Mauricio confía en lo hecho hasta ahora por el juez César Jiménez, quien juzgará a los dos acusados por la muerte del joven, ocurrida tras un alternado en un boliche en marzo de 2006. Afirma que no se puede dejar que la causa prescriba y que el juicio es necesario para que su familia pueda seguir con su vida.
Mauricio Mercol tiene ese acento que es marca registrada de los cordobeses, que no ha perdido pese a los años que lleva en Misiones. Aparte del tono de la provincia mediterránea, su voz arrastra un dolor indisimulable. “Hace nueve años que venimos fumando este faso”, ilustra para que se entienda de qué se trata. Habla de la muerte de su hijo Iván, que ocurrió el 19 de marzo de 2006, tras una pelea registrada en un boliche de la avenida Corrientes.
Después de cuatro postergaciones, por un sinfín de planteos hechos por la defensa de los dos imputados que tiene la causa, Sebastián Ruiz y de Diego Cantallops, se fijó como fecha de inicio del debate al martes 16 de septiembre. “Sabemos que terminará el 4 de octubre, más o menos. Las expectativas son gigantes. Van a pasar 67 testigos, pero lógicamente hay muchos que no tienen nada para decir”, dijo el padre de Iván a Radio Libertad y Misiones Online.
Mauricio confía que en esta ocasión el debate va a salir. Cree en lo que está haciendo el juez César Raúl Jiménez, quien juzgará a los acusados, porque con la modificación del Código Procesal el tipo de delitos que endilgan a los procesados por la muerte del joven la causa tiene que tener su resolución en el fuero Correccional.
“Siempre confiamos a pesar de que fuimos defraudados reiteradamente. No por la Justicia, sino por personas que manejaron a discreción esto y suspendieron el debate tantas veces. Pensamos que en esta ocasión se tomó conciencia de que no se puede dejar que este caso, ni ningún otro, prescriba”, sostuvo Mauricio.
Para Mercol, este expediente tiene sus particularidades, como las circunstancias del hecho y el largo trajinar por distintas instancias, incluido el Superior Tribunal de Justicia. “El doctor Jiménez no va a permitir una dilación más”, aseguró.
Aclara que las familias de los imputados nunca tuvieron contacto con él. Sobre los acusados dijo que, por comentarios de conocidos, sabe que uno vive en Itaembé Miní y trabaja en la Entidad Binacional Yacyretá; y el otro reside en Comandante Andresito, donde se desempeña como médico del hospital.
“Jamás perdería tiempo en ver en qué andan. Lo considero hasta morboso. Sé de ellos porque tengo clientes en toda la provincia y muchos conocidos, que me cuentan que los han visto. Yo puntualmente lo único que quiero es que ambos se sienten en el banquillo ante el juez”, aclaró Mauricio.
Afirma que espera el juicio para poder seguir con su vida. “Ha sido muy difícil, porque hubo mucho maltrato, con el tema de las suspensiones del juicio. Nunca hubo justificativos serios para suspenderlo. Nosotros quisiéramos pararnos en otro sitio. Ver la cosa desde otro lugar. Porque sabemos que tenemos que lidiar con el dolor de la pérdida de un hijo durante toda la vida, pero si sumado a esto hay que cargar con la falta de justicia, es una mochila muy pesada”, se sincera el hombre, que sigue al frente del negocio dedicado a la venta de insumos para la construcción. Iván lo ayudaba en la tarea.
“Se sufre, se pasa malos momentos. Días de angustia, de nervios. Muchos de las cuales uno se las tuvo que pasar haciendo trámites de la causa y donde escuchaba: ‘Espere, que ya va a salir el juicio’. Y ya llevamos nuevo años, nueve años fumando este faso”, remató Mauricio.
Iván tenía 22 años. El 19 de marzo de 2006 tuvo un altercado con Ruiz y Cantallops. Ahora el juez Jiménez deberá determinar cómo fue ese incidente, en el cual la víctima recibió un golpe en la cabeza que le provocó lesiones letales y la llevó a la muerte horas después.
Los imputados están acusados del delito de “homicidio preterintencional”. Es decir que mataron sin intención de hacerlo.
