Tragedia del Paraná, el juicio: más testigos detallaron cómo lucharon por sus vidas para no ser «chupados» por las barcazas

El de hoy fue otro día de crudos relatos en el juicio por la Tragedia del Paraná, el cruce del río que terminó con la muerte de ocho nadadores el 16 de enero de 2010. En el Tribunal Oral de Posadas se escucharon detalles de quienes participaron en la búsqueda de las víctimas y otros que de milagro salvaron sus vidas.
La primera en declarar fue Nidia Reguera, una profesora de vasta experiencia que ese año llevaba por primera vez a un chico de 13 años de apellido Bruenstein pero que ya había cruzado a un hermano por cinco años consecutivos.
La mujer confió que en la semana previa de la competencia había dudas e incertidumbres si se realizaría o no. Esto porque los lugares de llegada del lado argentino, al menos los que se utilizaban con frecuencia, estaban inundados por la creciente del río Paraná.
Reguero sin entrar en detalles reconoció que “había gente de Paraguay que no quería que salga la competencia porque ese día estaba muy feo. Pero como venían a participar nadadores de otras provincias y había plata importante en premios, tenía que salir”. Al mismo tiempo aseguró que “en años anteriores cuando el clima no estaba de la mejor manera se suspendía. Pasó en otras pruebas que participé”, dijo.

Sobre cómo estaba el río aquel 16 de enero de 2010, dijo que su aspecto era bravo. “Estaba muy picado y poco después de que comenzó la competencia un viento muy fuerte se hizo presente y empezó a dificultar la cosa”. Al momento de llegar al club Pacú Cuá, de donde saldrían los nadadores, algunos remeros volcaron las piraguas, recordó.
Por otra parte consideró que en ningún momento se explicó bien las consideraciones a tener en cuenta por los deportistas y que no existió reunión para remeros o acompañantes como en años anteriores. “A los nadadores solo les dijeron cuál era el lugar de llegada ya que cambiaba respecto a otras competencias. Se haría en el Instituto del Seguro”, apuntó.
En función a si conocía a los organizadores del evento, dijo que siempre eran los mismos. Así nombró a Alfonso, González y el profesor Breitemburch.
En cuanto a lo sucedido, Reguera, envuelta en lágrimas por momentos, dijo que en ningún momento mientras competía con su nadador se enteró lo que había pasado. Nadie de la organización o de Prefectura paró la carrera, según la mujer y que cuando llegó a la costa argentina encontró gente llorando y con mucha preocupación, incluso sus hijos que temían por su vida.
Lo único raro que notó la profesora es que cuando transitaba a cierta distancia de la salida, observó a lo lejos un amontonamiento de colores, en referencia a las piraguas que se habían juntado en un lugar y ahí entendió que había unos barcos grandes, al menos lo que divisaba a la distancia.
También habló de la búsqueda. Que fue la parte en donde quizás más se quebró. “Uno de mis hijos me contó que tuvieron que hacer colectas porque Prefectura no tenía nafta ni para ellos y las embarcaciones particulares que colaboraban”. A su vez confió que participó de los más de diez días que la gente tardó en sacar a todos los desaparecidos.
Otra testigo que pasó ante el Tribunal fue Paula Soledad Parra. La joven fue en ese entonces competidora y relató que poco después de la salida se topó sorpresivamente con una de las barcazas. Que Federico Solé Masés la quiso ayudar porque él ya venía a contramano de la competencia, arrastrado por la fuerza que generaban las embarcaciones que transportaban soja.
Parra contó que fue desesperante ese momento que no pudo evitar ser arrastrada en medio de las dos barcazas y que quedó aprisionada en lugar muy pequeño y que pudo sostenerse con una soga que pendía de las mismas. Luego apareció Mauro Bacigalupi y que fue él que la ayudó a salir de ese lugar para que la subieran a un barco, que entendió como el de Prefectura pero no recordó con claridad. Incluso cuando le exhibieron algunas imágenes.
Después la joven vio cómo cerca de donde ella se había quedado atorada había muchas personas luchando por sus vidas y fueron siendo rescatadas poco a poco. Esta testigo también ratificó lo que otros han dicho y es que en ningún momento le advirtieron la existencia de las barcazas y que tampoco hubo mucho control de Prefectura ni de los organizadores.
Por último en cuanto al turno matutino, pasó Florencia Eskinazi, profesora de educación física que junto a Luis Solé Masés eran los guías de Paula. La mujer contó que fue un momento horrible y que sucedió imprevistamente. Después de la largada notaron que la corriente estaba muy fuerte y fue llevando su piragua hacía las barcazas, que en ese momento pensaron que las mismas podían servir como escudo contra el viento pero al intentar detenerse cerca de ellas no pudieron hacerlo.
Para ese entonces un pequeño grupo de nadadores, compuesto por Fernando Solé Masés, Sebastián Ruzecky y Paula Parra, habían quedado detrás y no pudieron verlos más porque la corriente los arrastró hasta la unión de las dos embarcaciones.
A esto la mujer agregó que ya había gente flotando ahí y agarrándose de donde podían. Con la fuerza que iba la piragua, no podían controlarla. “Era inevitable que colisionara a esas personas”, detalló y explicó que ella se tiró del bote.
Poco antes un joven se había agarrado de la piragua en la parte trasera y cuando ella salió, la misma se dio vuelta y todos quedaron hundidos. Poco después apareció una embarcación que les arrojó a ella y a Federico Solé Masés una soga y fueron llevados a salvo. Ahí se encontraron con el joven mencionado anteriormente, pero no así con los tres nadadores antes nombrados.
Ahí la mujer relató que cuando la lancha dio la vuelta a la barcaza había otra, aparentemente de la Armada Paraguaya que tenía un cuerpo flotando y después se enteró que era el de Luis Saide. Los del bote no querían tocarlo según contó Florencia por lo que lo subieron a la embarcación donde ellos estaban y lo intentaron reanimar mientras iban a la costa, pero fue en vano ya que una enfermera posteriormente le dijo que había muerto.
Entre lágrimas Eskinazi se lamentó que nadie le hubiera advertido sobre las barcazas y aseguró que si no estaban en ese lugar nada hubiera pasado. Ni desde la organización ni de Prefectura tomaron conciencia lo que podían significar debido a sus grandes dimensiones y como estaba el río en ese momento.
También hizo mención a la falta de combustible para la búsqueda y que sintió que la gente de Prefectura, al menos el que estaba en el puerto viejo, se vio desbordada por la situación. Que no vio ambulancias en la costa al menos al momento que llegaron los primeros rescatados.
El Tribunal informó que por pedido de los querellantes en acuerdo con la defensa y la fiscalía, se incorporaron por lectura distintos testimonios. Se trata de los testigos que estaban citados para la tarde.

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