Reflexión dominical de Monseñor Juan Rubén Martinez Obispo de Posadas

Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para el 27º domingo durante el año. El texto del Evangelio de este domingo (Mt. 21, 33-46) presenta en forma de parábola la historia del Pueblo de Israel. La viña del Señor representa a su pueblo. Sus dirigentes no solo no dan los frutos que les correspondía al dueño de la viña, sino que matan a sus servidores y al mismo heredero. Este texto podemos leerlo aplicándolo a la vida de todo cristiano, sea laico, consagrado o sacerdote. El Reino de Dios es también una realidad que nos es dada a cada uno de nosotros. En efecto, la gracia de Dios que se nos otorga gratuitamente, la vocación cristiana, la fe, la revelación de la Palabra de Dios, la comunidad y los sacramentos, son algunos de los bienes que Dios nos ha confiado para que produzcamos frutos.

El próximo domingo 12 de octubre celebraremos en la “Jornada mundial de las Misiones” y como cada año el Papa Francisco nos envía un mensaje para nuestra reflexión. Durante estos domingos de octubre iremos tomando parte de este mensaje para rezar con dicho texto y desde su lectura discernir caminos que nos ayuden a mejorar la dimensión misionera de la Iglesia, que es su fundamental razón de ser.

El texto de este año toma el tema de la alegría como clave del anuncio. En su introducción nos dice: “Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la iglesia están llamados a participar, ya que la iglesia es misionera por naturaleza: la iglesia ha nacido “en salida”. La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias jóvenes en los territorios de misión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción. De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera. Precisamente sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas” (cf.10,21-23)…

Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las personas. Sin embargo, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10,20). A ellos se le ha concedido experimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos es motivo de gozosa gratitud para el corazón de Jesús. Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños (cf. Lc 10,21). Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás.
Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.

Durante el mes de octubre rezaremos por el tema de las misiones y por las familias. Este domingo se está realizando el encuentro diocesano de la “infancia misionera” y de todos los niños en el polideportivo de Corpus. Todos estaremos unidos desde nuestras comunidades con nuestra oración, para que en el corazón de nuestros niños esté el gozo del encuentro con Jesús, y pediremos que el testimonio de los más pequeños nos inviten a tener la simplicidad y la inocencia que tienen los niños para que todos podamos comprender que el Reino de Dios les pertenece a los pobres de Espíritu.

Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo

Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas.-

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