El Poder Judicial suma jueces nacidos en los albores de la democracia

En el concurso para acceder al cargo, hubo quien le preguntó si tenía miedo de involucrarse en la Justicia por su condición de mujer. Sólo sonrió y negó con la cabeza. Ya había decidido hace tiempo trabajar en la Justicia. Dejó un prometedor trabajo en Buenos Aires para volver a Misiones y dedicarse a lo que estaba convencida era su pasión.
Adriana Fiori se convirtió el jueves en una de las integrantes más jóvenes del servicio de Justicia de Misiones. Después de pasar por el filtro del Consejo de la Magistratura, fue elegida por el gobernador Maurice Closs para ser la primera jueza de Paz de Itaembé Miní, que estrenará el cargo. Sus pliegos fueron aprobados sin discusión por la Legislatura provincial.
Nacida el 10 de julio de 1983, Fiori, asegura que ser joven tiene sus pro y contras, pero se muestra decidida a asumir el desafío de acercar el servicio judicial al ciudadano.
«Es bueno que haya renovación, que los jóvenes nos comprometamos y asumamos desafíos», contó la flamante jueza, que trabaja actualmente en el juzgado Civil y Comercial 8.
Seis años ejerció la profesión en Buenos Aires, luego un año en Posadas y luego al Poder Judicial.
«Creo que la justicia está mejorando, pero falta mucho todavía. Sobre todo hay que hacerla más rápida. De todas maneras hay jueces más dispuestos», explica.
«No hay que perder de vista el objetivo, que es solucionar los conflictos de la gente y todos tenemos que trabajar para que se resuelvan de forma rápida.
Realmente creo que quedó atrás la figura de un juez en un despacho y con los filtros para llegar. El juez tiene que estar disponible siempre», define como promesa de trabajo.
Ser joven, afirma tiene a favor «la energía de arrancar con nuevas cosas y la flexibilidad a nuevas ideas, nuevas tendencias».
Aunque parezca de otras épocas, hubo quienes pusieron la lupa sobre su condición de mujer pero eso no la amilana. «Siempre me involucré con problemas de la gente, he ido a la policía sin tener el apoyo con el que contaré ahora, así que con más razón no tengo miedos.
Creo que estamos en un proceso de cambios y evolución con un lugar de la mujer mucho mejor».
«En la justicia civil la mayoría son mujeres, en la justicia penal aún siguen siendo la mayoría hombres», agrega.
El primer paso como jueza tiene ocupadas todas sus expectativas. «Mi objetivo está fijando inmediatamente en lo que se viene en Itaembé Miní. Hay mucho trabajo por hacer. Tengo ansias de este barrio, de ver cuáles son las necesidades», precisó.
Todavía no tiene fecha de asunción, ya que el edificio está en plena construcción.
Pero sin dudas, son etapas de cambio para la flamante jueza. Está en pareja con el contador Juan Diego Trejo y embarazada de tres meses. «Estamos dando los primeros pasos en la formación de nuestra familia», cuenta la funcionaria, que cursó sus estudios en el Martín de Moussy para después estudiar abogacía en la Universidad de Belgrano en apenas cuatro años, entre 2002 y 2006. Al año siguiente, realizó un posgrado en derecho procesal civil en la UBA y en 2008, otro de asesoramiento de empresas en la Universidad Austral y uno en riesgos del trabajo en la Universidad Católica de Buenos Aires. Entre 2009 y 2010 hizo una maestría en Derecho y Economía en la Universidad Torcuato Di Tella.
«Pero tal vez mas importante que esos posgrados, fue la experiencia en 2011 con el proyecto «extensionismo cívico vecinal» que llevamos a cabo con un grupo de jóvenes y el apoyo de la Asociación Misionera de Mediación, en el marco del cual visitamos los barrios de San Isidro en Posadas y Fátima en Garupá. Dimos talleres de educación cívica a la población y tratamos de ayudar a quienes nos comentaban sus conflictos acercándolos a las instituciones», relata.
«En Buenos Aires trabaje seis años en un estudio jurídico cuyos clientes eran compañías de seguros. La experiencia ganada en esos años fue muy importante, pero mi deseo era trabajar en la justicia. Siempre sentí vocación por la actividad pública y planear estrategias de defensa legal no era lo que me hacía sentir completa a nivel profesional. Siempre sentí que mi función y la razón por la cual decidí estudiar derecho eran otras. Así que a fines de 2010 decidí renunciar al estudio, volver a Misiones para estar cerca de mi familia, e intentar iniciar mi experiencia en la justicia. En noviembre de 2011 logré ese objetivo y desde entonces tengo la satisfacción de estar haciendo lo que quiero: acercar la justicia a la gente».

“Tenemos que estar en el lugar de los hechos”

Carlos Giménez, nació el 26 de abril del último año de la última dictadura militar y se convirtió en juez de Instrucción 7 de Posadas.
El flamante magistrado destacó “la fortaleza que tenemos los jóvenes”.
“Yo me vengo desempeñando en el juzgado de Instrucción N° 2 a cargo de César Yaya y me venía preparando para esto, pero me sorprendió un poco llegar a la terna y después la designación también”, contó.
“Me recibí en 2008 y ejercí la profesión en forma independiente hasta 2011. Estuve en la parte jurídica del Iplyc y en marzo de 2011 tomé posesión del cargo de secretario en el juzgado de Instrucción N° 2”, dijo sobre su experiencia judicial.
“Sé que hay muchos reclamos de parte de la sociedad, pero también se está apostando mucho a la tecnología. En marzo de 2013 tuvimos cambios en cuanto a la legislación de nuestro Código Procesal Penal y la verdad que se está viendo reflejado desde mi juzgado actual en cuanto a la agilidad que estamos teniendo, y eso se ve reflejado en las causas que estamos elevando a juicio”, indicó.
“Yo creo que un juez de Instrucción tiene que estar en todos los lugares de los hechos que le sea materialmente posible, porque si no judicializás en el momento, cuando pasa el tiempo se vuelve muy poco probable que se esclarezcan los hechos”, advierte.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas