Llegó y concluyó el esperado día, la larga espera. Es cierto, Luis Miguel genera expectativas cada vez que viene a la Argentina, pero para Misiones tenía un significado especial, fue una espera que duró 29 años. Muchas de aquellas que corearon las canciones de un joven exitoso, en la noche del jueves se volvieron a enamorar como si el tiempo no hubiera pasado desde aquel show del 85’.
Vayamos por parte para describir la visita más esperada del año.
Afuera, interminable fila de autos, y de gente esperando para ingresar, rodearon el Club Atlético Posadas abierto para las fanáticas desde las seis de la tarde. El operativo de seguridad funcionó tal lo previsto.
El merchandising, también estuvo. Sombreros, vinchas, posters, fotos, vendedores por doquier gritando la oferta con el rostro del ídolo, todo.
Adentro, un escenario imponente sorprendía a quienes ingresaban por los distintos sectores, mientras se acomodaban lugares, sillas, y quienes, los llevaron practicaban el mejor ángulo de los carteles para que el mexicano los leyera.
El dato de color lo dio más temprano la lluvia, que se volvió seriamente amenazante y preocupó a las fanáticas ante la posibilidad de que se postergara el show. Incesante fue por momentos, y en las horas previas, el pronóstico del tiempo fue lo más consultado.
Pero todo quedó atrás y aunque parezca mentira a la hora del show aparecieron las estrellas. Una vez dentro del club, la imagen se repetía, las cámaras, los celulares, los flashes, y las selfies fueron una constante. Hasta que al fin llegó él.
Con un estadio repleto Luis Miguel se dejó escuchar primero y ver después bajo un grito ensordecedor y luces en alto a las 21:20. No eligió uno de sus clásicos boleros para comenzar y optó por hacer bailar a sus incondicionales.
Se lo vio sonriente, cómodo, agradable con un público que lo miraba y admiraba, que cantaba con él como si supiese de memoria cada movimiento, cada pausa.
Las canciones, las mismas de siempre, aunque poco importa ya que era lo que el público esperaba escuchar. Suave, Esa Niña, Culpable o No, Sol Arena y Mar, No Culpes a la Noche, Todo y Nada, Hasta que Me olvides, son algunas de las canciones que sonaron.
El espectáculo duró más de una hora y media, tiempo en el que interactuó con sus fans, habló poco, quizás porque era evidente que tenía algunos problemas en la voz, quizás por eso también eligió no regalar tantos boleros y se volcó a sus temas más movidos.
Pero para hacer más descriptiva la crónica nos animarnos a ponerle un puntaje al recital. (Queda claro que será totalmente subjetivo y que cada fanática podrá coincidir o no). Ahí va.
Al escenario le ponemos un 8. Podría haber tenido algo más de despliegue. Fue casi el mismo de otros años.
Al artista, un 10. Luis Miguel se presentó impecable como siempre, participó a sus fans en el show, las incluyó, las mimó, las volvió a enamorar. Nunca perdió la sonrisa y recibió cada regalo con afecto.
El show, un 9. Tomando en cuenta que es un espectáculo internacional, fue muy parecido al que ya vimos en Corrientes hace dos años. Le vendría bien renovarse un poco.
A la visita, un 10. Luis Miguel, siempre será bienvenido a la tierra colorada. Ojalá la próxima no nos haga esperar tanto…