La involución energética en Misiones

Después de una larga y compleja lucha por el desarrollo provincial, que nos insumió más de tres largas décadas, en 1990 Misiones logró romper el monopolio de  los  fortísimos  intereses  creados,  existentes  en  torno  a  la  generación termoeléctrica;  intereses  que  por  medio  de  distintos  tipos  de  presiones,  nos impedían suplantar las costosas y muy limitadas usinas que funcionan devorando enormes cantidades de combustibles fósiles; intereses que nos impedían (impiden) utilizar nuestro enorme potencial hidroeléctrico.

En  nuestra  provincia,  al  carecer  de  gasoductos,  dependíamos  –contra  toda lógica-  del abastecimiento de combustibles líquidos, los cuales a partir del cierre de la planta de almacenamiento de YPF de Posadas, deben ser transportados por tierra desde San Lorenzo, Santa Fe, en un largo periplo de más de 2.000 kilómetros entre ida y vuelta, pues al transportarse combustibles, debe sumarse el costo del flete falso del equipo vacío, en su viaje de vuelta.

Esos  fletes  seguramente  fueron  un  excelente  negocio  para  la  empresa transportista  –que  creció  exponencialmente-,  pero  era  una  operatoria  ruinosa para las arcas estatales, pues en promedio los fletes encarecían el precio del Diesel Oil, 35 % por sobre el ya costoso precio del combustible al pie de la refinería.

Y  aunque  los  usualmente  escandalosos  y  verbalmente  violentos  militantes del  ecoterrorismo  se  nieguen  sistemáticamente  tan  siquiera  a  considerarlo,  la generación termoeléctrica es muy contaminante.  No solo emite gases por efecto de  la  combustión  de  cada  grupo  electrógeno,  también  utiliza  lubricantes  y refrigerantes,  que  con  frecuencia  terminan  derramados  en  algún  vertedero  de basura, donde contaminan la tierra y enormes cantidades de agua de lluvia  y  del subsuelo.  La  contaminación  sónica  es  otro  efecto  negativo  de  las  usinas termoeléctricas;  además de los  repuestos  usados,  empapados en combustibles y lubricantes,  que  por  lógica  también  contaminan.  Y  por  supuesto,  los  fletes  de combustibles  son  una  larga  y  muy  contaminante  huella  de  carbono  y  otros residuos perniciosos, sin olvidar los muy  negativos efectos de la interminable fila de  camiones,  congestionando  el  tránsito,  agregando  peligros  y  potenciales accidentes a las rutas argentinas y en particular a las de esta provincia.

¿Acaso  alguien  vio  alguna  manifestación  de  los  muchos  grupúsculos de activistas  del  ecoterrorismo,  en  contra  de  las  usinas  termoeléctricas, verdaderas devoradoras  de  combustibles,  aunque  se  las  instalen  frente  a  sus  narices?  ¡No, jamás  lo  hacen!  Sucede  que  aunque  no  lo  reconozca  ningún  activista  del ecologismo cavernario, sus agendas son dictadas desde el exterior, y marcadas por las transnacionales del ecologismo fundamentalista que operan en nuestro país.  Y las ONGs transnacionales, demuestran hacer muy buenas migas con las petroleras transnacionales anglosajonas.

Más allá del valioso paliativo que significó la  interconexión con la  generación hidroeléctrica  de  Acaray  –  Paraguay-  (cuya  magnitud  decreció  por  el  lógico aumento  del  consumo  propio  del  vecino  país,  y  que  además  estuvo  sujeta  a  los vaivenes  de  la  cotización  del  dólar),  el  verdadero  quiebre  del  monopolio termoeléctrico  estuvo  marcado  por  la  puesta  en  marcha  de  la  Central Hidroeléctrica Urugua-Í, verdadero hito del desarrollo provincial y obra modelo en su tipo en Sudamérica.

Urugua-Í permitió tener las usinas termoeléctricas   como  reservas  frías  (o sea paradas, disponibles para emergencias o posteriores crecimientos de la demanda), y  sobre  todo,  cortó  el  cuantioso  derroche  de  combustibles  y  negocios  asociados (fletes y otros).

Posteriormente,  la interconexión con Yacyretá (originalmente negada por el centralismo  portuario,  perversamente  ejercido  sobre  todo  en  épocas neoliberales),  completó  positivamente  la  matriz  eléctrica  de  Misiones;  tanto  que nuestra provincia es la única del país en la que el 90 % de la electricidad consumida es  hidroeléctrica;  siendo  que  la  matriz  eléctrica  nacional  depende  en  su  mayor parte (65 %) de los combustibles fósiles.

