Editor de Arquitectura de Clarín elogia el monumento a Cataratas en la Avenida de Mayo

El público se amontona en 9 de Julio y Avenida de Mayo para sacarse una foto con la nueva Experiencia Cataratas. Foto Clarín

El público se amontona en 9 de Julio y Avenida de Mayo para sacarse una foto con la nueva Experiencia Cataratas. Foto Clarín

La creativa obra que evoca el paisaje misionero está en un sitio marcado por el agua, afirma Berto González Montaner, editor de Arquitectura del Diario Clarín.

¿Vieron la réplica de las Cataratas que hicieron en la 9 de Julio?, disparó al aire hace unos días una compañera en la Redacción. Aterrado con lo insólito del enunciado, salí corriendo hacia ese lugar (en la intersección con la Avenida de Mayo) con la fantasía de encontrarme con algo así como el parque Tierra Santa de Costanera Norte. O una versión en “cartón pintado” como la que hicieron con la famosa Piedra Movediza de Tandil. Pensé: debe ser un mamarracho…, un reproducción burda, jibarizada de ¡una de las nuevas Siete Maravillas del Mundo!

Cuando llegué, la sorpresa fue mayor. La gente hacía cola para sacarse fotos. Pero, para mi satisfacción, no me encontré con una reproducción en escala menor de las Cataratas del Iguazú sino con un dispositivo visual, sonoro y atmosférico, de gran abstracción, que genera lo que sus creadores –el arquitecto Oscar Romero, Leandro Panetta y Raúl Podetti– llaman “Experiencia Cataratas”.

Para los que no lo vieron, les cuento. Es un semicírculo de 11 metros de diámetro construido con 41 dovelas de piedra color rojizo de 3 metros de alto que emergen de un espejo de agua. Estas especies de rústicas columnas están separadas entre sí por una caída de agua que golpea sobre piedras moras traídas desde Misiones. Se ingresa a este espacio cóncavo a través de una pasarela de hormigón. Así, rodeado por ese anfiteatro rocoso, el ruido del agua y la bruma, la referencia hacia la Cataratas se hace ineludible. Lo que captaron y reprodujeron los autores es la atmósfera de esta majestuosa belleza natural, no intentaron ingenuamente copiarla. Y así consiguieron generar este monumento, homenaje y promoción de la Cataratas, interpretando lo que les había encomendado el Gobierno de la Provincia de Misiones.

Pero este mismo lugar, hoy Plazoleta de la Provincia de Misiones, tiene otros antecedentes acuíferos. Algo así como que hay ideas que permanecen en el inconsciente de los espacios y alguna vez, con suerte, se plasman.

A principio de los años 90, se llamó a un concurso para este sitio. En realidad la zona de intervención era más amplia: abarcaba todo el cruce de la 9 de Julio y la Avenida de Mayo. La hipótesis era que al construirse la Avenida 9 de Julio se había perdido la continuidad formal y paisajística de la Avenida de Mayo, el gran eje institucional y monumental de la Ciudad. El proyecto ganador del estudio Berdichevsky-Cherny propuso, con gran ingenio, un monumento formado por 4 planchas de hormigón de 28 metros de altura que emergían de espejos de agua. Tenían una curiosa particularidad visual: cuando uno miraba el monumento desde la Avenida de Mayo, esos cuatro planos tomaban su mayor dimensión y obturaban la herida producida por la 9 de Julio, reconstruyendo visualmente su morfología original. Y cuando se los miraba desde “la más ancha”, estos cuerpos, paralelos a ella, la acompañaban sin reducir la visual. Las 4 piezas que emergían de un agujero de 4 metros de profundidad, tenían a los 8 metros una rendija toda a lo largo por la cual vertía agua en cantidad y bañaba la superficie pétrea del monumento. Un recurso que además sería hoy un reaseguro contra los invasivos grafittis.

El domingo pasado, calor mediante, di una vuelta por el nuevo monumento para chequear una vez más el éxito de la intervención. La catarata no funcionaba y había una cinta amarilla del Gobierno de la Ciudad impidiendo ingresar a la pasarela. “Hace días que no funciona”, me dijo el del bar de la esquina. “Les debe dar miedo por los cortes de luz”, agregó.

Claro, la catarata no funciona como la del Iguazú en Misiones por fuerza natural. Tiene siete electrobombas sumergibles que reciclan 500.000 litros de agua por hora. Y en tiempos de crisis energética, el ornato público lógicamente no es una prioridad. Habría que avisar en Puerto Madero: el lunes a la tarde sus tres fuentes (las que están sobre los bulevares de acceso) lanzaban al aire potentes chorros de agua de casi 9 metros de altura.

 

Fuente: Clarín

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