Gardelitos de Ciudad Oculta a la tierra colorada con el rock y la fiesta sudaka

El club Alemán se vistió de fiesta con la segunda presentación de los Gardelitos que arrancó por el litoral su nueva gira para la presentación de su nuevo disco. Eli Suárez apuesta al sueño que fundó su padre Korneta, creador de Los Gardelitos, fallecido en 2004. Los pibes misioneros se subieron a la fiesta gardeliana y tuvieron un plus cuando arrancaba la noche con Justicia Social, porque Eli se subió a tocar la viola en honor a Callejeros, luego la Milonguera dio el toque misionero a la noche.

 

Cuando Eli tenía 16 años, acompañaba a Corneta por los bares para tocar y aprender al mismo tiempo, luego lo acompaño en el sueño de Gardelitos. Ahora al igual que el Ave Fénix, Gardelitos, resurgió con nueva formación en más de una ocasión, gardeliando, con el espíritu intacto. Canciones rockeras con nostalgias, emociones y realidades ardiendo en el corazón. El nuevo disco, Ciudad Oculta muestra ese nuevo resurgir, con un sonido más que aceitado para crear ese rock y fiesta sudaka.

 

A Gardelitos como a otras bandas del palo rocker argentino le endilgan el cartel de rock barrial, pero como toda banda siempre abrigan la ilusión de expandirse, de crecer y llegar a más público, de conocer otros barrios y otras historias. Los Gardelitos aún cuando no existen dudas de que fueron, son y serán gente de barrio y que tocan canciones donde narran las realidades de los barrios más olvidados de la provincia de Buenos Aires y que los acompaña un público indiscutiblemente nutrido por gente de las barriadas; sin embargo, le queda chica, como le quedaría chica cualquier etiqueta sosa y comercial que se quiera ponerle a su obra.

 

La banda no ofrece un producto envasado para el consumo de góndolas, se trata de música desprejuiciada, cálida, amena; de poesía escrita para los pibes olvidados; del aguante de las tribus que se pasan un día entero de trenes y de bondis para llegar a verlos; de algo sincero y visceral, se trata, en resumidas cuentas, de algo creíble, de gente creíble que toca música creíble y que da un mensaje creíble.

 

Desde temprano las rondas de pibes y pibas girando bebidas, echando humo y cantando se mezclaban con el aire frió de la noche de domingo en de la avenida Corrientes, dando como resultado una combinación de lo más variopinta. Todos cantaban y mostraban sus remeraso trapos y querían agitar y entrar a divertirse al son del viejo y querido rock and roll.

 

Eli Suarez en voz y guitarra, Diego Rodriguez en bajo y Paulo Bellagamba desplegaron un repertorio que abordó un buen número de canciones de su última producción titulada Ciudad Oculta, destacándose «Puño y letra» que fue coreado por la garganta de todos los allí presentes; «Buen día, nena» y «Un taxi»; y donde brillaron los clásicos que la banda supo cosechar a lo largo de sus casi veinte años de carrera: «Gardeliando», «Los querandíes» y «Hojas del otoño», entre otros.

 

La puesta en escena incluía a una bandera gigante retratando un típico paisaje de arrabal que colgaba a espaldas de los músicos. La noche fue llegando a su fin, la banda se despachó con «Anabel», donde las voces de la gente llegaban a imponerse por encima del sonido, «Mezcla rara» que generó un pogo salvaje, para darle cierre a una velada encantadora donde la única estrella fue esa conexión tan fuerte y tan vibrante que logran Los Gardeles con su publico, un lazo intangible al tiempo que irrompible, sencillamente basado en la sinceridad y en la igualdad de condiciones a la hora de entablar un dialogo, y que resulta indescifrable para los oídos prejuiciosos.

 

A la salida, los Gardelitos se bajaron a la fosa a firmar autógrafos y retratarse junto a los pibes sudorosos y plenos de felicidad. Luego la masa se fue disgregando en pequeñas bandas que enfilaban hacia diferentes puntos de la ciudad, desde arriba, la sonrisa de Gardel brillaba para ellos y los cubría con su amorosa luz.

 

Antes de los Gardelitos abrieron la noche Justicia Social, que desde Paraguay trajo el pedido de ”Justicia para Callejeros”, el show comenzó demorado por las habituales (e innecesarias) demoras en el puente internacional (que nos ¿une?) y por ello presentaron una formación sin saxofón y con el guitarrista de la Grieta. Tuvieron un plus porque Eli al escucharlos sonar, para el segundo tema se subió a las tablas a tocas junto a ellos y explotar las pasiones de los pibes.

 

Luego llego la Milonguera, que desde los suburbios de Posadas demostró que el rock también cuenta historias de Posadas y sus barrios.

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