Tierra fértil

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

Con el reloj acercando las horas decisivas de las elecciones, el Gobierno mantiene la virtud de marcar la agenda en los temas más trascendentales, mientras que en la oposición hay un devaneo por ver como se juntan para derrotar al modelo. La presidenta Cristina Fernández sigue llevando la delantera a la hora de plantear debates y el poderío del kirchnerismo fortalece los cambios propuestos, a veces incluso con apuro y desmesura.

 

En Misiones, el gobernador Maurice Closs marcó la iniciativa en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias de la Cámara de Diputados redoblando la apuesta por la profundización del modelo. La firmeza de Closs va de la mano de una decisión de mostrar una oferta electoral que tenga que ver exclusivamente con la propuesta política, más allá de los nombres.

 

El presidente de la Legislatura, Carlos Rovira, uno de los conductores de la Renovación, descartó cualquier cambio en la legislación electoral y rechazó la derogación de la ley de Lemas, cliché del radicalismo y Trabajo y Progreso. La Renovación llevará un solo sublema en los siete municipios que eligen concejales, derogando ipso facto, la cuestionada ley. Habrá que ver si los partidos que piden su extinción, no hacen uso de la posibilidad de presentar más de un candidato en cada localidad.

 

Difícil, en el caso del radicalismo, dada la tradicional división interna, aunque resulta más cómodo para otros partidos chicos e incluso para el desmembrado partido Justicialista que pierde dirigentes e intendentes por la falta de un liderazgo validado en las urnas.

 

En su discurso ante los legisladores, el gobernador Maurice Closs el que planteó un escenario que va mucho más allá del 30 de junio. Anunció en su discurso ante los legisladores el 1 de Mayo, una profunda reforma agraria que apunta a resolver la situación de más de 16 mil familias que hace años reclaman la posesión de las tierras que ocupan.

 

El Estado comprará las propiedades -muchas de las cuáles ya están en proceso de resolución definitiva- y además, invertirá en infraestructura para darles energía, agua y caminos a los productores, que a cambio, deberán tributar por sus propiedades.

 

De esta manera, se pretende frenar el proceso de intrusión en tierras privadas, proceso que deriva en innumerables conflictos que en los últimos días llegaron a la violencia.

 

La propuesta del Gobierno es la más ambiciosa de los últimos años y contrasta con años de una agricultura dejada a la deriva. Va de la mano con la fuerte inversión en infraestructura en los pueblos del interior, en créditos para la producción y, básico, condiciones para que los  jóvenes permanezcan en sus chacras, con la construcción de escuelas rurales desde el nivel inicial hasta secundarios.

 

Sin embargo, frenar el proceso de intrusión no se revierta de la noche a la mañana, producto de años de abandono agrario y concentración de tierras.

 

En los años 90, desde el Gobierno se consideraba a la agricultura como una tarea en extinción, se produjo un tremendo éxodo rural que impactó en la economía provincial e hizo crecer los suburbios en las ciudades.

 

Entre 1990 y el 2003, en Misiones se registró una caída del 16 por ciento de las explotaciones agropecuarias y también una merma del 7,5 por ciento en el total de la superficie destinada a estas actividades. Las chacras no eran viables, según el gobernador de entonces, mientras que se producía una enorme concentración de tierras. Por aquellos años, una sola empresa se terminó quedando con el diez por ciento de la superficie misionera: trescientos mil hectáreas sobre tres millones, un 30 por ciento de la superficie si se tiene en cuenta la superficie productiva reservada a la conservación.

 

Alto Paraná, de esa firma se trata, enfrenta la expropiación de una porción de sus tierras, de apenas 300 hectáreas, que serán repartidas entre colonos que hace años viven en Puerto Piray, pero fueron asfixiados por la expansión de los pinos. Pero un puñado de otras familias manejan todavía extensiones millonarias de tierras, muchas de las cuáles no están destinadas a la producción.

 

La reforma propuesta por el Gobernador no es un proyecto. El viernes comenzó la toma de posesión de varios miles de hectáreas. Y va de la mano de una fuerte inversión en el interior profundo, con infraestructura, recursos y el apoyo para volver a reverdecer las chacras.

 

Así, se logró aumentar sensiblemente la producción primaria y cambiar la matriz, dedicada únicamente a la yerba, el té, el tabaco y la forestación. Hoy Misiones produce alimentos, carne, verduras y comienza la industrialización de esos productos, con el objetivo cada vez más cercano de alcanzar el autoabastecimiento.

