Trata de personas: condenaron a acusados de explotar a una misionera

En el primer juicio por trata de personas para la explotación sexual en Santiago del Estero, el Tribunal Oral en lo Criminal de esa provincia condenó esta mañana a tres hombres por la captación y explotación de una mujer misionera de 35 años. El principal imputado, Carlos Horacio Cancino Franco, fue condenado a cinco años de prisión. Samuel Emiliano Calderón y José Luis Luna recibieron una pena de tres años.
Según se demostró en el debate, los imputados formaban parte de una red de explotación sexual que operaba en distintas ciudades de Santiago del Estero. Cancino Franco era el dueño de “Negro el 20”, un prostíbulo de la ruta provincial 51, y Calderón el encargado. Ellos recibían a las chicas que Luna captaba.

La fiscal había pedido ocho años de cárcel.
La fiscal había pedido ocho años de cárcel.

Durante el juicio, la víctima declaró a través de la Cámara Gesell -una habitación acondicionada para permitir la observación externa- acompañada por las profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata que funciona bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

 

Fue la primera vez que una psicóloga del equipo tomó testimonio a una víctima durante un juicio oral y público a través de este dispositivo judicial.

 

En general, el equipo de psicólogas del Programa de Rescate interviene en la etapa de instrucción de las causas. “Es inédito que se tome en un juicio oral. Implica un cuidado especial porque se hace en un recinto diferente, la víctima no tiene contacto con los imputados. La Cámara Gesell está en otro edificio”, explicó a Infojus Noticias Zaida Gatti, la coordinadora del Programa.

 

A principios de mes, cuando el Tribunal citó a declarar a la víctima, que vive en Misiones, la chica se asustó y huyó a Buenos Aires. Los funcionarios judiciales le pidieron ayuda a Gatti, quien logró contactarla a través de una referente misionera.

 

El caso

 

La mujer había viajado en febrero de 2012 desde Colonia Oasis de Jardín América, hasta La Banda, en Santiago del Estero, con una promesa de trabajo.

 

Contó que cuando llegó la violaron cuatro o cinco veces entre cinco personas. Le dijeron que era “para que aprendiera, porque ella estaba ahí para obedecer”. La encerraron en el prostíbulo de ruta “Negro el 20” durante 20 días.

 

Después, la mujer viajó a su ciudad con dos de sus captores que se hicieron pasar por su novio y un amigo. La maniobra buscaba no levantar sospechas en su familia. El hermano desconfió de los dos hombres y avisó a la policía. Sospechaba que la chica era víctima de trata y que ellos buscaban llevarse a otras dos hermanas adolescentes. La denuncia fue la punta del ovillo para desbaratar la red de trata.

 

Tras la denuncia, la Justicia ordenó allanamientos en tres ciudades de Santiago del Estero. Gendarmería y la policía local intervinieron en cuatro lugares, entre ellos el prostíbulo “Negro el 20”. Ahí detuvieron a dos personas y rescataron a cuatro mujeres mayores de edad. Además, se incautó dinero en efectivo, preservativos, el libro de pases, documentos y un arma.

 

Los otros allanamientos se hicieron en un prostíbulo, un hotel alojamiento, la casa de uno de los explotadores y un laboratorio de análisis clínicos, donde llevaban a las víctimas para hacerse chequeos médicos. En total, las fuerzas de seguridad detuvieron a seis personas, pero sólo tres llegaron a juicio.

 

Las víctimas tenían una característica en común: eran mujeres solas con varios hijos y jefas de hogar. En el prostíbulo tenían que dormir en el mismo lugar en el que eran explotadas sexualmente. Los dueños del prostíbulo habían puesto tarifas que iban desde los 60 pesos por 15 minutos a 300 por una hora. Para saber cuántos “pases” hacían, le colocaban una pulserita en la muñeca. Las mujeres que sólo tomaban copas tenían pulseras de otro color. Por la mañana, los explotadores contaban las que tenían en el brazo.

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