Contrapuntos

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line

Tres elecciones, múltiples lecturas. Algunos resultados inapelables. La sociedad ratificó el rumbo en Misiones y le dio más bancas al kirchnerismo en el Congreso. Al mismo tiempo, prendió señales de alerta que fueron reconocidas a tiempo en la provincia y que abren signos de interrogación en la Nación, con dos años por delante para recuperarse. De todos modos, no hay sentencia anticipada para las elecciones presidenciales de 2015 y los ganadores de hoy no necesariamente tienen el podio garantizado.

 

 

Cada una de las elecciones tuvo sus propios condimentos. Junio en Misiones fue un alerta amarillo para la Renovación y una muestra de la oportunidad que se le presentaba al radicalismo. Las Primarias de agosto fueron una señal de alarma para el Gobierno nacional pero también una fecha en la que el oficialismo misionero comenzó a sanar las heridas del crudo invierno. El domingo fue el alta definitiva en un año que había arrancado complicado con una merma del caudal electoral esperado. Esa señal de alarma, leída a tiempo, permitió al Gobierno corregir modos y modificar conductas que estaban ahuyentando a una sociedad que desde hace diez años viene acompañando con su voto en cada una de las elecciones. Finalmente, tras una intensa campaña encabezada por el gobernador Maurice Closs, la Renovación ratificó a sus dos diputados en el Congreso y la boleta de Alex Ziegler y Silvia Risko obtuvo 260 mil inapelables votos, que reconfiguran todo el mapa político interno y ponen un paréntesis en el apuro de algunos por definir el próximo candidato a gobernador.

 

“Tenemos que pensar en cuidar a la Renovación como proyecto político, ver porqué nos rechazan en el circuito 1 de Posadas”, dijo Closs

 

 

Una de las principales lecciones aprendidas en este tiempo electoral fue la necesidad de cercanía con un electorado que se siente conforme con la acción general del Gobierno, pero insatisfecho en relación con sus funcionarios, especialmente los de segunda y tercera línea. Closs fue el primero en entenderlo y puso en práctica un contacto mucho más directo, con actos pequeños y diálogo directo. “La acción del Estado debe llegar a una ciudad grande como a un pequeño pueblo. Y la gente no quiere el político o el Estado fuerte, poderoso, lejano”, precisó Closs, como muestra de un estilo que llegó para quedarse.

 

 

Los datos que fueron conociéndose el domingo dieron paso también a un nuevo momento dentro de la Renovación. Pasadas las 18 aparecieron unos carteles que desataron todo tipo de especulaciones. Rovira 2015 rezaban los pasacalles que rodearon la plaza central de Posadas. Entre los funcionarios de Gobierno la movida no cayó nada bien, pero desde el rovirismo salieron a calmar las aguas. Puede hacer referencia a la conducción partidaria, deslizaron intentando que no se caliente el clima interno, ya enrarecido por las acusaciones a quienes supuestamente hicieron la plancha en la campaña.

 

 

Después, en plena “celebración” en los jardines de la Casa de Gobierno, se pudieron apreciar dos versiones de un mismo escenario. Maurice Closs y Carlos Rovira hicieron públicas sus distintas visiones y todo indica que habrá que acostumbrarse a ello. El contrapunto fue evidente.

 

 

Rovira hizo una lectura muy crítica del modelo kirchnerista y deslizó la posibilidad de que la Renovación comience a buscar nuevos horizontes. «No somos de partidos nacionales, si bien adherimos en políticas, tenemos ideas propias y cuentas pendientes. Pero también haremos oír nuestra voz. No somos quejosos. Hemos generado políticas propias», señaló Rovira, antes de calificar como mezquina la porción de recursos que la Nación le dio a Misiones a través del presupuesto nacional.

 

 

«Está claro que no nos sentimos cómodos con el progreso de algunas provincias en detrimento de la nuestra. El último presupuesto nacional ha sido muy mezquino con el pueblo misionero. Hemos tenido el menor nivel de participación comparativa de los últimos años. Por eso vienen tiempos distintos, en los que ya no hay mucho lugar para repetir la misma receta», concluyó Rovira.

