Caso Angélica Ramírez, el juicio: detallaron cómo fue el allanamiento en el que encontraron la prueba clave

Este jueves se realizó una nueva audiencia del juicio por el asesinato de Angélica Ramírez (14), asesinada en Puerto Rico el 27 de septiembre de 2012. Gran parte de la jornada se empleó para indagar detalles del allanamiento en el que incautaron pruebas clave en la casa del único imputado que tiene la causa: el panadero Francisco Bourscheid (52).

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La ronda de testimoniales empezó con los detectives que dieron con la pista del que terminó siendo el procesado por el crimen. Pero antes, los jueces Martín Errecaborde, Angel Dejesús Cardozo y Eduardo D’Orsaneo decidieron remitir los dichos de la forense Helga Sulamita Segovia de Ledesma a la Fiscalía en turno de Puerto Rico para que se investigue si la versión que dio tiene asidero. La profesional dijo ayer que una enfermera, que luego falleció, le contó que la muerte de la adolescente podía estar vinculada con una venganza narco.

El primero en comparecer fue el titular de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas (Saic), Fernando Castelli. Contó que su grupo de trabajos llegó a Puerto Rico el 29 de septiembre de 2012, dos días después del hecho.

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Recordó que por testimonios de vecinos obtuvieron el dato de que una camioneta roja fue vista cerca de la avenida terrada donde arrojaron el cuerpo de la jovencita. Añadió que las personas consultadas indicaron que el vehículo era parecido al de «un señor que repartía pan». «Luego de que el juez de Instrucción hizo su análisis, salió el allanamiento» en la casa del sospechoso, apuntó Castelli.

El funcionario judicial precisó que la requisa en la residencia del panadero se hizo con la presencia del imputado y de testigos. Incluso en la sala de debates se exhibió un video que tiene imágenes del allanamiento.

Castelli precisó que encontraron preservativos en la pick up, que dieron positivo para sangre en la prueba de luminol. Además confirmó algo que había dicho el propio sospechoso, que en la caja de la camioneta los estantes que había montado para colocar el pan estaban sujetos con precintos. Según el acusado, uno de esos precintos le lastimó un hombro y por eso estaba con una herida allí al momento de la captura.

Después declaró el vecino Claudio Cáceres, quien fue testigo de la primera revisión hecha al cuerpo de la víctima momentos después del hallazgo. Contó que pasaba por allí y lo llamaron para que fuera testigo. Afirmó que en la escena pudo ver muchas ramas, botellas y otros tipos de basura.

El hombre relató que cuidaba una casa en la colonia y que lo pararon cuando regresaba de comprar pan. Afirmó que no vio ninguna camioneta en la zona de manera previa al hallazgo.

Luego pasó por el tribunal el licenciado en Criminalística Martín Duarte. El profesional agregó detalles en el accionar de los actuantes en el allanamiento al domicilio del panadero. En coincidencia con Castelli, dijo que el imputado estuvo en todo momento y que se le explicó cada detalle de una prenda o elemento que se secuestraba como así también a las dos testigos. Estas dos mujeres en ningún momento abandonaron la escena, según Duarte más allá de unos metros que caminó una de ellas para recoger a su pequeña hija de meses que le habían acercado.

 

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Por otra parte, Duarte reconoció que al momento de encontrar un elemento se consideraba entre los otros profesionales si valía la pena su incautación. En este sentido, lo propio dijo otro de los testigos, el bioquímico Emilio Zappa, perteneciente a la Unidad Regional de Policía de Puerto Rico.

Zappa fue el siguiente en declarar. Dijo que fue convocado al allanamiento y que llegó cuando ya había comenzado. Sostuvo que inmediatamente le exhibieron un par de zapatillas que le llamó la atención la forma de la suela. En ese momento recordó que aquella forma del calzado podía estar relacionada con huellas que había visto en la escena donde encontraron a Angélica y de la misma forma se comprobó que presentaba rastros de sangre, que luego de la prueba de ADN se comprobó que pertenecían a la víctima.

Al ser consultado qué pensaba sobre ello, el hombre dijo sentir una sensación extraña al momento que se comprobaran esos hallazgos. Esto relacionado al rumor que en un momento circuló por el pueblo que las pruebas habían sido plantadas. Dijo estar tranquilo porque el trabajo que se realizó en la investigación fue impecable y que puede dormir sin sentir ninguna culpa porque todo lo actuado fue de la manera que indican los procedimientos de la Justicia.

