La mejor mucama de hotel de Argentina desnuda los malos hábitos de los huéspedes

La mejor mucama desnuda los malos hábitos de los huéspedes. “La mayoría deja el cuarto hecho un desastre”, dice. Ella hace una cama en 4 minutos y limpia un baño en 15.

Agradable sensación: llegar a un hotel, entrar a la habitación y darse cuenta de que todo está limpio, ordenado, con un aroma algo impersonal pero agradable. Entonces, será el momento de probar el colchón, comprobar que las toallas están en su sitio o, simplemente, prender la tele y ver que todo funciona. Detrás de la habitación perfecta está la labor de miles de mucamas que trabajan en unos 15.000 establecimientos de la Argentina. El viernes, ellas vivieron su noche, porque eligieron a la mejor del país.

El Torneo Nacional de Mucamas, organizado por la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra), se realiza desde 2011. De esta cuarta edición participaron 550 mucamas de 27 filiales. Primero, recibieron un curso de capacitación. Luego, 30 de ellas se pusieron a prueba en varias rondas clasificatorias. La semana pasada, en el Alvear Art Hotel, durante dos jornadas de evaluaciones, un jurado determinó quién es la mejor: Cristina Zapata, del Urquiza Apart Hotel & Suites, de Rosario.

Poco después de recibir un enorme ramo de flores y un cheque por 12.000 pesos, Cristina (36) contó que es mucama desde hace 15 años, que tiene dos hijos, de 16 y 18, y que siempre trabajó en Rosario. Primero en el Holiday Inn y desde hace una década en el Urquiza Apart. “Todos los días preparo unas diez habitaciones, en turnos rotativos. Prefiero la mañana, aunque la tarde es más liviana ya que solo se trata de realizar el servicio de apertura, que consiste en reponer las toallas y arreglar un poco la pieza, sin limpiarla a fondo”, dice.

Los turnos indican las diferencias entre las tareas. Durante la mañana se realiza la limpieza y preparación conocida como Check Out y luego el servicio de apertura (Turn Down), más liviano. Los jueces también tuvieron en cuenta la presencia y arreglo personal (desde el uniforme hasta el maquillaje), los elementos utilizados en sus tareas, la preparación del carrito que suelen empujar por los pasillos hoteleros y, por supuesto, el tiempo.

Con modestia, Cristina confiesa que es capaz de hacer una cama en unos cuatro minutos y que le llevará unos 15 limpiar el baño. “En el apart, tardo media hora en tener lista una habitación y en el Torneo tuve que hacerlo en menos de 25 minutos. Me puse un poco nerviosa, pero… ¡Lo logré!”, exclama con una sonrisa.

Claro que mucho depende de cómo esté la habitación. Cristina es sincera: “Hay de todo, pero la mayoría deja el cuarto hecho un desastre”. Ella no lo dirá, pero hay mujeres que usan las toallas para sacarse el maquillaje (algo que no harían en su casa) y los hoteles han cambiado sus toallas bordadas con sus logos por otras totalmente blancas, para disminuir los hurtos. Pero esta dejadez tiene un precio, porque muchos huéspedes se olvidan de todo. “Una vez encontré un aparatito. Creía que era un MP3, pero no, ¡era un juguete sexual!”, agrega Cristina. Ella ha pasado de la sorpresa al asco tras hallar “un montón de dinero en una riñonera abandonada en el baño (por supuesto, lo devolvió)” o “un profiláctico colgado de una lámpara”, según cuenta.

Los organizadores destacaron el esfuerzo, la dedicación y la destreza de las mucamas que compitieron. Recordaron la importancia de la capacitación asociada con la competencia y admitieron que además de inédito, este torneo quizá sea único en el mundo. ¿El secreto de Cristina? “Ser detallista, demostrar que hiciste tu tarea con esmero, y no así nomás. Hay que dar un plus de detalle más allá de la limpieza”. Todo sea para lograr esa sensación tan agradable que nos espera en el próximo cuarto de hotel.

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