 

 

Closs, en cambio, ratificó la pertenencia al espacio nacional y destacó la gran cantidad de obras que el Gobierno distribuye en el territorio provincial.

 

 

Sin embargo, también fue crítico sobre problemas centrales del modelo, como la inflación, el valor del dólar que impacta en la competitividad de exportadores misioneros y, sobre todo, en la inflación. Asimismo, sostuvo que los votos obtenidos por la Renovación servirán para posicionar  a Misiones en el escenario nacional, en un Congreso donde cada voto será vital para sostener las políticas oficiales.

 

 

Aunque a simple vista las diferentes miradas quedaron en evidencia, no colisionan en lo provincial.  Pero desnudan situaciones que hasta ahora estaban bajo un manto de dudas. El diputado saliente Alberto Álvarez, uno de los de máxima confianza de Rovira, confesó que Rovira no estuvo en la visita de la Presidenta para marcar distancia con el Gobierno nacional, pero ratificó que se seguirá acompañando a la Jefa de Estado sin oposición destructiva. No descartó coincidencias con Sergio Massa, siempre y cuándo, atienda los intereses misioneros. “Massa tiene el discurso de nuestra Renovación. Pero en este momento no nos vamos a jugar por ningún candidato nacional, si hay alguno que respeta los intereses misioneros, vamos a acompañar, pero velamos nuestros intereses primero”, indicó. De todos modos, Tito insistió en que la Renovación misionera es “indestructible”.

 

 

Closs prefiere no apresurarse con definiciones sobre el futuro y se siente identificado con el modelo nacional, al que de todos modos, marca fallas que afectan a Misiones. “Si somos admiradores de resultados efímeros haremos política efímera”, dijo en el primer acto público tras las elecciones.

 

 

Y abundó. También en este contrapunto un mensaje directo: “No podes decir que este es un proyecto misionerista y desvelarte por la política nacional. Tenemos que pensar en esto, acá, en cuidar a la Renovación como proyecto político, llegar con un discurso renovado, ver porqué tenemos un rechazo fuerte en el circuito 1 de Posadas, formador de opinión. Si revertimos ahí, ganamos Posadas. Es gente que nos acompañó en 2011 y ahora no. Hay que leer esos resultados. Esa debe ser nuestra preocupación, caminar unidos en la política provincial. Va a bajar la espuma de todos los candidateables, ganadores o perdedores”, opinó a la vez que puso a Scioli como un referente pensando en 2015.

 

 

“El camino de la política implica estar donde uno cree que está el mejor camino, más allá de la cantidad de votos que tenga. No mirar y decir, ganó este, me voy con este», aseguró, recordando la historia de Lula, quien, tras varios fracasos, llegó a la presidencia del Brasil con las mismas convicciones y hoy es uno de los hombres más influyentes de la política latinoamericana.

 

 

Más allá de especulaciones sobre el liderazgo nacional, otro elemento debe empezar a preocupar dentro del oficialismo. Si se repite el resultado del domingo en las legislativas provinciales de 2015, la Renovación se alzaría apenas con diez diputados y pondrá en juego las 18 bancas ganadas en 2011, mientras que nueve seguirán en el recinto. Aún siendo la primera minoría, podría enfrentarse a una Cámara con mayoría opositora.

 

 

Es prematuro pensar que los ganadores de estas elecciones son número puesto para las presidenciales de 2015

 

 

El radicalismo, con los mismos resultados, se quedaría con otras cinco bancas, llegando a la decena, mientras que la cosecha se reduce en el caso del Frente para la Victoria y los partidos menores.

