Una discusión distinta

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

En medio del entretiempo electoral, el Gobierno retomó la iniciativa en varios frentes a cuál más complicado. La agenda volvió a ser marcada por la presidenta Cristina Fernández en el terreno que mejor le sienta, el de la adversidad. La reapertura del canje de la deuda, para evitar el cepo que puede significar un fallo a favor de los fondos buitres, la suba del mínimo imponible de Ganancias y hasta el debate en la Corte por la demorada aplicación de la Ley de Medios, devolvió al oficialismo el protagonismo y le quitó argumentos al discurso opositor, que incluso desnudó un sesgo apátrida, cuestionando al Gobierno por el canje de deuda, cuando es un problema de la Argentina y no exclusivo de esta administración, que tiene a su favor haber bajado la exposición externa de la deuda heredada por el menemismo y la Alianza, cuyos representantes, reconvertidos en massistas o lilitos, se atreven ahora a cuestionar métodos y procedimientos.

 

 

La suba de Ganancias beneficiará al sector de los trabajadores que mejor ganan en la Argentina y es una medida apuntada con exclusividad a la clase media-media alta que estaba desencantada con el kirchnerismo.

 

 

Fue tema de campaña en las PASO, cuando la oposición alardeaba sus promesas de modificarlo y la mejor propaganda de Sergio Massa, pese a que había más de cien proyectos similares en el Congreso y varios del propio oficialismo.

 

 

Lo que nadie quería decir en campaña era de dónde sacar los recursos para cubrir lo que dejará de recaudar el Estado, unos cuatro mil millones de pesos que probablemente se vuelquen al consumo. Debía hacerse cargo, pero como toda propuesta de campaña, nadie quiere pagar los costos de la fiesta.

 

 

Por ejemplo, nadie planteó la necesidad de recuperar los aportes patronales cedidos en el auge menemista con Domingo Cavallo como ministro de Economía en la época dorada de los espejitos de colores del neoliberalismo. 

 

 

La Unión Industrial fue clara: subir el mínimo no imponible y que el Estado busque fuentes alternativas de financiamiento que no afecten las ganancias empresarias, edulcoradas con el término competitividad.

 

 

Simplemente desfinanciar al Estado como sugerían candidatos generando gastos sin la contrapartida de los recursos, beneficia directamente a quienes no quieren un Estado activo, sino uno sometido a banqueros y buitres de aquí y de allá.

 

 

Un Estado sin recursos necesariamente debe endeudarse para cubrir sus gastos y eso abriría nuevamente la caja de Pandora financiera que apenas comienza a cerrarse.

 

 

El país y Misiones especialmente, saben muy bien las consecuencias de la toma de deuda, en una apertura económica que lejos estuvo de generar el efecto derrame tan publicitado.

 

 

Finalmente, se subió a quince mil pesos brutos el piso para tributar Ganancias, sin diferencia entre solteros o casados. También hay un aumento del 20 por ciento para los que ganan entre 15 y 25 mil y se modifican los rangos de quienes reciben la Asignación Familiar. Con la medida, no tributarán el 89,9 por ciento de los trabajadores y el 99,3 de los jubilados.

 

 

Buena parte de lo que dejará de recaudar el Estado vía Ganancias, se amortizará con un impuesto a transacciones financieras gravando compra de acciones de empresas que no cotizan en Bolsa y el reparto de dividendos. De dónde saldrá lo que falta, todavía está en discusión. Una alternativa es tocar subsidios, pero está claro que el Gobierno no quiere afectar a los sectores más desprotegidos y eventualmente, cualquier quita impactará en los costos, que en esta Argentina, siempre pagan los consumidores.

 

 

«No somos neutrales. El desafío es seguir consolidando la redistribución del ingreso», dijo la Presidenta al anunciar las medidas. Y aporta un dato clave. Esta discusión impositiva y salarial se da en un contexto global de profunda incertidumbre económica con países que están destruyendo a cada hora un empleo. En la Argentina se discute que ganen un poco más lo que ya estaban ganando bien. Lejos de aquellos días en los que la desocupación agobiaba hace no mucho más de diez años, este Estado se niega a que el costo lo paguen los de abajo, aunque ahora también beneficia directamente a los de arriba.

 

 

Lejos de esos días aciagos, ahora la clase media empuja hacia arriba y aquella clase desclasada, sin empleo y en la pobreza, se sumó a la franja intermedia inferior y aspira a recibir beneficios de políticas activas, como los aumentos anuales de las paritarias, créditos del propio Estado para viviendas y hasta unos pesos extra para el consumo, el primer auto o el turismo interno.

