La Clínica 13 cerró el ciclo «al palo» con dos integrantes de la Bersuit

Que ponerse el mismo pijama que usó el Gustavo Cordera fue un desafío grande, no lo duda nadie, pero tampoco se puede dudar de la capacidad que han tenido los músicos para reinventarse (paradójicamente, haciendo lo mismo!!!). Esta capacidad de sobrevivir a la falta de su frontman fue, en gran medida, fruto de la calidad humana y artística de Daniel Suárez y el Cóndor Sbarbati, que a pura actitud (y cualidades vocales) no sólo supieron disimular la ausencia del Pelado frente al micrófono, sino que volvieron a poner a la banda en planos de popularidad no tan lejanos a los momentos de más altos.

 

Daniel y el Cóndor cambiaron mucha de la histeria y “testosterona” del Pelado por un estilo más amigable, y eso se nota por el cariño que les demuestra el público, y para que no queden dudas acerca de que aunque se vaya el goleador, el equipo debe seguir jugando, contaron la anécdota de que su primer show sin Cordera lo realizaron en España y ante 20 mil personas. “Cuando nos llamaron para contratarnos, al productor le advertimos: ‘¿Leíste las noticias? Mirá que ya no está más el pelado ehhh’. ‘Yo contrato una banda, no un cantante’, nos respondió”, a lo que continuaron con un sincero y lapidario “su salida en realidad fue más traumática en la parte personal que en lo musical”. Y punto

 

Asquerosa Humedad

La siesta posadeña pre-veraniega en su esplendor. Un chaparrón diluviano atacó la city y la humedad brotó del asfalto caliente como Don leopardo de la selva. La sala Mandové Pedrozo cobijó a los presentes (muchos músicos pero más fans… algunos MUY fans) y el dúo inició una muy amena charla entre teórica de cómo cuidar la voz y anecdótica de cómo sobrellevar la vida de rockero sin estrellarse en una curva. La buena onda desbordaba la sala y los consejos eran escuchados con devoción. “La voz es nuestro instrumento, pero no podemos cambiarle las cuerdas cuando se gastan, debemos cuidarlas”, afirmaron. Salir a la cancha sin precalentar es invitar a un desgarro, y los Bersuit lo dejaron bien claro… “40 minutos de precalentamiento en el camerino haciendo ‘ooooooommmmmmmmmm’ aunque parezcamos unos tarados”. Nociones de respiración diafragmática, vaciar los pulmones y volver a llenarlos, y otros tips respiratorios marcaron la tónica del primer segmento de la clínica hasta que ZAZ!!!!! Se cortó la luz.

 

Libertinaje

Con la humedad y el calor al palo, la atmósfera invitaba al piquete musical o, de plano, al levantamiento civil. Allí salió a relucir nuevamente la capacidad de manejo de masas de ambos artistas. Iluminados sólo por la linterna del celular, siguieron platicando y contando anécdotas, como el origen de la letra de esa cumbia medio cachaca de “El viejo de arriba”, que fue escrita en homenaje al vecino del piso de arriba de Juan Subirá, que se hartó de las continuas fiestas del tecladista “y le metió dos tiros en las gambas”.

 

De la cabeza

Estar 20 años con los mismos compañeros de ruta es un placer, pero también una responsabilidad. “Ensayamos ocho horas todos los días, eso nos une como equipo y como amigos. Además, hacemos terapia de grupo, eso es fundamental para mantenernos como una familia. En todo este tiempo hemos compartido cumpleaños, aniversarios, separaciones, reencuentros. Todo lo que pasa en una familia pasa en el grupo”, confesaron ambos con un tono tan amigable que hasta al que no le agrade mucho la Bersuit le dio ganas de escucharlos.

 

Hijos del… chamamé

El Cóndor, con sus largos dreadlocks, no da con el estereotipo del chamamecero de ley, pero menuda sorpresa para todos. No sólo que relató que se crió escuchando chamamé (“más del de Corrientes”, reconoció), sino que su familia es muy amiga de la de los Nuñez y los hermanos, cada vez que visitan Buenos Aires se alojan en casa de su mamá. Incluso, al final de la clínica, en plena tocata con artistas locales, el Cóndor se despachó con una jugosa versión de “Puerto Sánchez” con acompañantes de lujo, como el Chavo y Pico Nuñez, en guitarra y bandoneón.

 

Y se vino el estallido

La dinámica de las sucesivas clínicas ya quedó instaurada casi como una tradición. Conferencia de prensa en la mañana, asadito al mediodía (siempre compartido con músicos del palo de los invitados), clínica a las 15.30 y, para finalizar, una jam con un seleccionado local. En este caso arrancaron con “Murguita”, con el acompañamiento de Marcelo Kuczek (Flores a los chanchos)en bajo, Sergio Prieto (Puente)  en guitarra y Marcelo Móttola (sesionista de lujo)en batería, y como refuerzos, por si hubiese sido necesario, los hermanos Nuñez. Luego llegó “La argentinidad al palo” y el estallido no se hizo esperar.

 

Las ocho estaciones

Con la visita de los Bersuit, la octava entrega del programa Clínica marcó el final del ciclo por este año. Por este proyecto que se aventuró a traer músicos de 1ra línea a que compartan sus anécdotas y transmitan algo de sus conocimientos a los pibes de los barrios , han pasado Javier Malosetti (Itaembé Miní), Juanchi Baleirón (A4 y San Lorenzo), Andrea Álvarez (Villa Sarita), Palo Pandolfo (Patotí), Eddie Walker (Centro), Gustavo Rowek (Villa Cabello) y Leo García (Santa Rita).

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