Tendencia: en un año se duplicó el consumo de música online

Del disco a “la nube” de Internet. Además, la descarga de canciones bajó un 40%. La tendencia se consolida con la llegada de YouTube Music Key, un servicio de canciones por suscripción.  Los modelos de canciones por suscripción parecen prepararse para terminar imponiéndose a los sistemas de descargas de temas.

En un mercado en el que la piratería tiene inmensas dimensiones y en el que el focalizado resurgimiento del vinilo apenas mueve las estadísticas en el constante retroceso de los soportes físicos (CD, DVD), los modelos de canciones por suscripción parecen prepararse para terminar imponiéndose a los sistemas de descargas de temas (downloads) como forma predominante de consumo de música. Su ascenso, con la promesa de nuevos bríos a partir del reciente anuncio de YouTube Music Key, parece estar terminando de conformar el nuevo mapa de la industria musical en la era de Internet.

En los servicios de música por suscripción, sea gratis y viendo publicidad o pagando una tarifa fija mensual, se tiene acceso ilimitado a inmensos catálogos de canciones (y videos musicales) que se reproducen en el servidor del proveedor del servicio, en tiempo real, sin alojarse en el equipo del usuario (a esto se llama streaming). Eventualmente, además, la música podrá bajarse al dispositivo propio (la PC, la tableta o el celular) para escucharla offline, pero ese derecho estará vigente solo mientras dure la suscripción.

Hay, además, servicios de streaming que no requieren suscripción. Es el caso de los sitios de videos online, donde no hace falta identificarse para ver videoclips precedidos (o rodeados) de publicidad.

En su Informe de la música digital 2014, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, su sigla en inglés), tituló uno de sus apartados, sin medias tintas, «La explosión de los servicios de streaming y por suscripción». Allí, se destaca que ya en 2013 estos servicios habían acentuado su tendencia al crecimiento al haber generado ingresos en un 51,3% superiores a los del año precedente.

La IFPI señala que se consolidan tanto las marcas globales (Deezer y Spotify), como otras regionales (Rdio, KKBOX, WiMP), y que el entonces por venir servicio de YouTube (Music Key), entre otros, refuerzan la tendencia.

Siempre a nivel global, la IFPI dice que los sellos discográficos «han adaptado su negocio a un modelo de consumo cada vez más basado en el acceso a la música y menos enfocado en la posesión de la música». Para la entidad, «un reflejo de esto es el mayor peso de los servicios por suscripción y streaming dentro de los ingresos por ventas. En la actualidad (2013), el 27% de los ingresos digitales de la industria proviene de los servicios por suscripción y del streaming financiado por publicidad, cifra que en 2011 solo alcanzaba el 14%».

A nivel local, los números a favor de los servicios de streaming y de música por suscripción también son contundentes. «El crecimiento del streaming soportado por publicidad (YouTube, Vevo) fue en 2014 de un 150% en relación al año pasado, medido en facturación. Mientras que el negocio de la música por suscripción facturó un 97% más que en 2013», le dijo a Clarín Rodrigo Decono, gerente del área digital de Universal Music Argentina. En la vereda de enfrente, «en las descargas de canciones hubo una caída de casi el 40% medido en unidades», señaló Decono. Aunque esa caída no se vio reflejada del mismo modo en las ganancias. «Se vende menos pero más caro», resumió el experto.

Un buen aporte a estas cifras ha hecho Spotify, que en septiembre cumplió su primer año en el país. Reticente a dar cifras, la empresa sí dijo que en ese tiempo desde Argentina se había accedido a seis millones de canciones, que generaron 711 millones de reproducciones, «lo que equivale a 48 millones de horas de música continua o 5.000 años de canciones», señalaba entonces Gustavo Diament, gerente general para Latinoamérica de Spotify. La empresa, de origen sueco, dice tener en el mundo 40 millones de suscriptores, de los cuales el 25% (diez millones de personas) eligen pagar para acceder a la música sin ver publicidad. Una proporción similar se daría entre los usuarios del país.

Otro factor que empujó en el país el crecimiento de la música por suscripción fueron las alianzas de las empresas de ese rubro con operadoras de telefonía. Así, Telefónica facilita a los clientes de Movistar y Speedy el acceso a los servicios de Napster. Mientras que Telecom se asoció el mes pasado a Spotify para que los usuarios de Personal y Arnet accedan a ese servicio de música con ventajas. Y hace unos días Claro presentó Claromúsica, un servicio por suscripción para sus clientes, para usar desde PC, smartphones, tabletas y iPods, con planes semanales y mensuales.

