Círculos que se cierran

Escribe Juan Carlos Argüello, Jefe de Redacción de Misiones On Line

“Desde hace unos días sé quién soy”. Hasta hace unos días era Ignacio Hurban, un músico de Olavarría, que, sin embargo, desde hace unos años comenzó a conectarse imperceptiblemente con la historia más dolorosa de la Argentina. El 24 de marzo presentó un tema titulado Memoria, en el que advertía que “no se han cerrado las puertas ni las heridas de antaño”. Hoy es Guido Carlotto, el nieto recuperado 114, nada menos que el nieto de Estela De Carlotto, uno de los símbolos de la resistencia y denuncia de la última dictadura militar.
La historia de Guido o Ignacio podría ser una más, pero su pertenencia familiar emocionó a miles de argentinos a lo largo del país y obligó a aquellos que denostaron la lucha de madres y abuelas a hacer silencio. Y aunque íntima y particular como la de cada uno de los recuperados y de los que todavía falta encontrar, encierra también una metáfora de la Argentina de las últimas cuatro décadas. Sus padres fueron asesinados por una dictadura que usó todo el peso del Estado para aplastar cualquier intento de pensar distinto y para instaurar un modelo económico cuyas consecuencias se padecen hasta hoy. Fue entonces cuando el país entró en una espiral de endeudamiento crónico que se profundizó en los 90 e hizo eclosión en la crisis de 2001.

 

 

 