 

Otro anuncio trascendente que hizo Closs está vinculado a la seguridad, con la creación de una Fiscalía de Asuntos Internos en la Policía de Misiones para investigar, con imparcialidad, a los efectivos que estén emparentados con algún tipo de delito, figura que lamentablemente dejó ser una excepción en los últimos tiempos. Closs advirtió que hay que recuperar la verticalidad en la fuerza policial y el respeto a las instituciones, quebrados en la revuelta de febrero del año pasado. Hoy un agente policial que recién comienza a trabajar, cobra un sueldo inicial de seis mil pesos, en la franja del diez por ciento de los que más ganan en la provincia. Para los empleados estatales también hubo un incremento del 23 por ciento.

 

 

El discurso de Closs tiene además relevancia porque se produce a una década de la llegada de la Renovación al poder. Fue en 2003 cuando el propio Closs se abrió del radicalismo convocado por Rovira, por entonces un disidente del PJ que buscaba aires nuevos para la política provincial, dominada por estructuras que no se oxigenaban y que habían llevado a Misiones -como al país- a una tremenda crisis, con una abultada deuda pública y una pobreza obscena.

 

«Es una década ganada«, definió Closs, enumerando los avances en educación, salud, la caída del desempleo y la pobreza y la decisión del Estado de meterse incluso con el núcleo más duro de la indigencia, con la creación del plan Hambre Cero, que ya lleva recuperados a casi nueve mil misioneros que padecían algún grado de desnutrición.

 

Ese modelo se pondrá nuevamente a prueba en las elecciones del 30 de junio. La Renovación quiere repetir el triunfo de 2011 y aunque el piso es alto, el objetivo es el mismo. Retener las doce bancas que se ponen en juego e ir por más.

 

Los candidatos serán presentados el 20 de mayo y, como ya se dijo, habrá un solo sublema por municipio. Con este esquema, el oficialismo desarma a la oposición, que se había abroquelado en contra de la Ley de Lemas, que permite presentar a varios candidatos que suman para el más votado del lema.

 

El radicalismo, uno de los más enfáticos en contra de la ley, ya anunció su intención de presentar varios sublemas en Posadas. Habrá que ver si ahora revierte esa postura, para no quedar en off side. Uno de los candidatos ya anunciados es Ricardo Barrios Arrechea, el ex gobernador, quien a sus 78 años se postulará a concejal por la capital, acompañando la postulación de Martín Arjol. También resta esperar la resolución judicial sobre las internas de la UCR, con denuncias de un grosero fraude que no fue esclarecido y que todavía sigue en manos de la Corte Suprema de Justicia.

 

En el peronismo la situación sigue siendo crítica. El senador Juan Manuel Irrazábal, a cargo de la conducción partidaria, se refugia en la Rosada para recibir instrucciones sobre cómo timonear el barco a la deriva.

 

Pero la fuga de dirigentes no se detiene y la decisión del intendente de 25 de Mayo, Mario Lindeman, de sumarse a la Renovación, fue un duro golpe para el partido. Era uno de los pocos alcaldes del PJ que quedaban, pero se hartó de las indefiniciones, de la falta de liderazgo y, por el contrario, reconoció el respaldo del Gobierno a su gestión pese a ser de otro palo. Ahora solo queda con relevancia, Juan Carlos Ríos, de Campo Viera.

 

Con este escenario, nadie descarta otros abandonos. A poco más de dos semanas para la presentación de listas, no hay definición de quienes la integrarán y se esperan «asambleas» zonales para dirimir los nombres, que, de por sí, implican escasa representatividad social.

 

Con los dilemas de los partidos «tradicionales», los que más tienen para ganar son los pequeños espacios partidarios, basados en el personalismo de sus figuras, como el partido Agrario de Héctor Bárbaro o Trabajo y Progreso de Claudio Wipplinger, que buscarán revalidar sus bancas.

 

La crisis de los partidos tradicionales se traduce también en el ámbito nacional. El peronismo está dividido entre el kirchnerismo y la disidencia, que se abroquela en un espacio compartido por caciques que también supieron ser enemigos. Se juntaron Hugo Moyano con Francisco De Narváez, José Manuel De la Sota, Roberto Lavagna y otros dirigentes que poco tienen en común, más allá del odio al Gobierno.

 

La foto molestó a Mauricio Macri, que aspira a ser el candidato de todos, siempre y cuando acepten que debe ser el líder. Pero la brutal represión en el hospital Borda, al menos por unas horas, convirtió en indeseable al intendente porteño. El radicalismo que se divide entre sectores progresistas y los que quieren aliarse a Macri, también quedó descolocado.

 

Lo que une a todos es apostar al desgaste del Gobierno a través de la economía. El kirchnerismo, confiado en su poderío, observa, pero por ahora, no da señales de modificar el rumbo.  

 

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