Las herramientas y las manos

Escribe Luis Mario Pastori-Diputado Nacional UCR Misiones

Sabemos que el Estado es la herramienta que las sociedades tienen para cambiar su realidad. Las políticas públicas son las instrucciones que recibe el aparato del Estado para cambiar esa realidad hacia un lado o hacia el otro. El manejo de semejante poder es un tema que debería interesarnos a todos, porque esas políticas públicas pueden ser más o menos democráticas y participativas.
La reciente sanción de la Ley de Abastecimiento sirve para ejemplificar las distintas visiones que tenemos del Estado. Creo que es una buena oportunidad de plantear las diferencias. Hemos discutido en el Congreso un proyecto del Poder Ejecutivo en el que se le facilitan grandes poderes sin contrapesos. La primera ley sobre este tema fue dictada durante la Presidencia de don Arturo Illia. En aquella ley, los representantes del pueblo eran los que habilitaban la excepcionalidad para la intervención. Lo que aquí se propuso es al revés: habrá intervención y eso puede ser la norma. No podemos, de ninguna manera, avalar que la excepcionalidad sea lo habitual. Y menos aún, cuando se silencia a uno de los poderes del Estado.
Queremos un Estado en el que los ciudadanos puedan supervisar y que sirva para que podamos trabajar con más libertades y no un Estado que pueda oprimir a los ciudadanos. Ya hemos visto qué son capaces de hacer algunos funcionarios cuando no les gustan las actividades de los administrados. Hemos visto cómo han impuesto multas por divulgar información que el mismo Estado falseaba. Imaginen que hoy, una multa millonaria, es condición previa a la discusión de la multa. Esto pone a los ciudadanos a merced de un funcionario. El funcionario puede poner al Estado a trabajar en beneficio propio sin poderes que se le opongan.
Creo yo que las normas no pueden separarse de las personas que la van a utilizar. La Ley no lo es sino en un momento histórico. Y las leyes responden a su propio tiempo y sus circunstancias. Por eso veo que en este paquete se dice mucho más de las características del gobierno de lo que los redactores suponen que están diciendo: están dejando al descubierto todo el poder que quieren sin ningún control de ningún tipo. Nuevamente: lo contrario de lo que siempre hemos querido los radicales, que hemos buscado contrapesos a los poderes.
El Estado es la herramienta que los débiles tenemos para protegernos de los poderosos. Si los poderosos lo manejan sin límites, estaremos más desprotegidos aún. Por eso, voy a recordar que estas discusiones son tan viejas como la política misma y que no deberíamos sorprendernos. Hace más de 2500 años, el viejo Esopo nos dejaba como moraleja de la fábula del león y el ciervo la siguiente frase: “No des poder a los irascibles, pues si nos dañan sin motivo, más lo harán cuando estén inconformes”. Parece que aún no aprendimos. Creo que todavía podemos hacerlo.

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