Lamentablemente,  los  bajos  costos  de  la  generación  hidroeléctrica  no  se reflejan en  los precios finales de la electricidad en Misiones, influyendo en eso la sobredimensionada  estructura  de  costos  de  EMSA,  y  los  lógicos  mayores  costos operativos  resultantes de un  servicio  prestado  en  una  matriz  geográfica  muy dispersa  y  con  escasos  consumos  unitarios  relevantes.  O  sea,  se  cubre  toda  la provincia (cobertura muy dispersa), y son casi inexistentes los grandes consumos industriales  o  de  otros  grandes  usuarios,  lo  cual  es  característica  de  la  baja industrialización  de  Misiones,  que  resta  rentabilidad  a  la prestación  del  servicio eléctrico.

Pero volviendo al tema central que motiva este artículo, ante la incoherente y  perversa  “demonización”  de  la  generación  hidroeléctrica,  sistemáticamente realizada  por  los  militantes  del  ecoterrorismo;  por  determinados  medios  de comunicación  nada  objetivos  ni  veraces  (o  que  defienden  otros  intereses encubiertos);  y  por  políticos  de  muy  bajo  vuelo  y/o  de  notables  carencias  de formación;  resulta  notorio  el  congelamiento  total  al  cual  sometieron  a  todos  los proyectos hidroeléctricos estudiados y otros factibles. Y esos proyectos no son solo las  importantes  centrales  hidroeléctricas  binacionales,  a  construirse  con  Brasil  y  Paraguay  –que  serán  importantes  factores  de  consolidación  de  nuestras integraciones  en  los  marcos  del  Mercosur  y  la  Unasur -,  sino  también  –lamentablemente-, se han  dejado de lado  más de media  docena de interesantes proyectos de mediana potencia, planificados en ríos interiores de Misiones, y que de haberse construido, habrían fortalecido nuestra matriz eléctrica con múltiples efectos positivos, dando más  seguridad al sistema de transmisión y mejorando la calidad del servicio, al mejorar y estabilizar la tensión en lugares hoy muy críticos, por  estar  muy  alejados  de  las  fuentes  de  generación,  lo  cual  provoca  caídas  de tensión  y  otros  problemas  técnicos,  tal  como  lo  han  explicado  con  notable solvencia  técnica  los  ingenieros  Soracco  y  Beltramo,  entre  otros  capacitados profesionales de nuestra provincia.

Incluso,  esas  presas  hidroeléctricas  en  cursos  de  agua  interiores,  habrían solucionado los serios problemas de abastecimiento de agua a diversas localidades –absurdamente  incoherentes  en  una  provincia  riquísima  en  recursos  hídricos-,  y eventualmente  hubiesen podido  suministrar  valiosos  sistemas  de  riego, a los agricultores  de  sus  zonas  de  influencia. A  todo  ello,  se  suman  los  innegables atractivos turísticos que esas obras y sus embalses, inteligentemente manejados, sin duda pasan a constituir. Hay tantos ejemplos positivos en tal sentido, que solo la fanática necedad del ecoterrorismo puede negarlos.   Por supuesto no me refiero a  las  microturbinas,  las  que  por  sus  minúsculos  tamaños  nunca  “movieron  la aguja”  y  fueron  estruendosos  fracasos,  pues  ni  siquiera  se  autofinanciaban  (sus bajísimas generaciones no alcanzaban ni para pagar personal de mantenimiento, ni otros exiguos gastos menores).

Dado que el variado arco de la dirigencia política de Misiones, parece incapaz de  vencer  el  perverso  embretamiento  pseudo  ecologista en  el cual se metió, a consecuencia  del  mentiroso  plebiscito  de  1996  y  de  los  accionares de determinados oportunistas de muy bajo vuelo, y de la irresolución de otros, casi nadie  parece  dispuesto  a  analizar  el  tema  con  la  debida  seriedad  y  sólida fundamentación, con lo cual se sigue perdiendo tiempo. Como  el  consumo eléctrico  sigue  creciendo, y los  problemas de caídas de tensión y otras precariedades técnicas se van agravando, en lugares alejados de las grandes usinas o conexiones básicas con ellas, va siendo necesario implementar de urgencia,  diversos  “parches”, que  individualmente  no  representan  grandes inversiones iniciales, pero a la larga  resultan muy costosos, desde lo económico y lo  ambiental,  así  como  desde  lo  social,  pues  son  “soluciones”  muy  limitadas  y condicionadas.

