“Una universidad solo es buena si es para todos”

Eduardo Rinesi es politólogo, filósofo, educador y rector de la Universidad Nacional General Sarmiento. Durante su trayectoria como docente y funcionario, pasó por diferentes universidades públicas del país; eso le permitió adquirir un posicionamiento y una comprensión acerca de la tarea pública en la universidad. Se definió como crítico y autocrítico sobre su desempeño como docente y sobre el sistema en general. A la vez, su mirada es positiva frente al desafío de democratizar la vida social, pública y universitaria.

 

Rinesi llegó a Posadas invitado por el Programa de Relaciones Internacionales e Integración Regional y laOficina de Relaciones Internacionales de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales para brindar la conferencia INTERNACIONALIZACIÓN E INTEGRACIÓN REGIONAL LATINOAMERICANA EN EL ÁMBITO UNIVERSITARIO.

Si bien destaca el momento propicio que hoy se vive en las universidades, considera que aún se perciben efectos negativos de las políticas que se implementaron a principios de la década pasada. 
Durante los años 90 ocurrieron cambios en la vida universitaria argentina que “calaron muy profundo en la organización institucional, en la subjetividad de los docentes  y en la comunidad universitaria en general”
Esa “reforma” del modo de estar en la universidad se desarrolló en base a un par de diagnósticos. El número uno: que se enseñaba mucho y se investigaba poco. Y el número dos: que había pocos masters y doctores. A partir de esa doble constatación, -cierta-, se implementaron un conjunto de políticas tendientes a fortalecer e incentivar la investigación y los estudios de posgrado en los profesores. 
“Creo que los modos en que se impulsaron estas políticas llevaron a distorsiones que hoy se pagan y se profundizan. Se estimuló a través de un programa de incentivo de la investigación que los profesores investigaran. Eso yo diría que estaba bien como idea general, pero no creo que esté bien que la investigación se ritualice o se convierta en un procedimiento pautado según un conjunto de normas y después se expresen en un conjunto de formularios que dan escasa posibilidad muchas veces para evidenciar los procesos de adquisición y de creación de conocimiento”.
En este sentido aclaró: “La investigación es un proceso muy complejo no se puede medir en términos de productividad y mucho menos de productividad anual o bianual, por que en general esos modos producen resultados fuertemente distorsivos”.
Y eso produjo, según analiza Rinesi, dos consecuencias: “en la medida en que el programa incentivaba materialmente -con plata- la actividad de investigación, llevó a que en el par docente- investigador, fuera apareciendo en primer lugar su condición de investigador y después de docente. Al punto de que con frecuencia se habla de la actividad de docencia como una carga, como si la docencia no fuera una parte fundamental de lo que hacemos. Eso produjo un desequilibrio perverso”
La segunda consecuencia es que “llevó a un modo medido de evaluar y de cuantificar qué tan buenos somos como investigadores bastante disparatado. La gente empezó a confundir investigar con publicar en inglés en ciertas revistas; es decir, de repente la gente empezó a pensar que ser un docente de la universidad argentina era dar clase lo menos posible y escribir en idiomas rarísimos, en revistas rarísimas, en países lejanos, lo cual produjo una absoluta pérdida del valor público de la condición de docente que somos”
En relación a esto, para Rinesi: “El estado argentino está gastando en becas y recursos para formar a tipos cuya formación después no se destina a dar clases en el grado donde tenemos una cantidad de muchachos esperando buenos profesores porque le reporta muchos más beneficios en términos de curriculum vitae y de plata, dar clase en el posgrado. Por lo que aparecen dos procesos simultáneos de succión de gente, por un lado de la docencia para ir a la investigación y por el otro de abajo hacia arriba, del grado al posgrado que lleva al efecto penoso de que muchos colegas empiezan a percibir la enseñanza de grado como un premio consuelo. Cuando la verdad es que no hay nada más importante que hacer hoy en la universidad pública que dar clase en el grado”

Qué es democratizar
“La universidad pública está protagonizando un proceso de transformación fenomenal, por varias vías, la del aumento cuantitativo de las instituciones del sistema, la de la ampliación del espectro social de procedencia de sus estudiantes, y la de un cambio importante en la representación que los estudiantes se hacen acerca de la universidad”, sostuvo Rinesi.
La universidad fue siempre representada como un lugar de formación de elites “¿Qué es lo que está pasando hoy en Argentina que nos obliga a corrernos de esa idea tradicional? La educación secundaria se ha vuelto obligatoria, la existencia de políticas públicas que tratan de ayudar a las familias a cumplir con esa obligación legal y el aumento de universidades públicas en todo el territorio del país”
En relación a esto, el filósofo opinó: “El mayor problema es que nosotros decimos y creemos realmente que la educación superior es un derecho de los ciudadanos pero no hemos logrado ser capaces de garantizarles el ejercicio exitoso de ese derecho en nuestras universidades. Y creo que ahí tenemos la primera tarea, que todos los docentes universitarios terminemos de entender que el sujeto que tenemos sentado en el pupitre en el aula no es un chico a quien le estamos haciendo un favor, el pibe es un sujeto de derecho y a nosotros nos pagan un salario, que por suerte hoy no está nada mal, para garantizarle el ejercicio de ese derecho ciudadano que tiene. Si ese pibe o esa muchacha se va a la casa humillado por nosotros, habiendo fracasado en su intento de ejercer el derecho a acceder a un título universitario, nosotros -y no él o ella- tenemos un problema. Una universidad solo es buena si es para todos”.
En relación a esto, Rinesi definió el concepto de democratizar la universidad “es abrir sus puertas para que más gente, y también para que más problemas y  más temas entren a la universidad. La universidad es una parte, una agencia pública del Estado que tiene que dialogar con las organizaciones, con los gobiernos, que tiene que ser un agente activo en la implementación de las politicas públicas que le parece que están bien, pero para eso tiene que pensarse como parte de la sociedad que integra. Pero además, es poner en un nivel de diálogo más permanente y más profundo a todos los actores de la propia vida universitaria”.


Perfil
Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Rosario, hizo la maestría en Ciencia Social en la FLACSO y realizó el Doctorado en Filosofía en la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Hace más de 25 años es docente universitario. Enseñó e investigó en diferentes universidades públicas del país y actualmente, es rector de la Universidad Nacional General Sarmiento. Además, preside la Comisión de Relaciones Internacionales del CIN(Consejo Interuniversitario Nacional).

 

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