Y es en este contexto que YouTube, que ya tenía acuerdos con las discográficas, logró cerrar un largo y trabajoso contrato con Merlin, agencia que reúne a 20.000 sellos independientes, y enseguida anunció el lanzamiento de Music Key, su servicio de música por suscripción. Por ahora, a Music Key se accede por invitación y desde un número limitado de países. Sin embargo parece indudable que con la base de usuarios que tiene el portal de videos, le dará un fuerte empujón a la música por suscripción.

En un mercado en el que la piratería tiene inmensas dimensiones y en el que el focalizado resurgimiento del vinilo apenas mueve las estadísticas en el constante retroceso de los soportes físicos (CD, DVD), los modelos de canciones por suscripción parecen prepararse para terminar imponiéndose a los sistemas de descargas de temas (downloads) como forma predominante de consumo de música. Su ascenso, con la promesa de nuevos bríos a partir del reciente anuncio de YouTube Music Key, parece estar terminando de conformar el nuevo mapa de la industria musical en la era de Internet.

En los servicios de música por suscripción, sea gratis y viendo publicidad o pagando una tarifa fija mensual, se tiene acceso ilimitado a inmensos catálogos de canciones (y videos musicales) que se reproducen en el servidor del proveedor del servicio, en tiempo real, sin alojarse en el equipo del usuario (a esto se llama streaming). Eventualmente, además, la música podrá bajarse al dispositivo propio (la PC, la tableta o el celular) para escucharla offline, pero ese derecho estará vigente solo mientras dure la suscripción.

Hay, además, servicios de streaming que no requieren suscripción. Es el caso de los sitios de videos online, donde no hace falta identificarse para ver videoclips precedidos (o rodeados) de publicidad.

En su Informe de la música digital 2014, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, su sigla en inglés), tituló uno de sus apartados, sin medias tintas, «La explosión de los servicios de streaming y por suscripción». Allí, se destaca que ya en 2013 estos servicios habían acentuado su tendencia al crecimiento al haber generado ingresos en un 51,3% superiores a los del año precedente.

La IFPI señala que se consolidan tanto las marcas globales (Deezer y Spotify), como otras regionales (Rdio, KKBOX, WiMP), y que el entonces por venir servicio de YouTube (Music Key), entre otros, refuerzan la tendencia.

Siempre a nivel global, la IFPI dice que los sellos discográficos «han adaptado su negocio a un modelo de consumo cada vez más basado en el acceso a la música y menos enfocado en la posesión de la música». Para la entidad, «un reflejo de esto es el mayor peso de los servicios por suscripción y streaming dentro de los ingresos por ventas. En la actualidad (2013), el 27% de los ingresos digitales de la industria proviene de los servicios por suscripción y del streaming financiado por publicidad, cifra que en 2011 solo alcanzaba el 14%».

A nivel local, los números a favor de los servicios de streaming y de música por suscripción también son contundentes. «El crecimiento del streaming soportado por publicidad (YouTube, Vevo) fue en 2014 de un 150% en relación al año pasado, medido en facturación. Mientras que el negocio de la música por suscripción facturó un 97% más que en 2013», le dijo a Clarín Rodrigo Decono, gerente del área digital de Universal Music Argentina. En la vereda de enfrente, «en las descargas de canciones hubo una caída de casi el 40% medido en unidades», señaló Decono. Aunque esa caída no se vio reflejada del mismo modo en las ganancias. «Se vende menos pero más caro», resumió el experto.

Un buen aporte a estas cifras ha hecho Spotify, que en septiembre cumplió su primer año en el país. Reticente a dar cifras, la empresa sí dijo que en ese tiempo desde Argentina se había accedido a seis millones de canciones, que generaron 711 millones de reproducciones, «lo que equivale a 48 millones de horas de música continua o 5.000 años de canciones», señalaba entonces Gustavo Diament, gerente general para Latinoamérica de Spotify. La empresa, de origen sueco, dice tener en el mundo 40 millones de suscriptores, de los cuales el 25% (diez millones de personas) eligen pagar para acceder a la música sin ver publicidad. Una proporción similar se daría entre los usuarios del país.

Otro factor que empujó en el país el crecimiento de la música por suscripción fueron las alianzas de las empresas de ese rubro con operadoras de telefonía. Así, Telefónica facilita a los clientes de Movistar y Speedy el acceso a los servicios de Napster. Mientras que Telecom se asoció el mes pasado a Spotify para que los usuarios de Personal y Arnet accedan a ese servicio de música con ventajas. Y hace unos días Claro presentó Claromúsica, un servicio por suscripción para sus clientes, para usar desde PC, smartphones, tabletas y iPods, con planes semanales y mensuales.

Y es en este contexto que YouTube, que ya tenía acuerdos con las discográficas, logró cerrar un largo y trabajoso contrato con Merlin, agencia que reúne a 20.000 sellos independientes, y enseguida anunció el lanzamiento de Music Key, su servicio de música por suscripción. Por ahora, a Music Key se accede por invitación y desde un número limitado de países. Sin embargo parece indudable que con la base de usuarios que tiene el portal de videos, le dará un fuerte empujón a la música por suscripción.

