Los paseos bajo la luz de la luna en Cataratas se promocionan en medios nacionales

El diario Clarín refleja en su edición digital los espectaculares paseos bajo la luz de la luna en Cataratas. Describe cómo se vive la totalidad del circuito, desde las diferentes perspectivas y el paisaje que acompaña cada momento del recorrido. “Un paseo nocturno por los rincones del Parque Nacional Iguazú y sus magníficos saltos de agua, entre arco iris y el entorno embriagador de la selva misionera”, señala.

(Por Gisela Galimi / Especial para Clarín)

 

Las Cataratas del Iguazú están más cercanas que cuando de niña vine con mis padres, cuando la plata era dulce y la realidad amarga para muchos. Pero para mí era dulce, y saliendo de mi pueblo, las Cataratas fueron lejanas e inmensas. Quizá mi primer encuentro con lo inconmensurable.

 

Hoy me parecen más abarcables, pero a las vez más infinitas. Por mi vida ya pasó algo de río, algo de roca, algo de salto y vacío y los terraplenes que ahora puso la administración del Parque Nacional Iguazú, en Misiones, para pasar por encima de los ríos me hacen sentir en el lugar que quiero estar. No en el de espectador sino en el de protagonista. El territorio que valora el viajero actual, menos turista, más aventurero. Camino, huelo la selva, siento el agua despeinase sobre mi cuerpo en infinitas gotas. Soy parte del paisaje. Reflejo y sombra sobre el agua, descanso bajo el arco iris de humo, sutil como la felicidad.

 

Describir las Cataratas del Iguazú para contarlas sólo puede hacerse así, desde la introspección mezclada con la mística, porque lugares como estos despiertan sentimientos absolutos. Y si es de noche y hay luna llena, el paisaje se mete debajo de la piel, iluminando, fantasmagórico, lúdico.

 

El paseo puede realizarse durante cinco noches al mes, alrededor de los días del plenilunio, con un cupo limitado de personas. Antes o después de cenar –es opcional en el restaurante “La Selva”– se recorren los 1.000 metros de terraplén sobre el agua a la luz de la luna. Las pasarelas de metal –totalmente desarmables para cuando llega la crecida– replican los pasos quedos de la gente.

 

Se llega arrullado por el ruido superpuesto de las aguas. Aquí el río golpeando contra la piedra pequeña, más allá la Garganta del Diablo y el estruendo de sus 80 metros de salto. El espacio iluminando con una luna tan plena que hace de sol alternativo y el paisaje se ve perfectamente. El agua salpica a punto de ducha. Algunos deciden llevar paraguas y es imposible no pensar lo que se pierden. Al finalizar, luego de un trayecto en el ecológico Tren de la Selva –una suerte de trencito muy Disney– se sirve una copa de champán para los románticos o unas gaseosas a aquellos a quienes tanta agua les dio sed.

 

Una de las Siete Maravillas

Con o sin luna, las cataratas son maravillosas, no sólo porque fueron consagradas en 2011 como una de las Nuevas 7 Maravillas Naturales del Planeta por la fundación suiza New 7 Wonders, sino porque verlas es entender lo pequeños que somos.

 

Para recorrerlas hay dos circuitos conformados por 7.000 metros de pasarelas rebatibles que cambian el paisaje desde el punto de vista desde donde se las aborde. Si se las quiere ver desde la cima de los saltos se recorre el Circuito Superior. Desde allí se pueden apreciar los saltos Bossetti, Adán y Eva, Mbyguá, Dos Hermanas y el majestuoso salto San Martín. El Circuito Superior y Garganta del Diablo pueden ser recorridos sin ninguna dificultad, ya que fueron construidos completamente planos, respetando la norma internacional de 6 por ciento de pendiente, para permitir el normal desplazamiento de personas con dificultades de movilidad. Algunas veces se cruza algún animal, a veces roza una hoja el rostro, pero sin duda es el agua la que sigue siendo, también de día, la dueña de la vida.

 

Para ver los saltos desde otra perspectiva se recorre el Circuito Inferior, internándose más en la selva misma, con escaleritas de piedra y salpicaduras de agua. Desde este escenario se puede acceder a diferentes paseos. Además, es posible arribar en bote a la Isla San Martín –donde se filmó la película La Misión– en la que hay que estar dispuesto a cientos de escalones, pero se puede tener, a cambio, un rato de playa, si el río lo permite. O al revés, viniendo desde la selva con una travesía organizada por Iguazú Jungle Explore ir desde un safari por la zona hasta llegar a una embarcación que se acerca a las caídas de agua hasta dejar empapados a los turistas.

 

Sorprende la diversidad de árboles –que crecen diez centímetros diarios–. También es posible ver un árbol a partir del cual se hace dulce de madera o conocer el porqué de las formas de ojos en las alas de las mariposas que todo el tiempo acompañan el paseo creando otra versión de arco iris, volátiles, como la felicidad.

 

 

MINIGUIA

 

Cómo llegar

Conviene tener en cuenta que los próximos circuitos bajo la luz de luna se harán del 13 al 17 de enero.

Por Aerolíneas Argentinas, el vuelo Buenos Aires-Iguazú, para enero (ida y vuelta, con impuestos), cuesta desde 1.505 pesos (aerolineas.com). Por LAN, 1.664 pesos (lan.com).

Los pasajes en bus en coche cama (por El Rápido Argentino o Crucero del Norte) arrancan en los 872 pesos, sólo la ida (www.plataforma10.com).

 

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas