El trovador nacido en Alem adelantó las canciones de El Sueño del Pibe, en el que participa Gieco. Éste apareció virtualmente y se forjó un gran ensamble.
“Va, procurando progresar, agachado en el rosado, sembrando la libertad. De tanto hacerlo seguido, la posición le quedó, encorvándole la cintura, el espasmo o rendición”. Con los versos iniciales de Tío Solano, ese hombre laborioso de la chacra, colono, que se levanta antes que el sol, Joselo Schuap y su gran banda dieron la bienvenida a comensales, jugadores y público que se acercó a los recitales de los miércoles de Casino Club.
Tras la hora y media de recital que, como nos tiene acostumbrados, fue manejado a su antojo con dedicaciones especiales y su visión de la historia de la región, con el sentido pedido que se encuentra promoviendo en la actualidad hacia el pueblo paraguayo. En esta ocasión, invitando a Matías Barrios, cantante encarnaceno, a repasar obras del repertorio popular del país vecino, entonadas en guaraní. Varios tramos de esta presentación que, antecede a su actuación del sábado en el Festival del Litoral (la misma noche que tiene a Los Núñez y Pedro Aznar), fue dedicada a esta suerte de reparación histórica que ensaya con el proyecto Cuatro Banderas (disculpas culturales que piden músicos de Brasil, Uruguay y Argentina actuando con músicos paraguayos) y, también, a fortalecer los lazos. “Mi abuelo fue paraguayo, porqué parece que estuviéramos tan lejos de Encarnación, cuando son solo 600 metros de puente los que nos une y separa, porqué nunca sabemos nada de lo que ocurre y somos un mismo pueblo” sintetizó tras la entonación de su amigo Matías Barrios.
Pero los puntos altos, más allá de que la efervescencia que Joselo Schuap logra en vivo es con los temas tradicionales, sus chamamés, chotis y polcas, estaban por venir y llegar gracias al ensamble de la tecnología con los instrumentos acústicos y su voz. Con él entonando Carito, León Gieco se hizo presente ante el auditorio casinero. Se produjo la misma unión, solo que la presencia del cantante de Cañada Rosquín fue estado virtual, que la que hizo posible el disco que aparecerá antes de que se vaya 2013. Fruto de ella, “El Sueño del Pibe” y ese chamamé de Gieco fue la elegida para adelantar su nueva obra junto a su héroe de siempre. Más allá de que entregó también, del mismo disco en gateras, La Placita, esa monumental canción chamamesera que le dedicó al folclórico mercado de Villa Blosett. A su espalda se proyectaban las imágenes del muy buen video clip que realizó para su difusión.
Virtualidad y realidad
Pero sorprendió gratamente esa perlita que tenía guardada como as bajo la manga para esa noche con rastros de lluvia. Esa aparición sin presentación de Joselo, grabada en el mismo instante que Gieco puso su voz para “El Sueño del Pibe”, fue sensacional. En perfecta comunicación con los músicos (siempre brillan: Maca Sequeyra, que un buen rato tocó bajo acústico, Jonathan Monbage que te derrite con su acordeón y David Nanio en percu y batería, muy ajustados), la imagen y voz de León entraron en el momento adecuado, y Joselo le hizo coros a la pantalla.
Tocó mucho de lo que se espera de él, “Musiquero de las sombras” dedicada a ese anónimo animador guitarrero de picadas, colonias y parajes, que siempre vuelve a su morada sin nada en el bolsillo y en la noche anduvo arrancando sapucays, “Machete y Chamamé” compuesta por él cuando arrancó su primera gira por la provincia, hace más de 15 años. De todos modos, conmovió su visión histórica sobre la infame Guerra de la Triple Alianza con la que se condenó a Paraguay y se frustró su porvenir. Arrancó ovaciones con “Perdón Paraguay” y ya se presiente las que logrará con un anfiteatro al rojo vivo, antorchas en manos de las multitudes y su canto viajando en el río, llevándole la congoja que siente al pueblo guaraní, con disculpas que nunca alcanzan.
Cuando el miércoles ya se quiso ir a dormir y el jueves se puso a trabajar, el recuerdo a su amigo Ramón Ayala, que casi al mismo tiempo presentaba película en la ESMU, El Cosechero y el mencionado La Placita le bajaron la persiana a la víspera de su presentación en el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez.
