Frenesí escénico

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

El frenesí que impone el kirchnerismo a todos los debates y la escenificación del escándalo que le sale tan bien a la oposición, crearon un cóctel con un sabor amargo. La reforma judicial quedó en un segundo plano, oscurecida por chicanas, agresiones y denuncias. La sociedad miró de lejos cómo se aprobaban reformas fundamentales en uno de los tres poderes del Estado.

 

 

Nadie puede poner en tela de juicio que la Justicia lejos está de ser justa, pero una reforma de apuro, casi sin análisis y con escaso conocimiento ciudadano, no está a la altura de los cambios que se necesitan.

 

 

Hay modificaciones trascendentales, y por ello, se necesita más análisis, como la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura por medio del voto directo. Hasta ahora no queda claro -y no lo saben siquiera quienes votaron la ley- cómo se integrará el cuerpo que debe decidir quienes ingresan y quienes deben ser sancionados en la Justicia.

 

 

Pero no menos cierto es que el Consejo de la Magistratura actual no está cumpliendo su rol y es un ente paralizado por los entramados políticos. La conformación a través del voto popular no es inconstitucional, como plantea la oposición, como no es necesariamente una justicia “democratizada”, la que se integre por decisión de la mayoría. Es, sí, un límite a las corporaciones de jueces y abogados. Pero negarse al cambio per se, sin argumentos, es, en el fondo, temer la voz popular.

 

 

Los otros puntos, como el límite a las cautelares, la creación de cámaras de Casación, el ingreso por concursos y la publicidad de los actos, son necesarios, pero no envueltos en el escándalo. Es un primer paso, dice el oficialismo. No es el mejor. Una reforma tan trascendente no merecía haberse hecho a los empujones a pocos meses de las elecciones.

 

 

Del otro lado, los burdos intentos opositores por frenar el tratamiento de la ley no hicieron más que desnudar una pobre estrategia que se sostiene solo por el blindaje mediático. La «carpa blanca» que montaron emulando a aquella de la histórica lucha docente, tuvo que ser cuidada por una adolescente, ya que los «militantes» y diputados que posaron para la foto, desaparecieron una vez que se apagaron las cámaras. La jovencita pasó la noche sola en la plaza, alimentada por colectiveros y, como una burla, el primer diputado que llegó cerca de las 9 del otro día, la mandó a sacar fotocopias. Papelón. 

 

 

Más grave aún, la oposición no se anima a debatir. Ni durante la ficticia mayoría de 2009 impulsó un debate relevante. Jamás se jugaron a ir por más que el kirchnerismo, que, ante cada traspié, no hizo más que redoblar la apuesta para profundizar el modelo. La fortaleza del kirchnerismo es la debilidad de la oposición.

 

 

Ese no debate no beneficia ni en votos ni en construcción a quienes sueñan con destronar al kirchnerismo, pero tampoco beneficia al país al que alguna vez esperan conducir. Huelga recordar que el rol asignado por los votos es estar en el Congreso y legislar. Si no lo hacen, no cumplen su función, que no es la de denunciar ni pasear en canales de televisión.

 

 

El fin de la política es la construcción para el bien común. Una construcción que sabe hacer el kirchnerismo, aunque a veces los cimientos no estén del todo sólidos. Pero le da resultados.

 

 

Los antik no parecen dispuestos a ponerse el overol y prefieren obstruir. O esperar que todo se caiga. El senador radical Ricardo Sanz, conocido por sus frases rayanas en la discriminación, reveló en voz alta el pensamiento que recorre todo el espectro opositor. «La economía está mal y ojala siga así hasta las elecciones», pidió. No fue un lapsus. Volvió a insistir unos minutos después. Si la economía está mal, quienes la sufren son los que menos tienen, pero eso poco importa en el universo opositor. Lo importante es sumar contra el Gobierno.

 

 

Otro ejemplo lo dio Hugo Moyano, que armó su propio partido político y le dijo a Patricia Bullrich: «Nos tenemos que unir«. La multipartidaria es tristemente recordada por haber sido la ministra de Trabajo de la Alianza que aplicó un brutal recorte salarial a los estatales y jubilados. El célebre 13 por ciento. No parece la mejor alianza para un representante de los trabajadores, pero… todo suma, por lo menos para el cartel.

 

 

Una encuesta realizada en todo el país por el consultor Gustavo Córdoba, revela que hay descontento con la gestión K, pero al mismo tiempo, si las elecciones presidenciales fueran hoy, la presidenta Cristina Fernández volvería, por lejos, a ser la más votada. Ningún candidato opositor alcanza el quince por ciento de la intención de voto. El 50 por ciento cree que no están preparados para gobernar y el 70 que hacen poco por el país. Solo el 25 por ciento de los 1.200, incluso en Misiones, votaría a un candidato opositor.