En un mercado en el que la piratería tiene inmensas dimensiones y en el que el focalizado resurgimiento del vinilo apenas mueve las estadísticas en el constante retroceso de los soportes físicos (CD, DVD),

En un mercado en el que la piratería tiene inmensas dimensiones y en el que el focalizado resurgimiento del vinilo apenas mueve las estadísticas en el constante retroceso de los soportes físicos (CD, DVD), los modelos de canciones por suscripción parecen prepararse para terminar imponiéndose a los sistemas de descargas de temas (downloads) como forma predominante de consumo de música. Su ascenso, con la promesa de nuevos bríos a partir del reciente anuncio de YouTube Music Key, parece estar terminando de conformar el nuevo mapa de la industria musical en la era de Internet.

En los servicios de música por suscripción, sea gratis y viendo publicidad o pagando una tarifa fija mensual, se tiene acceso ilimitado a inmensos catálogos de canciones (y videos musicales) que se reproducen en el servidor del proveedor del servicio, en tiempo real, sin alojarse en el equipo del usuario (a esto se llama streaming). Eventualmente, además, la música podrá bajarse al dispositivo propio (la PC, la tableta o el celular) para escucharla offline, pero ese derecho estará vigente solo mientras dure la suscripción.

Hay, además, servicios de streaming que no requieren suscripción. Es el caso de los sitios de videos online, donde no hace falta identificarse para ver videoclips precedidos (o rodeados) de publicidad.

En su Informe de la música digital 2014, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, su sigla en inglés), tituló uno de sus apartados, sin medias tintas, «La explosión de los servicios de streaming y por suscripción». Allí, se destaca que ya en 2013 estos servicios habían acentuado su tendencia al crecimiento al haber generado ingresos en un 51,3% superiores a los del año precedente.

La IFPI señala que se consolidan tanto las marcas globales (Deezer y Spotify), como otras regionales (Rdio, KKBOX, WiMP), y que el entonces por venir servicio de YouTube (Music Key), entre otros, refuerzan la tendencia.

Siempre a nivel global, la IFPI dice que los sellos discográficos «han adaptado su negocio a un modelo de consumo cada vez más basado en el acceso a la música y menos enfocado en la posesión de la música». Para la entidad, «un reflejo de esto es el mayor peso de los servicios por suscripción y streaming dentro de los ingresos por ventas. En la actualidad (2013), el 27% de los ingresos digitales de la industria proviene de los servicios por suscripción y del streaming financiado por publicidad, cifra que en 2011 solo alcanzaba el 14%».

A nivel local, los números a favor de los servicios de streaming y de música por suscripción también son contundentes. «El crecimiento del streaming soportado por publicidad (YouTube, Vevo) fue en 2014 de un 150% en relación al año pasado, medido en facturación. Mientras que el negocio de la música por suscripción facturó un 97% más que en 2013», le dijo a Clarín Rodrigo Decono, gerente del área digital de Universal Music Argentina. En la vereda de enfrente, «en las descargas de canciones hubo una caída de casi el 40% medido en unidades», señaló Decono. Aunque esa caída no se vio reflejada del mismo modo en las ganancias. «Se vende menos pero más caro», resumió el experto.

Un buen aporte a estas cifras ha hecho Spotify, que en septiembre cumplió su primer año en el país. Reticente a dar cifras, la empresa sí dijo que en ese tiempo desde Argentina se había accedido a seis millones de canciones, que generaron 711 millones de reproducciones, «lo que equivale a 48 millones de horas de música continua o 5.000 años de canciones», señalaba entonces Gustavo Diament, gerente general para Latinoamérica de Spotify. La empresa, de origen sueco, dice tener en el mundo 40 millones de suscriptores, de los cuales el 25% (diez millones de personas) eligen pagar para acceder a la música sin ver publicidad. Una proporción similar se daría entre los usuarios del país.

Otro factor que empujó en el país el crecimiento de la música por suscripción fueron las alianzas de las empresas de ese rubro con operadoras de telefonía. Así, Telefónica facilita a los clientes de Movistar y Speedy el acceso a los servicios de Napster. Mientras que Telecom se asoció el mes pasado a Spotify para que los usuarios de Personal y Arnet accedan a ese servicio de música con ventajas. Y hace unos días Claro presentó Claromúsica, un servicio por suscripción para sus clientes, para usar desde PC, smartphones, tabletas y iPods, con planes semanales y mensuales.