 

 

Pero el domingo la Renovación fue ratificada con contundencia. 110 mil votos separan al oficialismo de la segunda fuerza, condición que supo ganarse el radicalismo, que ya había dado señales de crecimiento en las elecciones de junio. Luis Pastori será el representante de la UCR en el Congreso nacional tras ocho años de ausencia después del paso de Hernán Damiani, elegido en 2001. Hubo varios motivos para el festejo radical, pero queda un largo camino para consolidar la incipiente recuperación. La estrategia de inclusión de jóvenes entre los principales candidatos fue positiva, pero el partido todavía adolece de una presencia territorial consolidada en los 75 municipios. Peor aún, como admitió, el propio Pastori, la UCR carece de un plan económico y social que pueda ser presentado como real alternativa de gobierno en 2015. A esta altura tampoco tiene un candidato preparado, ya que a los muy jóvenes les falta rodaje y los más veteranos tienen una imagen ya desgastada. 

 

 

De todos modos, la UCR quedó en una posición de privilegio en relación con las otras fuerzas opositoras. El frente Unidos de Ramón Puerta quedó relegado al tercer lugar, obligando al actual diputado nacional a volver al llano después de 14 años en el Congreso y casi 30 en la función pública. Puerta quedó demasiado lejos de su objetivo de ser reelecto y de ofrendarle a Mauricio Macri un eslabón misionero a su carrera presidencial. Enfrentado con su propia historia, el ex gobernador trastabilló cada vez que tuvo que explicar los años 90, cuando era uno de los mejores alumnos del neoliberalismo. Por primera vez en toda su trayectoria, la derrota le duele más porque se quedó afuera de todo.

 

 

Animal político como es, no se da por vencido y promete volver en 2015, quizás liderando un PJ unificado. Es que el partido Justicialista, con el sello del Frente para la Victoria, está de remate. Salió cuarto en una pobre cosecha y se quedó también afuera del Congreso con un muy bajo desempeño y furiosas peleas internas por el manejo de los fondos de la campaña. Juan Carlos Ríos dice que tuvo que hacer frente a los gastos de su bolsillo y que el dinero que liberó el FpV nacional, nunca llegó a Misiones. Apenas pasadas las elecciones, se conoció que la sede partidaria está literalmente de remate por un reclamo salarial de empleados que quedaron a la buena de Dios en medio del descalabro político.

 

 

El senador Juan Manuel Irrazábal, hasta hace poco kirchnerista de sangre, asegura que se cumplieron los objetivos de su conducción, entre los que estaban «participar» de las elecciones y que logró ordenar las cuentas, entre las que se traspapelaron los reclamos salariales de estos trabajadores que pueden poner el cartel de venta a la sede.

 

 

Irrazábal no dudó en admitir que si Massa se impone en una interna del PJ, cambiará de bando, como ya hizo Luis Viana, quien se ofrece como “enlace” en Misiones del intendente de Tigre. Allí puede estar el eslabón para unir al PJ bajo un mismo techo, como quiere Puerta, ya que también ve a Massa como un líder nacional del peronismo antik.

 

 

A no confundirse. La del domingo fue una elección legislativa y el kirchnerismo, al que se presenta como perdedor, sumó más bancas en el Congreso nacional.

 

 

Massa, la nueva esperanza opositora por ahora no es más que un emergente de la provincia de Buenos Aires, como lo fue hace cuatro años el colombiano Francisco De Narváez, que pasó sin pena ni gloria por estos comicios, con nula trascendencia en el interior profundo. Por ahora, Massa no es más que la nueva estrella de los medios opositores y la representación de un sector de la sociedad que es claramente antikirchnerista, espacio que es disputado por Mauricio Macri y algunos dirigentes cuya base alguna vez fue progresista, pero hoy están sentados a la diestra de la derecha.

 

 

No lo dicen las horas de televisión y los titulares de los grandes diarios que hoy sangran por la ley de Medios,  pero el kirchnerismo sumó más votos que en las Primarias y logró más diputados que los que ponía en juego. Massa ni siquiera llega a ser la segunda fuerza política, lugar que se ganó el radicalismo, recuperando su histórica representación geográfica en todo el país.

