La voz de los sobrevivientes, el Polaco Krieger y Paulita Parra

Orlando Krieger o «el Polaco» como le dicen sus amigos y allegados fue uno de los sobrevivientes que incluso ayudó a rescatar a nadadores y palistas aquella fatídica mañana. Contó el horror de lo vivido y lo que le dejó la tragedia. Al igual que él, Paula Soledad Parra relató al historia increíble que le permitió a pesar de verse cara a cara con la muerte, salvar su vida casi de milagro.

Cuando se cumplieron dos años de la Tragedia del Río Misiones On Line publicó historias inéditas hasta entonces en la voz de sus protagonistas. Te proponemos volver a leerlas a continuación:

Orlando Krieger relató cómo con su salvavidas y junto a los prefecturianos pudo salvar a siete deportistas, la familia de Sebastián Rusecki recuerda a su hijo «Sebita» y la nadadora Paula Soledad Parra cuenta cómo sobrevivió al sujetarse de una soga que «dicen nunca existió».

El Polaco Krieger ese 16 de enero del 2010 fue el acompañante de Fernando Solé Masés, fallecido en la tragedia. Para ese día se habían reunido temprano y en la piragua lo acompañaba Federico Sole Masés siguiendo de cerca a Fernando. Ya cuando habían partido desde Posadas hasta el Club de Pesca de Pacú Cuá advirtió una corriente extraña cerca de la costa paraguaya. Hasta ese momento todo iba bien aunque su experiencia lo hizo reflexionar acerca de la pericia de los paleros novatos ante alguna que otra ola que se levantaba con el viento.

El primer pelotón de nadadores había pasado lejos del sitio que luego se convertiría en una zona crítica. El segundo grupo fue arrastrado por la corriente y pese a que remaron con alma y vida no pudieron con la fuerza del agua. El Polaco había sujetado a su nadador porque ya se advertía problemas con los deportistas que estaban cerca de las barcazas. El viento era tormentoso y ese sector del río estaba cubierto por nubes.

 

La crisis

Para el momento en que había sujetado a Fernando y trataban de dar indicaciones a quienes se les había dado vuelta su embarcación, mientras intentaban no ingresar al embudo que empezaba a tragar gente, en su desesperación, otro nadador se prendió de la piragua y dieron vuelta campana. Todos en el agua fueron presos de la corriente y terminaron en la punta donde la succión no perdonaba nada a su paso.

Así, entre restos de embarcaciones y personas que peleaba por su vida, el Polaco sorteó por debajo la primera embarcación y pudo salir a un costado.

Pero el peligro todavía era máximo ya que tras haber tragado una enorme cantidad de agua, golpeado y con la fuerza disminuida, la tracción del embudo no le daba tregua e intentaba volver a hundirlo.

Cuando pensó que esos eran los últimos minutos de su vida, apareció una lancha de Prefectura arrojándole un salvavidas circular al que pudo aferrarse después de un par de intentos. 

 

Ya a salvo

En la lancha junto a un par de marineros que buscaban rescatar a más personas y tras haber recuperado el aliento se dispuso a colaborar con los uniformados. Tiraron una vez más el circular y esta vez se prendieron de él tres personas. Al intentar sacarlos y en marcha atrás peleando con la fuerza del agua se rompió la cuerda de la que tiraban y fue el tiempo de la desesperación. «No pudimos levantarlos porque debíamos mantener la embarcación a una distancia tal de que no impactemos y quedar sin alternativa alguna. Así al perderos fue realmente desesperante y más aún cuando los marineros me dijeron que ese era el último elemento de seguridad que tenían porque ya habían utilizado todo lo demás”.

 

El chaleco salvador

Cuando la desazón iba ganando terreno entre el Polaco y los uniformados, éste se percató de que podía utilizar el chaleco que traía puesto como un elemento del que podían sujetarse los chicos y así lo hizo. De uno de sus hombros ataron la soga y así pudieron sacar del agua a siete deportistas. «El chaleco no era muy bueno y estaba muy pesado porque al estar tanto tiempo en el agua había absorbido una gran cantidad de líquido. Eso, el tener peso, hizo que pueda cortar el viento que había y por ende llegar casi a las manos de los chicos en una distancia en la que la embarcación no corría peligro», contó el Polaco.

Ni bien subieron a todos los que estaban ahí, dieron vueltas por las barcazas para ver si podían ayudar a alguien más pero no fue así. «Mientras intentábamos rescatar a uno de los chicos, lo que jamás me voy a olvidar es que los que ya estaban sentados en el piso de la lancha abrazados rezando un Padre Nuestro. Yo creo que ni en el Vaticano alguien podía haber rezado como lo hicieron esos chicos», agregó.