Los efectos, no es casual, se encuentran en la batalla que libra la Argentina contra los fondos buitre. En 2001 se lanzó el “Megacanje” que incrementó la deuda externa en 55 mil millones de dólares, con bonos que hoy están en manos de los Fondos Buitre que mantienen un millonario reclamo con la complacencia de la Justicia de Estados Unidos.
Como parte de un plan sistemático para instaurar un nuevo modelo económico, Guido o Ignacio fue entregado por la dictadura a un estanciero de Olavarría, que, desprendido, se lo dio a uno de sus humildes peones.
Carlos Francisco “Pancho” Aguilar era el dueño de los campos en los que se crió el nieto recuperado. Fue presidente de la Sociedad Rural de Olavarría, del Consejo de Promoción Agropecuaria del Inta y, del Centro de Equitación de Olavarría. Este miembro de la alta sociedad del pueblo, cercano a la familia Fortabat, que cimentó su patrimonio con los vínculos con la Dictadura, tenía filiación radical, pero terminó siendo candidato del PRO en 2007.
Por eso, la historia de Guido es mucho más que la de un nieto recuperado. Es la parábola de una disputa que se libra con tanta intensidad como antes, aunque ahora no sean militares los que se enfrenten a la política, sino poderosos intereses económicos con la complicidad y conveniencia de actores locales que no dudan de qué lado están.
Sergio Massa, Mauricio Macri y en menor medida los aspirantes radicales, tienen el visto bueno de la Sociedad Rural y de los grandes grupos económicos y fustigan al Gobierno por no negociar con los fondos buitre.
El entregador de Guido fue candidato de Macri. El elocuente Massa define que “el sector agropecuario necesita que le siembren futuro, que le saquen el freno de mano y la pata de la cabeza”.
Los datos económicos no coinciden con el discurso de Massa, por lo que se infiere que se refiere a la rentabilidad “perdida” por los patrones de estancia a través de las retenciones a la exportación de soja, que aportan a una política distributiva y se reparten entre las provincias.
Debe inferirse también que si el Estado “le saca la pata de la cabeza” a quienes tienen ganancias elevadas, perderá financiamiento y no podrá continuar con las políticas sociales de inclusión. Pero el disimulado desprecio por el Estado es compartido. Macri aseguró que «el futuro es muy importante para confiárselo a gente que siempre ha vivido del Estado».
Suponer que una menor intervención estatal, puede mejorar la vida de alguien, se contradice con la historia reciente. Alguien tiene que aportar y lo lógico es que lo haga quien tiene más. Massa –en general, toda la oposición- no quiere que sean los estancieros ni los grandes empresarios. Deberían aclarar cómo se financiará el Estado para sostener políticas sociales que prometen, continuarán. Una alternativa es, claro, el endeudamiento.
Pero el país puede vivir sin endeudarse, como se demostró en la última década. Se puede incluso avanzar en el desendeudamiento. Argentina viene cumpliendo todos los compromisos y cerrando acuerdos con distintos acreedores. Pagó aunque esté en “default” técnico por una orden de un juez municipal de Nueva York, la plaza financiera preferida de los fondos buitre.
La batalla contra los buitres no es simplemente por evitar o no el default. Es una lucha mucho más profunda, que tiene que ver con la independencia económica y por la soberanía del país, un concepto que estuvo tan manoseado en las tres décadas de democracia que ya casi había caído en desuso.
Ceder a las presiones implica retroceder a los años en los que la economía del país dependía de los dictados de organismos financieros, que siempre tuvieron como medida de ajuste a los sectores más postergados. No podría haber asignaciones sociales o jubilaciones con aumentos constantes ni paritarias para los trabajadores. En cambio, en medio de las tensiones, el Gobierno ahora toma la decisión de intervenir fuerte en la economía para sostener el empleo, el consumo y la actividad, lo que beneficia a los mismos sectores que se le oponen con tenacidad.
La presidenta Cristina Fernández afirmó que el Estado “ha sido el gran actor en el tema de sostener la demanda agregada” para mantener el consumo interno, el poder adquisitivo de los salarios, y sostener la economía en momentos en que continúan los efectos de la crisis económica mundial.
Consideró que “hay que hablar en serio de lo que pasa en el mundo de la economía, entre los empresarios, los trabajadores y el Gobierno” quienes, afirmó, “nos debemos una discusión sensata frente a todo esto”.
“Sabemos qué pasa cuando piensan que no se puede ganar lo que ganaban y se retraen; por eso digo que hay que invertir y seguir apostando al país, digo a los a empresarios que piensen un poco en todo lo bien que les fue en esta década, más allá de criticas diferencias que es bueno que siempre haya”, señaló.
Lo cierto es de cada conflicto que parecía terminal, el kirchnerismo salió fortalecido y faltando más de un año para las elecciones, nadie puede dudar que el Gobierno es el que tiene la iniciativa, mientras la oposición desnuda sus incongruencias y deja ver que no dudaría en volver a una política de sumisión a los poderes de siempre.
De todos modos, el Gobierno debe hacer más que sostener una patriada antibuitre si quiere que esta centralidad sea heredada por un candidato del palo. Hoy domina la escena porque la sociedad entiende que se muestra capaz de enfrentar crisis fuertes. Pero en paralelo, las demandas de una sociedad que está mejor que antes, son mayores. Uno de los temas sin resolver es el constante desgaste que genera la inflación y ya no alcanza con la retórica.