 

 

El Frente para la Victoria consiguió incrementar en medio millón de votos el caudal de las PASO lo que le permitió sumar bancas y garantizar el control de ese cuerpo legislativo. Sacó 7.487.839 sufragios en todo el país incluyendo a sus aliados, lo que implicó una suba cercana al medio millón de votos. Tendrá 132 bancas, tres más del quórum para sesionar y sancionar leyes.

 

 

Si se repetían los resultados de las primarias iba a obtener 39 bancas y logró 42 -revalidaba 34-, lo que le permite conformar las mayorías para mantener el control de la Cámara, lo que se traduce en tener la llave de las presidencias de las comisiones claves así como el número de representantes para emitir los dictámenes que se deben aprobar en el recinto de sesiones. En Buenos Aires  pudo obtener 12 bancas cuando solo puso en juego 10.

 

 

La segunda fuerza será el radicalismo con 42 lugares, que sumados a los socialistas y a la Coalición Cívica podrían alcanzar 61 escaños. 

 

 

El FPV mantuvo su condición de primera minoría nacional con el 32,6 por ciento de los votos, a una diferencia enorme de 16 puntos respecto a la segunda minoría que resulto el Frente Renovador massista con 16,5 por ciento. Se trata del octavo triunfo del oficialismo en una década, la serie de triunfos electorales más extensa de la historia nacional.

 

 

Sin la lectura completa de estos datos, se presenta al kirchnerismo como derrotado, como el tiempo del fin del modelo, en una lenta agonía que durará con suerte los dos años restantes de mandato. Eso es no tener en cuenta la historia reciente.

 

 

Las legislativas de 2009 fueron catastróficas para el Gobierno, pero logró recuperarse y ganar con comodidad dos años después.

 

 

El apuro por imponerle un sucesor, histeria en la que ingresan algunos kirchneristas asustados, oculta los problemas más de fondo que tiene el oficialismo si quiere trascender como modelo político. Es cierto que la necesidad de un sucesor es vital, pero mucho más es lograr la sustentabilidad de un modelo que durante diez años fue efectivo pero tiene señales de agotamiento. La inflación, los controles de precios, el valor del dólar y la pérdida de competitividad de las economías regionales no encuentran solución y están afectando la credibilidad de la propuesta política. Una cosa es perder una elección y otra muy distinta es dejar de ser valorado como modelo político exitoso.

 

 

La elección de un sucesor de la presidenta Cristina Fernández no debería ser un problema. Hasta sería saludable someter a los aspirantes a una interna. Hay varios en condiciones y pica en punta el paciente Daniel Scioli, quien se arremangó para hacerse cargo de una complicada campaña en la gran provincia de Buenos Aires, donde desde temprano estaba decretado el triunfo de Massa. 

 

 

El motonauta tiene la desconfianza de los pingüinos puros, pero el consenso de muchos gobernadores y un estilo que puede ser fundamental para el nuevo tiempo. El gobernador entrerriano Urribarri y el chaqueño Jorge Capitanich también tienen peso político propio, pero a diferencia de Scioli, necesitan primero darse a conocer en todo el país. 

 

 

Massa ganó con comodidad en Buenos Aires, por un sector de la sociedad que quiere un perfil de dirigente no tan combativo y un Estado menos entrometido. Pero lejos está de ser el representante de la mayoría.

 

 

Su principal desafío es conocer las fronteras externas de Buenos Aires y muchos de sus votantes elegirían a cualquiera que pueda hacer frente al kirchnerismo. Son los mismos que entronizaron a De Narváez y que votarían a Macri en una presidencial. No es una sangría de votos del kirchnerismo, sino votos que siempre le fueron negativos.

 

 

Massa deberá trascender a ese núcleo duro y salir a competir con el propio Macri y con varios opositores que están en la primera línea para 2015. El socialismo ganó sin despeinarse en Santa Fe y se perfila una reedición de la Alianza con Julio Cobos que hizo lo propio en Mendoza. A la sazón, el radicalismo es la segunda fuerza más votada del país y tiene a su favor el despliegue territorial.