En ese contexto, y pese a que hay líneas de financiación promocionales para centrales  hidroeléctricas  de  mediana  potencia;  como  absurdamente  la  dirigencia de Misiones se sigue negando  –mayoritariamente-  a implementar esas soluciones energéticas, de muy bajo costo operativo; ante falencias puntuales en el servicio eléctrico,  con  financiación  de  La  Nación,  se  montaron  hace  pocos  años  dos pequeñas usinas Diesel en Aristóbulo Del Valle y Leandro N. Alem. Pese a ser uno de los focos más virulentos del ecologismo cavernario una de esas  localidades,  los  supuestos  “ecologistas”  guardaron  silencio  absoluto,  ¿acaso no contaminan mucho los motores Diesel instalados? ¡Es que no son “ecologistas”, son meros opositores al desarrollo socio económico, y por ende son opositores al desarrollo de la hidroelectricidad!

Ahora, en este mes de agosto de  2014, el gobernador de Misiones anunció diversas  inversiones  para  EMSA,  y  entre  ellas,  las  adquisiciones  de  más  equipos Diesel de generación de muy baja potencia unitaria (menos de 1 MW), a instalarse en Bernardo de Irigoyen, San Antonio y otra localidad a determinar. Como  ya  es  usual,  los  ecoterroristas  parecen  estar  muy  complacidos,  no molestándoles las múltiples contaminaciones de esos grupos electrógenos Diesel.  ¿Ambientalistas…?  ¡No!  Son  simples  ecoterroristas  que  se  complacen  en  el subdesarrollo crónico.

Mientras muchas localidades padecen deficiencias en el suministro de agua potable, los sufridos colonos padecen recurrentes sequías (¡en una provincia llena de  agua  superficial y subterránea!),  mientras  que  el  enorme  potencial hidroeléctrico se dilapida inútilmente hora a hora…¡nadie parece tomar conciencia de  semejante  conjunto  de  absurdos  institucionalizados,  a  partir  de  las  mentiras montadas en torno a la generación hidroeléctrica!

Seguro que los ecópatas y otros fanáticos seguirán mintiendo acerca  de las falsas “enormes posibilidades” de las energías eólica (en una provincia sin vientos permanentes),  y  solar  (que  no  funciona  de  noche,  ni  en  los  frecuentes  días lluviosos  y  nublados),  como  tampoco  querrán  tozudamente  reconocer  las intermitencias  de  esas  limitadas  tecnologías  de  generación  que  dependen  de factores aleatorios como el sol y el viento; todo lo cual las hace a eólicas y solares inútiles para operar como centrales de base.

Mientras, los transportistas de combustibles, deben estar restregándose las manos,  ante  la  absurda  involución  de  Misiones,  que  retrocediendo  medio  siglo, vuelve a depender  –parcialmente-  de la ineficiente y obsoleta generación Diesel, todo por negarse en base a prejuicios maliciosos, a la limpia y eficiente generación hidroeléctrica.

Los interesantes proyectos hidroeléctricos de entre 9 a 90 MW, solventados por la provincia, que alguna vez durmieron en los anaqueles, junto a las muestras de  perforaciones,  según  fuentes  confiables,  en  épocas  neoliberales  habrían  sido literalmente comidos por las ratas,  tirados como basura,  y tapados por un denso manto de  silencio.  Además existe el interesante proyecto del  Túnel  de Urugua-Í, obra  que  permitirá  triplicar  la  generación  media  anual  de  esa  hidroeléctrica, elaborado más recientemente, también “ninguneado” y silenciado.

Y  mientras Corrientes acciona positivamente para  maximizar los beneficios regionales de la hidroeléctrica Garabí, en Misiones casi ni se habla del tema, por ignorancia supina, dejadez, o por absurdos “miedos” a los eco terroristas. El desarrollo industrial en gran escala, y el consecuente gran desarrollo socio económico,  parecen  seguir  siendo  temas  inexistentes  por  completo,  en  esta hermosa y aún marginal provincia de Misiones.

 

Escribe Carlos Andrés Ortiz, Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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