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En Colonia Mado una mamá busca que Cristina sea la madrina de su séptima hija mujer

Blanca López vive en Colonia Mado y es la mamá de siete hijas mujeres. Toda su vida trabajó para criar sola a las chicas; trabajó como empleada doméstica, lavando ropas, en una escuela como cocinera y hasta para la Municipalidad limpiando calles y veredas, todo para ofrecerles una vida digna a sus siete hijas. Ahora por un problema de salud Blanca ya no puede trabajar y Dara Carmela, su hija número siete de 16 años quiere seguir estudiando.

 

Sus hermanas que ya formaron cada una su familia, se propusieron ayudarla y pensaron que en su condición de séptima hija mujer podrían lograr que la presidenta, Cristina Fernández bautice a la adolescente, y con esto acceder a la beca de estudios que tanto anhela para conseguir sus objetivos.

 

“A mi hija le gusta estudiar y quiere seguir estudiando y yo no tengo recursos para que ella siga estudiando. Yo soy sola, las crié sola a las siete. Vivo en una vivienda del  Iprodha y siempre trabajé pero por un problema de salud ya no puedo seguir trabajando, los vecinos nos decían que estaba esa posibilidad de que la Presidenta bautice a mi hija, así que recién comenzaron a averiguar por Facebook cómo se puede hacer para lograrlo”.

 

En Radio Libertad, Blanca bromeó sobre la leyenda que indica que la séptima hija mujer es “bruja”. “Ya me habría dado cuenta si es bruja, pero por las dudas, escondí todas las escobas”.

 

En Argentina existe una ley (20.843) denominada “La Ley de Padrinazgo Presidencial”, que establece que el matrimonio que de a luz al séptimo hijo o hija de una prole del mismo sexo (deben ser siete hijos varones o siete hijas mujeres), pueden optar por el padrinazgo “moral” del Presidente de la Nación. El presidente de la Nación otorgará, una medalla de oro recordatoria, un diploma y una beca de estudios de carácter asistencial destinada al ahijado para contribuir en su alimentación y educación.

¿De donde surge esta ley? Proviene del mito del Hombre lobo que en Argentina fue llamado el mito del “Lobizón”. En la Rusia de los zares existía el mito de que el séptimo hijo de una familia de 7 hijos varones, seria un hombre lobo. Así como también la séptima hija proveniente de una familia de 7 hijas mujeres seria una Vid’ma (bruja). Desde la época de Catalina La Grande, se otorgaba el padrinazgo imperial que brindaba mágica protección y un premio de reconocimiento a los niños.
Tradición que luego sería arrasada por la revolución.

 

El mito llegó a Argentina junto con los inmigrantes provenientes de Rusia. Esta creencia estuvo tan extendida que los séptimos hijos eran abandonados, cedidos en adopción o asesinados. En 1907 nace la tradición del padrinazgo presidencial cuando Enrique Brost y Apolonia Holmann, una pareja alemana que había estado radicada en Rusia, dan a luz a su séptimo hijo varón, José Brost, el 8 de octubre de 1907 en Coronel Pringles. La pareja le pide, mediante una carta, al entonces presidente de la República José Figueroa Alcorta que apadrinara a su hijo, estableciéndose así la tradición que se encargaría de romper el hechizo, así como también logró finalizar con el abandonos de niños.

La costumbre se convirtió en ley en 1973 durante la presidencia deJuan Domingo Perón. El decreto reglamentario también extendió el beneficio a la séptima hija mujer, que había quedado por fuera de la tradición.
Blanca López – RADIO LIBERTAD

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