 

 

El nuevo escenario impositivo implicará una caída de recursos de coparticipación para Misiones superior a los 300 millones de pesos, del porcentaje de menor recaudación del Estado que se traducirá en recortes a las provincias. Pero por la otra vía, buena parte de eso, se volcará al consumo a través de la suba de las asignaciones familiares, al igual que los recursos que liberó el propio Gobierno provincial a través de incrementos de sueldos y jubilaciones que se liquidaron en agosto.

 

 

Se calcula que no menos de 350 millones de pesos engrosarán las billeteras de los estatales misioneros por ambas vías.

 

 

El impacto no es dramático por el equilibrio financiero en Misiones, pero más que nunca se hace necesaria una nueva refinanciación de los vencimientos de deuda con la Nación para no afectar el normal funcionamiento del Estado misionero, sobre todo en lo que hace a inversiones en obra públicas, sostén del empleo en la provincia.

 

 

De todos modos, el gobernador advirtió que en tiempos electorales, hay que ser honestos, «sobre todo en la oposición con discursos demagógicos», ya que puede resentirse la actividad al contar con menos recursos.

 

 

Sobre todo porque al mismo tiempo que habrá un enfriamiento de los recursos nacionales, se otorgó un incremento en los sueldos de los empleados públicos y en las jubilaciones. También se acordaron paulatinos movimientos en la antigüedad que beneficiarán al conjunto de los estatales.

 

 

Misiones fue nuevamente centro de atención en el debate político. Hace pocos días, apenas asumió Horacio Cartes en Paraguay, anunció que pretendía en su país un sistema de salud idéntico al de Argentina. Ahora fue el candidato a gobernador de Corrientes, Carlos «Camau» Espínola el que elogió públicamente al sistema sanitario en Misiones.

 

 

Fue el viernes en Corrientes, donde todos los gobernadores del grupo Gestar, alineado con la Presidenta, fueron a respaldar su candidatura en la contienda en la que también compiten los radicales Ricardo Colombi y el humorista Nito Artaza. 

 

 

El respaldo se pondrá a prueba en Corrientes, donde manda Colombi y Camau quiere cosechar medallas. El gesto de respaldo del kirchnerismo fue elevado y un buen resultado en las elecciones a mediados de septiembre sería un buen síntoma de cara a octubre. Las expectativas son moderadas ya que Colombi marcha al frente en las encuestas en una provincia que siempre estuvo distante del Gobierno nacional.

 

 

Camau elogió directamente a Closs por el sistema de salud en Misiones, el que tuvo oportunidad de conocer hace pocos días en una visita al hospital escuela Ramón Madariaga, donde se presentó moderna tecnología para el área neonatal.

 

 

Lo mismo hizo el gobernador chaqueño Jorge Capitanich y en un eventual triunfo del correntino, imaginan un trabajo conjunto en el triángulo del NEA que pueda fortalecer a las provincias pero también a reclamos conjuntos de la región. El jefe de Gabinete, Juan Abal Medina escuchó atento en Corrientes y también se sumó al elogio del modelo misionero y especialmente de la lealtad de Closs con el gobierno nacional en las buenas y más en las malas.

 

 

El modelo que defienden los gobernadores que vinieron a acompañar a Camau deberá sortear un nuevo examen en octubre. Salvo en Buenos Aires, la mayoría confía en que podrá revertir la fuga sufrida en las PASO. Las encuestas en Misiones revelan un crecimiento de la figura de Alex Ziegler que ya había logrado en agosto mejorar los resultados de las legislativas provinciales de junio. Así, se ratificaría el reparto de bancas de 2011, con dos para el oficialismo y una para la oposición, donde el radicalismo marcha en punta, seguido por la alianza de Ramón Puerta y el sector peronista disidente.

 

 

 Los intendentes también se saben observados y están trabajando para controlar cualquier pérdida de votos. Muchos terminaron golpeados en junio y se recuperaron en agosto, pero saben que además de estar en juego el rumbo provincial, sus propias gestiones están en la mira. Sin embargo, advierten que es necesario un mayor contacto entre la conducción del oficialismo y los líderes territoriales para coordinar acciones y trabajo en conjunto.

 

 

Sobre todo, quieren tomar parte de las decisiones que los afectan directamente, como es el caso del proyecto Garabí, donde no figuran ni son consultados más que para autorizar medidas ya tomadas. «Si tenemos que salir a opinar sobre la represa, debemos saber cómo nos va a afectar y qué beneficios nos va a dejar», fue la conclusión de la Codeim, que sesionó el viernes en Panambí.

 

 

La suspensión de Alberto «Koleko» Krysuzuk  en El Soberbio, también despertó alarmas. Más allá de que nadie pone la mano en el fuego por el excéntrico alcalde, les llama la atención que los organismos de control no hayan encendido antes las luces de alerta.

 

 

 

@JuanCArguello

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