Diálogos en Wall Street

Wall Street  a media máquina por el feriado a medias, pero en suba como acto reflejo. ¿Qué tan firme está la economía de EEUU? ¿Y qué tan propicio resulta teniendo en mente la amenaza del taper? Los dos interrogantes, en la visión de nuestro hombre en Manhattan.

Periodista: No pasa gran cosa, pero, ante la duda, Wall Street marca un cierre alcista. Que no deja de ser un nuevo récord. El mercado de bonos no operó por el Día del Veterano de Guerra y, en su ausencia, las acciones pudieron subir en paz. ¿Cómo digerir la novedad de una economía más tonificada que lo pensado? ¿Las tasas largas no aguarán los festejos? No se suponía que las buenas noticias económicas fueran buenas nuevas…

 

 

Gordon Gekko: Como usted dice, que no se transaran bonos ayudó hoy a despejar el horizonte pero, desde que despuntaron las primeras señales de solidez de la economía post shutdown, la tasa de diez años ya trepó un cuarto de punto completo. Y ello no impidió el avance de la Bolsa.

 

 

P.: Nos espera una agenda intensa de subastas de nuevos papeles del Tesoro.

 

 

G.G.: Eso es cierto. Es una seguidilla hasta el jueves. Toca una licitación cada día. Habrá que absorber, sucesivamente, la colocación de notas de 3 años,  10 años y bonos de 30 años.

 

 

P.: ¿Vislumbra problemas de digestión?

 

 

G.G.: La oferta estaba prevista. No es una sorpresa. Uno imagina que el mercado se acomodó el viernes pasado a la novedad de una creación de empleo bastante más robusta que lo que se tenía en mente. Y la suba de tasas largas debería haber fabricado el espacio para su digestión.

 

 

P.: ¿Cómo se explica que el consenso imaginara un aumento del empleo de unos 120 mil puestos y resultasen 204 mil? ¿No se mandó a sus casas a 800 mil empleados públicos durante el cierre del gobierno, acaso? ¿Dónde quedó registrada esa deserción?

 

 

G.G.: En la encuesta de hogares, el empleo cayó en 730 mil posiciones. Se sabía que las suspensiones no iban a ser computadas en la otra encuesta, la que se realiza a nivel de establecimientos. Pero igual la cifra final fue una sorpresa mayúscula porque no hay correlación entre los 204 mil empleos nuevos y el traspié registrado en otras estadísticas  de actividad privada contemporáneas.

 

 

P.: Tal vez sea un problema de medición.

 

 

G.G.: Es posible, pero no lo sabemos.

 

 

P.: Una economía que crece a una velocidad cercana al 3% (según nos enteramos el jueves) y que produce empleos, los últimos tres meses, a un ritmo promedio de 202 mil puestos al mes está pidiendo pista, urgente, para que comience el “taper” de la FED. No da el perfil de un moribundo que necesita auxilio respiratorio, ¿o me equivoco?

 

 

G.G.: Si habla de EEUU le diría que el crecimiento subyacente orilla el 2%,  en línea con la marcha de la demanda final. Lo que no está mal, aunque no sea brillante. En principio, coincide con el pulso de la recuperación desde 2010. O, alternativamente, está muy bien teniendo en cuenta el ajuste fiscal en curso. Pero aun así, tal vez sea insuficiente. La brecha de producto se mantiene. El deflactor del consumo se ubica por debajo del 1% y la FED quisiera que rondara el 2%.

 

 

P.: Me quiere decir que se puede discutir si corresponde que la FED levante el pie del acelerador en la compra de bonos o no…

 

 

G.G.: Por supuesto. Sobre todo, el “timing” adecuado.

 

 

P.: Las chances de que el “taper” se produzca en diciembre han aumentado. ¿Piensa que hoy por hoy es la fecha favorita de intervención?

 

 

G.G.: Creo que marzo sigue siendo el momento predilecto.

 

 

P.: Hemos escuchado a muchos funcionarios de la FED en las últimas dos semanas. El viernes, inclusive, a Ben Bernanke…

 

 

G.G.: Habló hasta Larry Summers, su frustrado candidato a sucesor, el que promovía el presidente Obama.

 

 

P.: Menos mal que Summers se bajó. Entiendo que fue muy escéptico sobre las posibilidades de la politica monetaria. Pidió una política fiscal expansiva de carácter permamente.

 

 

G.G.: Quizás por eso le gustaba al presidente. Aunque mientras estuvo en carrera, bien que guardó silencio. Bernanke por su parte lo único que dijo fue muy suave: avisó que la tasa de desempleo, que no es baja y subió una décima al 7,3%, probablemente subestima las complicaciones del mercado de trabajo.

 

 

G.G.: No fue una declaración de guerra al QE3.

 

 

P.: Ciertamente no.

 

 

G.G.: Bernanke habló, Summers también. Y media docena holgada de funcionarios. Pero Janet Yellen no dijo esta boca es mía.

 

 

P.: No se preocupe. Le toca explayarse el jueves en el Senado. Tendrá que defender su designación. Y los republicanos, tan celosos de la virtud fiscal (cuando no son gobierno) como críticos del QE3, la exprimirán al máximo. No podrá negarse a contestar sus preguntas. Deberá mostrar sus cartas…

 

 

 

Escribe José Siaba Serrate

 

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