza ni sacralidad más inmensa: no hay nada más sublime que el anuncio de la concepción y gestación del nacimiento más deseado de todos …no hay nada tan conmovedor como el comienzo de la vida.

Un latido nuevo, la emoción incontenible en los ojos de la mujer que lo revela; el abrazo entre los padres soñadores del milagro, el fundirse el uno en el otro en la amalgama descomunal de los agradecidos, palpando la suma de de todo lo habido y por haber.

La cifra sagrada y perfecta de la humanidad elevada a su máxima expresión; almas transmigradas de purísima concepción y gestación perpetua; forjadas a hierro impenitente del amor de todos los amores, en aleación indestructible y fundante del nido hecho de útero materno, el nido de amor más puro que en el universo se haya creado alguna vez, a manos del orfebre de todo lo conocido y de todo lo por conocer, lumbre de amor por siempre y para siempre …hasta el fin de los tiempos.

Es la semilla echada en la tierra de sembradura de las ensoñaciones de los enamorados, que siempre han imaginado la nacencia de pájaros inmortales volando a lo más alto, custodiados por los ángeles de las utopías y de las quimeras, con rumbo a la soñada patria de Dios.

Es la cintura ensanchada que obliga delicadamente a dar los pasos más lentos; es la matriz de paredes de oro de la madre que atesora y custodia la gema más preciada de todas, cultivada entre la piel y los huesos que la transforman en mujer sagrada: deidad encinta que reina ante todas las razas y colores, ante todas las creencias y religiones que hayan existido alguna vez sobre la tierra.

Es la vida que se asoma y nos muestra el milagro del nacimiento, por entre las náuseas y el insomnio, por entre los mareos y los pies hinchados. Es el gesto irredento de parir en el parto que destila sólo coraje para el esfuerzo más tremendo, es el jugarse la vida en el pujar de la bondad más honda y generosa, es el más extraordinario gesto divino que nos hace más buenos que nunca, que nos revela amos, dueños y señores de la comarca familiar que en mucho se parece a la felicidad más inmensa y formidable.

Son los credos diezmados y olvidados que volvemos otra vez a rezar en el estupor del asombro, en la historia rediviva de la nochebuena de la natividad; es el primer lloro del que nos hace llorar; es el primer ruego hecho al cielo pidiendo por su cuidado y resguardo; es la primera sensación de verdadera humildad ante la conciencia del soplo vital que nos ha sido concedido; es el temor a perder lo más adorado de entre todas las cosas adoradas; es el juramento y la promesa para que nada le pase; es el ofrecer nuestra propia vida a cambio de la vida de nuestra criatura del alma si algo irremediable le llegara a suceder«.

CARYMAC

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