Y es en este contexto que YouTube, que ya tenía acuerdos con las discográficas, logró cerrar un largo y trabajoso contrato con Merlin, agencia que reúne a 20.000 sellos independientes, y enseguida anunció el lanzamiento de Music Key, su servicio de música por suscripción. Por ahora, a Music Key se accede por invitación y desde un número limitado de países. Sin embargo parece indudable que con la base de usuarios que tiene el portal de videos, le dará un fuerte empujón a la música por suscripción.

e a los sistemas de descargas de temas (downloads) como forma predominante de consumo de música. Su ascenso, con la promesa de nuevos bríos a partir del reciente anuncio de YouTube Music Key, parece estar terminando de conformar el nuevo mapa de la industria musical en la era de Internet.

En los servicios de música por suscripción, sea gratis y viendo publicidad o pagando una tarifa fija mensual, se tiene acceso ilimitado a inmensos catálogos de canciones (y videos musicales) que se reproducen en el servidor del proveedor del servicio, en tiempo real, sin alojarse en el equipo del usuario (a esto se llama streaming). Eventualmente, además, la música podrá bajarse al dispositivo propio (la PC, la tableta o el celular) para escucharla offline, pero ese derecho estará vigente solo mientras dure la suscripción.

Hay, además, servicios de streaming que no requieren suscripción. Es el caso de los sitios de videos online, donde no hace falta identificarse para ver videoclips precedidos (o rodeados) de publicidad.

En su Informe de la música digital 2014, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, su sigla en inglés), tituló uno de sus apartados, sin medias tintas, «La explosión de los servicios de streaming y por suscripción». Allí, se destaca que ya en 2013 estos servicios habían acentuado su tendencia al crecimiento al haber generado ingresos en un 51,3% superiores a los del año precedente.

La IFPI señala que se consolidan tanto las marcas globales (Deezer y Spotify), como otras regionales (Rdio, KKBOX, WiMP), y que el entonces por venir servicio de YouTube (Music Key), entre otros, refuerzan la tendencia.

Siempre a nivel global, la IFPI dice que los sellos discográficos «han adaptado su negocio a un modelo de consumo cada vez más basado en el acceso a la música y menos enfocado en la posesión de la música». Para la entidad, «un reflejo de esto es el mayor peso de los servicios por suscripción y streaming dentro de los ingresos por ventas. En la actualidad (2013), el 27% de los ingresos digitales de la industria proviene de los servicios por suscripción y del streaming financiado por publicidad, cifra que en 2011 solo alcanzaba el 14%».

A nivel local, los números a favor de los servicios de streaming y de música por suscripción también son contundentes. «El crecimiento del streaming soportado por publicidad (YouTube, Vevo) fue en 2014 de un 150% en relación al año pasado, medido en facturación. Mientras que el negocio de la música por suscripción facturó un 97% más que en 2013», dijo Rodrigo Decono, gerente del área digital de Universal Music Argentina. En la vereda de enfrente, «en las descargas de canciones hubo una caída de casi el 40% medido en unidades», señaló Decono. Aunque esa caída no se vio reflejada del mismo modo en las ganancias. «Se vende menos pero más caro», resumió el experto.

Un buen aporte a estas cifras ha hecho Spotify, que en septiembre cumplió su primer año en el país. Reticente a dar cifras, la empresa sí dijo que en ese tiempo desde Argentina se había accedido a seis millones de canciones, que generaron 711 millones de reproducciones, «lo que equivale a 48 millones de horas de música continua o 5.000 años de canciones», señalaba entonces Gustavo Diament, gerente general para Latinoamérica de Spotify. La empresa, de origen sueco, dice tener en el mundo 40 millones de suscriptores, de los cuales el 25% (diez millones de personas) eligen pagar para acceder a la música sin ver publicidad. Una proporción similar se daría entre los usuarios del país.

Otro factor que empujó en el país el crecimiento de la música por suscripción fueron las alianzas de las empresas de ese rubro con operadoras de telefonía. Así, Telefónica facilita a los clientes de Movistar y Speedy el acceso a los servicios de Napster. Mientras que Telecom se asoció el mes pasado a Spotify para que los usuarios de Personal y Arnet accedan a ese servicio de música con ventajas. Y hace unos días Claro presentó Claromúsica, un servicio por suscripción para sus clientes, para usar desde PC, smartphones, tabletas y iPods, con planes semanales y mensuales.

Y es en este contexto que YouTube, que ya tenía acuerdos con las discográficas, logró cerrar un largo y trabajoso contrato con Merlin, agencia que reúne a 20.000 sellos independientes, y enseguida anunció el lanzamiento de Music Key, su servicio de música por suscripción. Por ahora, a Music Key se accede por invitación y desde un número limitado de países. Sin embargo parece indudable que con la base de usuarios que tiene el portal de videos, le dará un fuerte empujón a la música por suscripción.

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