La tribuna aplaudía al «Pinti» Alvarez a rabiar; abajo un tal Avalos decía: soy un goleador de Primera

Gabriel Avalos fue el héroe absoluto de la tarde histórica en la que Crucero del Norte llegó a Primera y devolvió a Misiones a la máxima categoría del fútbol argentino tras casi tres décadas. Ya de entrada, el partido había empezado mal, y Avalos era el único que se destacaba, por su lucha, por su voluntad y su corazón para jugar.

A los 3 y 10 minutos, casi presintiendo que el equipo no lo iba a ayudar mucho, se inventó dos jugadas y remató desde casi 30 metros. Las dos veces inquietó a Bértoli, que de todas maneras sofocó el peligro.

En el segundo tiempo, con el gol de Tomassini que no alcanzaba para llevar tranquilidad con un Crucero que no terminaba de ser dominador, apareció Avalos para sentenciar el trámite. Tarrito Pérez tiró un centro bien pasado y el «paragua» apareció fantasmagóricamente por el segundo palo, se elevó más de un metro y pareció decir «sí» con el movimiento de la cabeza. Como en Junín, hace una semana. Golazo y a cobrar.

17 minutos después, Avalos recibió la pelota, tiró el pase corto para Tobías Figueroa y salió picando al vacío. Figueroa esperó un segundo, necesario para atraer la marca del defensor, y largó la pelota en el momento justo, bien vertical y bien profunda. Y entonces el paraguayo, que ya se había sacado la mufa de una rueda sin convertir en Junín (tenía tanta bronca que no lo festejó, a pesar de que fue el gol más importante del campeonato), que ya había convertido el segundo, pareció decir con su definición: «Permiso, me llamo Avalos, y soy un delantero de Primera». El guaraní se acomodó, y tiró una «baselina» con tres dedos exquisita.

Desde la tribuna, el gran Ernesto «Pinti» Alvarez aplaudía y sonreía para sus adentros, quizás, pensando que el día que quiera volver, no va a ser tan fácil recuperar su camiseta número nueve.

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