Bachín Teatro: Todo arte es político

El unipersonal “Mientras cuido de Carmela”, interpretado por Manuel Santos Iñurrieta, arrasó con aplausos el Teatro de Prosa luego de una catarata dialéctica en la que se adentró en el universo de la política en su sentido más amplio.

Bachín, el personaje encarado por Manuel Santos Iñurrieta, es una suerte de cruzamiento entre lo mejor que hayamos disfrutado de la comicidad mundial y nacional. Físico a la Chaplin o Buster Keaton, locuaz como Piluso, irónico como Tato, ácido como Pinti y sentimental como Sandrini.

 

Con la luna como eje temático, Bachín, nos lleva y nos trae de la risa a la reflexión durante 55 minutos con profundas alocuciones acerca de qué es la Política, ese enredado arte que maneja (y muchas veces enreda) los hilos del mundo. Desde Los Beatles y los Rolling Stones a Lenin y Perón. La hipocresía de la OEA y la OTAN, pasando por los golpes de estado nacionales, Homero (el de la Iliada, no el amarillo) el futbol, la llegada del hombre a la Luna y la famosa bandera de las barras y estrellas incrustada en su superficie. “Cómo pueden apropiarse de algo que es de todos?, se pregunta Bachín en medio de una verborragia proverbial mezcla de homenaje a Tato Bores (timbre a modo de “punto y a parte” incluido) con partes en verso del arrabal.

 

Sentado detrás de su máquina de escribir y meciendo un cochecito de bebé, Bachín también se sumerge en la relación entre la política y el cine usando a la ultrafamosa escena del cochecito de bebé cayendo por la escalera ¿Cómo es que en “Los intocables” (Brian de Palma -1987-) Kevin Kostner salva al niño mientras que en “El acorazado de Potemkin” (Serguéi M. Eisenstein -1925-) no se salva nadie luego del ataque de los cosacos en la “escalera de Odesa”? La magia del imperialismo… Tampoco le huye al fútbol, y combinando frases fuertes a pura energía con momentos de gran introspección y apelando a un gran sentimentalismo, nos regala, por ejemplo, algo así como “… y el equipo no camina, pero el domingo en la cancha igual hay que alentar”. Poesía pura que va más allá de una pelota.

 

El Bachín Teatro, un humor inteligente que apela a recursos clásicos y modernos. El monólogo verborrágico con partes en verso, proyecciones audiovisuales y lenguaje de clown para construir un personaje entrañable…. Y todo lo logra mientras cuida de Carmela, un bebé imaginario que, junto a la Luna, son su musa de inspiración.

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