El encargado de dicha tarea (cuya identidad permanece en secreto), portará un exoesqueleto eléctrico, que controlará con su cerebro. El traje no solo le concede al portador poder caminar y patear el balón, s no le permitirá experimentar el sentido del tacto gracias a circuitos electrónicos, que enviaran señales al cerebro por medio de una piel artificial.