 

 

El Gobierno por ahora no muestra sus cartas para las elecciones. La gestión absorbe más de la cuenta y hay problemas que no se resuelven. La mirada condescendiente con la inflación genera descontento y papelones como el del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, restan. «Me quiero ir«, dijo, incómodo, cuando una periodista griega le preguntó por la inflación. La entrevista, grabada a fines del año pasado por la televisión griega que vino a la Argentina para reflejar cómo el país salió de una crisis similar a la helénica, de repente se convirtió en la burla de las redes sociales.

 

 

De todos modos, el modelo argentino es ejemplo de recuperación con recetas que desconciertan a la ortodoxia y enfurecen al conservadurismo. Es innegable que en la última década -ayer se cumplieron diez años de la elección de Néstor Kirchner, con el tímido 22 por ciento- los indicadores sociales y económicos mejoraron sensiblemente, bajó la pobreza -con datos oficiales o sin ellos- y hay mayor inclusión, al mismo tiempo que el país se desendeudó y cambió sumisión por rumbo propio. El modelo se puede contrastar con la vieja Europa, que desde siempre marcó el destino latinoamericano. España tiene  6.205.000 desocupados, 190.000 hogares con todos sus miembros sin empleo y 57 por ciento de jóvenes sin trabajo. Un rotundo éxito del neoliberalismo, que sigue dictando, ahora desde la poderosa Alemania, los lineamientos financieros que se deben seguir: proteger al sector financiero y esperar a que en algún momento, haya un efecto derrame. Promesa incumplida de Domingo Cavallo en el mejor momento del menemismo, antes que el país se sumiera en la peor crisis de la historia.

 

 

En estos años, Latinoamérica se animó a tomar las riendas de su propio destino. La coincidencia de una política que busca primero contener a la población es la columna vertebral de casi todos los países del cono sur, desde Venezuela hasta la Argentina. El MERCOSUR volverá a estar completo con la elección del colorado Horacio Cartes, que en pleno festejo por el triunfo, planteó volver. Paraguay está suspendido desde el golpe parlamentario contra Fernando Lugo, pero la Presidenta y su par brasileña, Dilma Rousseff, ya le dieron la bienvenida.

 

 

En su momento, no trascendió, pero fue clave la gestión del gobernador Maurice Closs para que la sanción contra Paraguay no sea extrema. En el encuentro de presidentes de la Unasur, que se hizo el año pasado en Mendoza, el gobernador misionero presidió el cónclave previo de gobernadores, donde se iba a firmar un documento de exclusión para el vecino país. Fue Closs el que se opuso y advirtió que «no voy a dejar de ayudar a intendentes y gobernadores» fronterizos con Misiones. Finalmente, el documento eliminó las partes más duras y no hubo sanción económica, sino un gesto político. El vínculo fronterizo entre Misiones y Paraguay se mantuvo intacto y en el medio, Closs forjó una amistad con quien hoy es el Presidente paraguayo. El domingo, en medio de los festejos en Asunción, fue quien conectó telefónicamente a Cristina con Cartes, para abrirle la puerta de ingreso al bloque común. La mandataria argentina fue la primera en felicitar a su flamante par paraguayo. Después, Closs participó de la cumbre con Dilma, donde ambas presidentas formalizaron la invitación al Paraguay, que, de todos modos, tiene varios problemas internos por resolver antes de reintegrarse al MERCOSUR.

 

 

Las gestiones de Closs colocaron a Misiones en una inmejorable posición geopolítica. Cartes quiere copiar el modelo misionero en la gestión de salud y las relaciones con la provincia se fortalecerán con acciones, como la construcción del puente entre Eldorado y Mayor Otaño, un posible nuevo vínculo entre Posadas y Encarnación y, a futuro, la intención conjunta de hacer la represa de Corpus. Probablemente a Yacyretá vaya un director encarnaceno, lo que redundará en más beneficios regionales, con la contraparte del misionero Oscar Thomas en el lado argentino.

 

 

En la cumbre con Dilma, Misiones también ratificó temas de agenda, como los puentes sobre el río Uruguay -Closs ya dijo que pedirá que se hagan dos y no uno- y la conectividad a través de la nueva ruta en San Pedro, además de los controles migratorios en el puente Andresito-Capanema, un viejo reclamo del intendente Bruno Beck, quien formó parte de la comitiva argentina.

 

 

El Frente Renovador tampoco muestra sus cartas electorales, aunque muchos dirigentes se prueban trajes de candidatos.

 

 

Pero en el escenario provincial, la gestión cotidiana se convierte en la mejor campaña: apenas este año ya se inauguraron cuarenta escuelas hasta en los rincones más alejados de la provincia. Del otro lado, para tranquilidad del oficialismo, la oposición no logra armarse. El peronismo no tiene candidatos y su conducción está envuelta en una telaraña de acusaciones y denuncias. El radicalismo, tiene su lista, pero todavía espera que se resuelva en la Justicia el escandaloso fraude denunciado en las internas. Los partidos más chicos, miran de reojo como se acerca una oportunidad única de desplazar a dos partidos que antes se repartían el poder. De todos modos, la Renovación aspira a sumar más bancas que las doce que pone en juego.

 

@JuanCArguello

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