También pasó delante del trío de jueces y las partes la licenciada Paula Leguía. Ella examinó dos veces a través de pericias psiquiátricas al imputado y concluyó que se podía estar ante una persona violenta por sus antecedentes relacionado al alcohol, pero que por su personalidad él nunca podría verse como tal y en todo caso las reacciones violentas se producirían para llevar adelante una finalidad tal vez no programada.

Argumentó, por pregunta de la fiscal Liliana Picazo, que este tipo de personas pueden tener reacciones agresivas o violentas que no van de la mano con lo planificado. Que pueden actuar en su sano juicio o no, en todo caso bajo un ataque de ira cuando no pueden satisfacerse ante una debilidad, ejemplo caro la abstinencia al alcohol. No trató ni tuvo conocimiento de las consecuencias o problemas depresivos comunicados sobre el panadero.

Otros dos importantes testigos que mostró el día de la fecha fueron personas que trabajaron en el entorno de los celulares incautados, tanto sea el de la víctima como el imputado además de otros que luego fueron retirados del expediente.

El primero de ellos fue José Romero Báez, integrante también del Saic. El hombre contó que tuvo a su cargo investigar las secuencias de los últimos movimientos del teléfono celular de Angélica y que no encontró datos que fueran a modificar la investigación. Incluso la fiscal del caso en un momento le hizo saber que la madre de la víctima había dicho que se comunicó con su hija cerca de las 18 30, en horas anteriores a que se la encontrara muerte, pero a través de un mensaje de texto enviado por ella desde un caber, porque no tenía crédito. Este registro no pudo ser establecido y lo propio lo afirmó el perito de Gendarmería Nacional Fabián Rivas, quien se encargó de trabajar con el entrecruzamiento de datos de los celulares incautados.

El sargento de dicha fuerza federal explicó que debiera quedar registro en el teléfono celular de cualquier llamada o mensaje por más que no se realice de un aparato a otro. Que en los diálogos de mensajes extraídos del teléfono de Angélica se tomaron algunas conversaciones de tipo amorosas y con supuestas amigas, pero nunca con el celular del imputado.

Por último, se presentó un joven de 24 años de nombre Alejandro Cuba, quien dijo conocer a la víctima a través de una novia que tuvo hace un tiempo llamada Florencia, todos conocidos de la escuela donde asistían. No dijo conocerla mucho pero sí que sabía que Angélica en su momento había manifestado intensiones de salir con una persona conocida con el apodo de Galy.

El muchacho precisó que  solo lo tenía presente de vista y no conocía mayores datos como el nombre y apellido, tampoco dónde residía, aunque presumía que era del barrio. Tampoco el joven manifestó haberlos visto juntos.

Por acuerdo entre las partes y respaldado por el tribunal, se decidió prescindir del testimonio de Néstor Aquino, quien aparentemente no puede aportar demasiado porque solo conocía a la víctima de chica cuando jugaba con sus hijos. Sí se requirió el testimonio de su ex mujer, que aparentemente en una etapa de la instrucción declaró que vio a Angélica con una persona de la mano. La misma será citada próximamente ya que había pedido por intermedio de su ex pareja no venir porque tiene siete hijos y no tiene con quién dejarlos en Puerto Rico. Desde el tribunal se expidieron que arbitrarán todos los medios necesarios para que esto se lleve a cabo. Esto por expreso pedido de la defensa del imputado, a cargo del abogado Mario Cacéres.

Tampoco compareció Migue Torres, testigo de la prueba de luminol. Sus dichos en la instrucción se incorporarán por lectura en su momento. A otro testigo, identificado como Luis Cuenca, no se lo halló en su el domicilio fijado.

Sí se presentó Diego Antúnez Rivas, pero ninguna de las partes consideró necesario su testimonio o al menos no formularon preguntas y se retiró inmediatamente. Esto de algún modo genero cierto malestar por el presidente del tribunal al expresar que la calidad de testigos propuestos no fueron empleados con la mejor consideración, sin explicar quién había pedido su testimonio.

El debate finalizó cerca de las 14 y pasó a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes a las 8.30, siempre en el recinto del Tribunal Penal Uno, ubicado en La Rioja, entre Rivadavia y Tres de Febrero.

 

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