La playa San José se convirtió en el epicentro del verano en Paraguay

En dos años la ciudad de Encarnación desplazó a San Bernardino como principal destino para los paraguayos durante la época estival. Hasta 80 mil personas por fin de semana se concentran en los mil metros de playas que la Entidad Binacional Yacyertá acondicionó en la costa del río Paraná.

El sol quema. Literalmente. Y a orillas del río Paraná familias enteras de turistas y encarnacenos buscan paliar la abrasadora temperatura que, según el termómetro, roza los 40 grados. La playita San José, ubicada sobre la avenida Costanera en la vecina ciudad de Encarnación recibe durante octubre y marzo de cada año a miles de personas que se acercan para disfrutar del merecido descanso del verano. “Y ahora con los corsos van a venir muchos más”, arriesga un vendedor ambulante de esos que abundaban en la zona baja de la ciudad y hoy deambulan entre el circuito comercial y el sector turístico.

 

 

Unos metros más allá, Carlos Ríos, el responsable de los guardavidas que cuidan la seguridad de los bañistas explica que desde la apertura del lugar, el 30 de diciembre de 2011, cada día se fue convirtiendo en un nuevo aprendizaje. “Esto es algo inédito para nosotros. Pensar hace unos años que Encarnación iba ser lo que es hoy en día no pasaba por la cabeza de nadie”, reconoce y agrega que incluso los propios visitantes se fueron adaptando a las medidas de seguridad y a los reglamentos que son comunes para todos. “Se dan cuenta que es por el bienestar general y te puedo asegurar que ahora está todo mucho más tranquilo”, advierte. En la playa San José hay cuatro guardavidas permanentes que trabajan de lunes a viernes desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche. Dos más se suman los fines de semana, cuando la cantidad de bañistas aumenta considerablemente. Por caso, el último fin de semana, según estadísticas de la dirección de Turismo de la municipalidad de Encarnación, unas 60 mil personas buscaron refrescarse en sus costas.

 

 

Es el caso de la familia que integran Griselda y Aníbal junto a sus dos hijos. Ellos llegaron desde Pedro Juan Caballero, en el norte del Paraguay y con frontera seca con Brasil, para pasar las vacaciones de verano. Y todavía les quedan unos días.

 

 

“Está todo muy lindo, lo único negativo es que cuando quisimos pasar a Posadas, para recorrer la ciudad y conocer un poco, no nos dejaron. Son demasiados los trámites y papeles que piden para pasar y se nos hizo imposible”, lamenta la pareja y agrega que no quedaron con una buena impresión de los controles argentinos en la frontera. “Primero nos pidieron la cédula de identidad de los menores y después una partida de nacimiento, la verdad es que son muy complicados”, advierten.

 

 

La temporada en Encarnación comienza en octubre y se extiende hasta marzo, mes en que arranca el ciclo escolar. Además de los guardavidas, la playa cuenta con un móvil sanitario del ministerio de Salud Pública del Paraguay,  bares y hasta la sucursal de una cadena internacional de hamburguesas. Además los responsables de la limpieza se abren paso entre los turistas para juntar los desperdicios que algunos, los menos, dejan a su paso. Hay alquiler de sombrillas y sillones, canchas de voley, duchas de uso común para quitarse de encima la arena y hasta baños químicos.

 

 

Entre semana, el movimiento más importante de gente comienza después de las 5 de la tarde, cuando los negocios de la ciudad cierran sus puertas y miles de encarnacenos se acercan para disfrutar de sus playas. Las mismas que por unas horas fueron prestadas a visitantes de otras ciudades. Aunque hasta el momento en que se pone el sol, San José se comparta entre todos. “Es el principal atractivo de nuestra ciudad y como tal debemos cuidarlo entre todos”, concluye el vendedor ambulante.

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