«Al menos once personas se agarraron de la soga que tiramos, pero se cortó y a todas se las tragó el agua»

Día tras día, el juicio por la Tragedia del Paraná, que se realiza en el Tribunal Federal de Posadas, suma relatos impactantes de cómo fueron esos minutos fatales del 16 de enero de 2010, cuando la corriente generada por acción del viento y la presencia de barcazas en el río empezó a arrastrar hacia lo profundo a nadadores, remeros, piraguas y todo lo que no oponía suficiente resistencia. En este escenario de terror perdieron la vida ocho competidores.
Martín Montenegro, quien el 16 de enero de 2010 acompañaba como piraguero a Sebastián Ruzecki, una de las ocho víctimas fatales que tuvo ese infortunado cruce del río. También el rescatista
Oscar Bossi no estaba citado como testigo, pero tras ser nombrado por varias personas durante el debate, el Tribunal solicitó su presencia.
El hombre contó que siempre fue colaborador de la competencia pese a no tener nada que ver con la organización. En ese 2010 particularmente, y como en cada año, Pedro González, anterior organizador de competencias de aguas abiertas, solicitó su apoyo pero le dijo que en esa ocasión serían espectadores. Como se verá más adelante, Bossi no fue solo eso.
El testigo indicó que apenas se largó el cruce el tiempo cambió y un fuerte viento comenzó a generar olas que tumbaban algunas piraguas. Él junto a sus acompañantes, González, Breitemburch y dos personas más, acudieron a ayudar a algunos remeros. Inmediatamente se percataron que la corriente estaba llevando su lancha rumbo a las barcazas. “El embudo que se formaba en la unión de las dos barcazas succionaba nadadores, piragueros, botes y todo lo que pasaba cerca”, dijo conmovido.
Después de ese momento y ya cerca de los barcos pudieron arrojar una soga que permitió salvar la vida del profesor Luis Solé Masés y a su acompañante. En un segundo intento por sacar más gente y cuando las anteriores personas ya estaban en un bote de Prefectura, la cosa no fue igual.
“Tiramos la soga por segunda vez y aproximadamente once personas se aferraron a ella. Yo aceleraba la lancha con todo y apenas los sacaba del agua para ver su rostros. Después vino lo peor porque la soga se cortó y esa gente desapareció”, se lamentó.

Al mismo tiempo dijo que fue el primero en llegar a ese sector y que la segunda máquina de rescate fue la de Mauro Bacigalupi, una moto de agua. “Él intentaba sacar gente y lo hizo pero en un momento la corriente arrastró su moto y en la desesperación por prenderse del vehículo el jet ski se dio vuelta. Ahí también desapareció Mauro”, acotó.
En este contexto el hombre marcó que había una lancha de Prefectura cerca y que probablemente ya tenía personas a bordo. Que por el tamaño de la embarcación no podía acercarse mucho pero si hubiera tenido los medios como sogas o buenos amarres, la potencia del motor le hubiera dado la capacidad de sacar a toda esa gente que él no pudo.
Bossi contó que casi dando la vuelta a las barcazas encontraron a un joven que se aferraba a un pedazo de piragua. También a una lancha paraguaya que tenía a una persona desvanecida, ese era el profesor santafesino Luis Saide, que por los primeros intentos de reanimación pensaron que se podía salvar. Entonces lo llevaron a la costa pero lamentablemente este terminó siendo una de las ocho víctimas.
A la hora de generar opinión, Bossi, de suma experiencia en el río, dijo: “Esas barcazas eran una trampa mortal. En ese año de competencia no hubo tantas lanchas de apoyo y se notó”. Llegando a la hora de hablar de los días de búsqueda dijo que al principio fue difícil porque no había organización y faltaba combustible.
El hombre presenció cuando encontraron los cadáveres de Ruzescky, Seró y Bacigalupi. “Fue muy duro, yo estuve los 18 días que la gente salió a buscar y para tranquilidad de sus familiares pudimos sacar todos los cuerpos de los desaparecidos aunque hasta último momento tenía la esperanza que estuvieran vivos”, dijo emocionado.
Otro que declaró hoy fue Martín Montenegro, sobreviviente del hecho. Acompañaba a Sebastián Ruzecky y dijo que nadie advirtió la presencia de las barcazas. Pocos minutos después de la largada muchos botes comenzaron a darse vuelta dijo el testigo y que la corriente era muy fuerte. Arrastraba todo y su bote no era la excepción. El joven reconoció salvarse de milagro ya que fue asistido por una lancha, el presume que era paraguaya y que “todo fue un calvario. En un momento perdí de vista a Seba, mi acompañante y la piragua en que iba”, dijo.
También coincidiendo con anteriores relatos, dijo que nunca hubo un control estricto de Prefectura ni de la organización y que solo había una lancha particular colaborando en la largada de la competencia.
Luego llegaría la versión de Lisandro Amores, un nadador que se salvó de la tragedia. Contó que al principio el clima estaba bien pero después fue cambiando, pero que en años anteriores la competencia salió normalmente incluso con más viento. Algo llamativo que hasta el momento nadie había dicho.
Amores agregó que se topó casi de golpe con las barcazas, que según él se veían desde la costa paraguaya y cuando los nadadores eran trasladados para salir del club Pacú Cuá de Paraguay. “Vi las barcazas pero nunca imaginé que terminaría chocando con ellas. La fuerza de la corriente me chupó y luego de luchar mucho me terminó tirando del otro lado donde me aferré a un pedazo de piragua hasta que me rescataron”, señaló.
En referencia a cómo vio el río ese año en comparación con otras ediciones, dijo que estaba más crecido, pero que el cruce se había realizado en condiciones más feas y que las barcazas siempre estuvieron ahí, solo que en 2010 en diferentes posiciones. Antes, una seguida de la otra y esa vez en forma de L.
Por último, declaró Santiago Furlán quien se desempeñó aquel trágico día como piraguero. El joven no se acuerda si Prefectura controló elementos de seguridad pero siempre los que participaban solían llevar todo a modo personal.
También dijo que solo vio de lejos lo sucedido y que observaba cómo gente, piraguas y lanchas se acercaban a las barcazas y ahí sintió que algo estaba pasando. En ese entonces le dijo a su nadador que no siga y trataron de acercarse para ayudar. Como vieron que estaba complicado por la corriente, no pudieron y terminaron llegando cerca de las barcazas en la parte posterior y ahí vieron cómo rescataban a algunas personas.
Hugo «Tyson» Alfonso, entonces presidente de la asociación que organizó la competencia, y el prefecto Jorge Lezcano son los que están siendo juzgados por la Tragedia.

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