El hijo buscado, un crudo retrato sobre la venta de niños en Misiones

La 29 Edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata presentó este año una serie de películas que hacen foco en la búsqueda de la identidad, los derechos humanos, la devastación forestal, la trata de personas, la adopción ilegal, la violencia de género o el rol de la prensa durante la última dictadura. La mayor parte de estas películas se encuadran dentro de la sección “Ventana documental: cine político”, que buscar reflexionar sobre la realidad en la que se vive a través del lente de diferentes cineastas.

 

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Más allá de este foco político, Mar del Plata también programó dentro de sus diferentes apartados películas que directa o indirectamente transitan temas sociales como la trata de personas o la venta de niños. Uno de esos casos es El hijo buscado, ficción de Daniel Gaglianó, que narra el derrotero de un matrimonio que ante la espera y la burocracia que hacen que una adopción legal sea imposible de concretar deciden viajar a Misiones para “comprar” un recién nacido.

Protagonizado por Rafael Ferro, Sofía Brito y María Ucedo y con la fotografía a cargo del misionero Fernando Lockett, el film transita por el oscuro, violento y cruel mundo de la trata de personas, donde las adolescentes por muy poca plata deben entregar a sus hijos a una mafia que controla un siniestro mercado al que llegan muchas parejas con ganas de formar una familia.

 

Tras la primera proyección de El hijo buscado, Gaglianó sostuvo que la idea nació hace dos años cuando conoció a unos chicos que vivían en un hogar. “Me sorprendió mucho el funcionamiento de los organismos institucionales, por lo que me puse a investigar acerca de las dificultades de la adopción”.

Luego agregó que en el equipo técnico de Misiones había gente que conocía mucha de estas historias. «Antes de escribir el guión estudiamos varios casos, cada uno de los cuales planteaba una forma distinta de presentar esta historia pero lo importante era no caer en el golpe bajo y no juzgar a los personajes”.

 

Filmada en parte en El Soberbio, ambientada en los bordes compartidos con Brasil y con Paraguay, en un pueblo entre cruces de ríos y pasos fronterizos, sobre el Paraná y en Ciudad del Este

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