Sin más nada que hacer en el lugar volvieron hasta el puerto de Posadas donde reinaba el caos y la incertidumbre por el paradero de más de 20 personas. En los primeros minutos había desconcierto porque circulaban versiones de gente que estaba del lado paraguayo y otra en el punto de llegada que era el Instituto del Seguro.

«Lo primero que hice fue buscar a mis amigos y fui viendo algunos en el puerto, en la playita Itacurubí y en el Instituto del Seguro. Cuando volví al puerto volvió a cambiar todo cuando me entero de un nadador muerto y los demás desaparecidos», agregó.

 

Aprender

Para el Polaco la tragedia fue algo que pudo haberse evitado. «El cruce fue algo que se hizo por cuarenta años y nunca pasó nada hasta que pasó. Muchas cosas se hacían a ´la bartola´. En una actividad como esta si uno le da la oportunidad de que pase algo, va a pasar. Lo que pasó tiene un porqué. Los que organizaban tenían que ir a ver dos semanas antes para hacer la ruta e ir viendo como se comportaba el río. Nuestro río cambió mucho y ya no es lo que era antes. En ese momento el canal de río se había corrido porque justo había llovido y había sectores inundados», dijo.

Respecto a lo que espera de la Justicia sostuvo que los organizadores “debían haber dado la cara y no lavarse las manos como ocurrió. La Armada Paraguaya le culpa a la Prefectura pero yo lo que digo es que tenían que haber trabajado en conjunto todos los involucrados más la gente experimentada o de lo contrario que no salga la competencia».

Para él, el cruce del canal por parte de la fuerza paraguaya o argentina no debería ser un límite y menos en una competencia deportiva de estas características. «Si está todo bien con el Paraguay porque esa prohibición de que la Prefectura no podía navegar en aguas paraguayas y si no estaba todo bien no tenían que haber largado y eso es lo que hay que aprender, a trabajar en conjunto».

 

“Me aferré a una soga que me salvó la vida”

 

Paula Soledad Parra, es una sobreviviente que pudo salvar su vida gracias a una cuerda que luego los peritos de la causa revelaron que nunca existió. 

Paulita tuvo pasión por el agua desde niña. Con sus 19 años y hoy cursando el profesorado de Educación Física, contó su experiencia como una de las competidoras del último cruce del Paraná. Salvó su vida al aferrarse a una cuerda que días después del hecho peritos que investigaban la causa revelaron que nunca existió. Ayuda divina o cuestión del destino esa soga permitió que Mauro Bacigalupi, una de las víctimas fatales de la tragedia, la rescatara.

La alumna de Luis Solé Masés había nadado casi quince minutos tras la largada hasta que se topó con la primera barcaza y fue succionada por la fuerza del agua. “Tenía un barco dado vuelta al lado mío y ahí me desesperé.  Nadé con todo pero no pude salir de ahí. El hijo de Sole Masés me tiró el salvavidas pero sólo me sirvió para protegerme la cabeza porque las olas estaban muy fuertes y hacían que me chocara contra la barcaza. Eso hasta que me quedo entre las dos barcazas, ahí se fue el salvavidas,  y me hundí totalmente. Estaba oscuro, tome mucho agua y tragué algas. De repente mire para arriba buscando algo y encontré una soga de la que me prendí fuerte», contó.

 

«Un ángel del Señor»

Según contó «Paulita», como le dice su familia, luego vinieron minutos dramáticos en los que imaginó lo peor. Ahí apareció en escena Mauro Bacigalupi quien desde su moto de agua le tiraba un flotador. Si bien dudó, presa del terror que sintió en un instante, tomó coraje y se soltó de la cuerda para ser socorrida y pese a que volvió a hundirse y tomar agua,  salió a la superficie y pudo ser rescatada.

Bacigalupi la subió a su moto y de ahí paso a una lancha de la Armada Paraguaya para posteriormente llegar al puerto de Posadas donde tiempo después pudo abrazar a su familia.

 

El milagro de la abuela Ana

El dolor hasta hoy no le da tregua porque Paulita recuerda la ausencia de su amigo Fernando Sole Masés, el heroísmo de Bacigalupi y de tantos otros que salvaron vidas ese 16 de enero de 2010.

Lo que quedará como un misterio es la historia de la soga. «Después de esos días estuve mal, y con las investigaciones que se fueron haciendo saltó que forenses de Buenos Aires se pusieron a revisar la barcazas y se sorprendieron porque no existía ninguna soga,  y no pudo haber ninguna soga porque no hay de donde amarrarla. Pero yo me salvé porque o estuve prendida de la soga», contó. Esa convicción no se la quita nadie y quizá sea una ayudita del cielo «de manos de su abuela Ana».  Pese al susto, Paula volvería a realizar una prueba de aguas abiertas, pero eso sí, con las todas las medidas de seguridad reglamentarias.

 

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