El desafío para el oficialismo y para la Renovación en Misiones, pasa entonces por fortalecer el modelo con las correcciones necesarias después de una década. En medio de embates diversos, son pocos los que se animan a defender las banderas.
El ministro del Interior, Florencio Randazzo, uno de los que comienza a perfilarse como candidato del kirchnerismo, no tiene dudas de que es uno de los mejores preparados para continuar con las políticas iniciadas por Néstor y Cristina. Es uno de los primeros que se sumó al kirchnerismo, cuando era ministro de Gobierno de Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires y sumó responsabilidades con Cristina en el Ejecutivo. Néstor apostó por él por encima del propio Solá, quien hoy deambula casi sin identidad por espacios opositores.
Randazzo vino a Misiones con un equipo técnico y político para conocer planteos y ofrecer su propia visión. Durante varios días sus hombres se reunieron con empresarios y dirigentes para conocer la realidad provincial. Pero fue el propio gobernador Maurice Closs quien le expuso con claridad las necesidades de la provincia, como la recuperación del ferrocarril, infraestructura vial, de integración fronteriza y de contar con una hidrovía para potenciar los dos nuevos puertos en Posadas y Santa Ana.
Durante más de una hora Closs hizo una radiografía de la situación económica de Misiones y de cómo decisiones nacionales pueden fortalecer el desarrollo. Al mismo tiempo advirtió que “son muchas las puertas” que hay que golpear y que muchas veces los funcionarios nacionales no dan celeridad a las respuestas. En cambio, reconoció a Randazzo como un “hombre de gestión”.
Hay más candidatos del oficialismo que todavía no se pusieron en la línea de largada, pero tienen las aspiraciones.
Daniel Scioli es uno de ellos y sus hombres de confianza también testean la situación del país. José “Pepe” Scioli regresó a Posadas para mantener encuentros con empresarios yerbateros y de la madera, además de firmar convenios con instituciones intermedias en nombre de su hermano.
Hay, al menos en estas primeras incursiones, un imperceptible cambio de estilo en la forma de hacer campaña en relación con la provincia. Antes eran días de actos breves e intensos, con discursos preelaborados para la tribuna de ocasión.
El kirchnerismo entendió que Misiones tiene identidad propia, más allá de que la Renovación sea una aliada desde el primer minuto. Por eso, más que venir a desglosar “propuestas”, los aspirantes se preocupan por escuchar y conocer las demandas que todavía se mantienen.
En la Renovación sostienen la idea de consolidar el proyecto misionerista y seguir como aliado de quien represente el modelo.
En el oficialismo saben que la mejor campaña es la gestión y que la unidad es fundamental para encarar el tramo decisivo de cara a las elecciones. Los principales dirigentes se reunieron para delinear futuras acciones y la decisión es caminar por el mismo sendero aunque a veces haya posiciones encontradas. Según señalan sus principales dirigentes, no es tiempo de hablar de candidaturas, sino de defender el modelo. Después, llegará el tiempo de los nombres, todos dentro del mismo proyecto.
En otros sectores políticos persiste la idea de armar el escenario para el candidato que baje desde Buenos Aires o las estructuras partidarias.
El massismo pica en punta con la cantidad de aspirantes a ser bendecidos por el sonriente. El intendente de Campo Viera Juan Carlos Ríos -ex candidato a diputado del Frente para la Victoria-, el diputado provincial Ramón Velázquez, el intendente de Aristóbulo del Valle, Eldor Hut y el secretario general de empleados de Comercio, Héctor Benigno Gómez, son las caras visibles de Massa en Misiones. Ríos y Velázquez aspiran a encabezar la lista para pelear el Ejecutivo y Hut, quien llegó a la intendencia con la Renovación, se postularía a vice de Ríos. Sus candidatos, de todos modos, no tuvieron una experiencia positiva en las elecciones del año pasado: menos de 70 mil votos.
El PRO también promete tener candidatos propios en Misiones, pero hasta ahora ningún nombre se hace fuerte para representar a Mauricio Macri. Todavía resta determinar si Ramón Puerta se erige como uno de los laderos de Massa o si vuelve a llevar a sus seguidores a un acuerdo con el intendente porteño.
El peronismo tiene severos problemas para retener a su dirigencia y aunque es una obviedad que la estructura jugará para el kirchnerismo, hasta ahora no se vislumbra una mejoría. Julia Perié aparece siempre cerca de la Presidenta, desplazando de ese lugar a Juan Manuel Irrazábal, un protegido por Néstor Kirchner. Pero el efecto arrastre no está garantizado. El PJ sacó menos de 30 mil votos el año pasado y la sangría de dirigentes vuelve a restar.
El radicalismo se encamina a una nueva interna entre los sectores liderados por Gustavo González y el médico Osvaldo Navarro. Aunque la promesa es que no haya perdedores dolidos, la historia reciente dice lo contrario.
Además, hay un sector juvenil que parece decidido a romper con la tradición de acuerdos de cúpula y armó una propia lista de candidatos a diputados provinciales, encabezada por Francisco Fonseca, vicepresidente tercero del Comité Nacional de la UCR, seguido del edil de Eldorado Héctor Falsone. La Juventud reclama espacio y no se siente representada por la “cara nueva” que representa González como candidato, ya que su postulación cuenta con el respaldo del aparato, pero pocos lugares para la renovación dirigencial.

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