 

 

En el peronismo opositor José Manuel De la Sota también se anota en la pulseada presidencial y por lo menos será parte de un acuerdo. Es decir, es prematuro pensar que el poderío de Massa seguirá intacto durante dos años. En el Congreso, sin mayoría, será uno más de otros muchos diputados, cada uno pensando en su propio futuro político.

 

 

Observar cómo reaccionó cada uno de estos dirigentes -sin olvidar a la inefable Lilita Carrió- ante la decisión de la Corte sobre la constitucionalidad de la ley de Medios permite percibir el país que quiere cada uno.

 

 

La Corte consideró por un lapidario 6 a 1 que la ley de Medios es constitucional y no afecta la libertad de expresión. El principal afectado es el grupo Clarín que desde hace cuatro años batalla en contra de la norma que básicamente le impide sostener su monopolio de medios. Massa admitió el fallo de la Corte, pero puso en dudas la “neutralidad” del Gobierno para hacerle cumplir la ley a Clarín. Para compensar su aval al fallo de la Corte, firmó la declaración de Chapultepec, un documento de 1994, elaborado por la Sociedad Interamericana de Prensa que rechaza cualquier intervención estatal en los medios. La SIP no es más que un club de dueños de medios, preocupados por la libertad de sus empresas, más que por la de expresión.

 

 

Macri, relegado en las preferencias del grupo Clarín, fue más allá y prometió al grupo Noble&Magnetto enviar una ley más “funcional” si llega a ser presidente. Carrió, como acostumbra, puso a los jueces y al Gobierno en un lodazal y denunció «pactos» para que la ley sea convalidada.

 

 

El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti negó cualquier presión para inclinar la balanza y advirtió que «hay sectores muy extremos que les gusta hablar de independencia y república solo cuando les favorecen los fallos«.

 

 

Agobiado por la obligación inminente de cumplir con la ley, el grupo Clarín inició el contraataque apuntando al titular del Afsca, Martín Sabatella, quien hasta hace poco era un «ejemplo» de dirigente.

 

 

Por otra vía, periodistas con trayectoria como Magdalena Ruiz Guiñazú y Joaquín Morales Solá, pidieron audiencia en la Corte Interamericana de Derechos Humanos -mismo organismo al que pretende apelar Clarín- para denunciar «las presiones a la libertad de expresión» del Gobierno que se acrecentarían de ahora en más con la ley de Medios. La respuesta no pudo ser más lapidaria. La CIDH descartó los planteos y destacó que el Gobierno fue más allá de lo que dispuso esa Corte en medidas para favorecer la libertad de expresión, como la anulación del juicio por calumnias.

 

 

“»La ley Argentina es motivo de felicitación. Es una de las tantas que bregan por la democratización de los medios», elogió Rosa María Ortiz, presidenta de la Corte.

 

 

La sentencia anticipa escenarios poco favorables para los reclamos internacionales que quiere hacer Clarín.

 

 

Bien vale recordar que la ley de Medios no es una iniciativa del kirchnerismo y sus cimientes pueden encontrarse en el gobierno de Raúl Alfonsín, quien también intentó enfrentarse al grupo Clarín.

 

 

Fue parida por innumerables organizaciones sociales y pequeños medios que no tienen cómo competir con el gigante beneficiado por las privatizaciones de Menem y la fusión autorizada por Néstor Kirchner. No será este Gobierno el que vislumbre los beneficios de una prensa más democrática. Los efectos se sentirán en los próximos años, cuando Cristina ya no esté en el poder.

 

 

Terminó un agotador año electoral, que se inició más temprano en Misiones. Fueron tres comicios y múltiples lecturas posibles desde junio a esta parte y aunque algunos pretendan leer absolutos, hay más relativos antes que certezas, sobre todo en perspectiva hacia 2015.

 

@JuanCArguello

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