Volonté le puso la voz a una noche mágica en la Cruz de Santa Ana

Darío Volonté, el tenor argentino con fama mundial, fue la figura estelar del espectáculo del Jueves Santo que se hizo en el parque temático de Santa Ana. Junto a la franco-yugoslava Vera Cirkovic se lucieron en interpretaciones de clásicos, música popular y hasta un tango. Miles de personas disfrutaron del show con una organización elogiable.

Scala Di Milano, Bastille Paris, Berlin Staatsoper, Opera Di Roma, Comunale Firenze, Opernhaus Zurich, San Carlo Di Napoli, Verdi Trieste, Carlo Felice Genova, Regio Di Torino, Massimo Palermo, Teatro Colón, Buenos Aires y muchos escenarios más. A los que se agrega desde anoche el teatro natural en el Parque Temático de la Cruz de Santa Ana. Darío Volonté emocionó a todos con la potencia de su voz y la calidez para brindarse a un público que de a poco va acostumbrándose a espectáculos de primerísimo nivel.

 

 

Fue el plato fuerte de un Jueves Santo en un lugar ideal para renovar la fe en contacto con la naturaleza y de paso, disfrutar de un show inusual.

 

 

El tenor argentino que actuó en los principales escenarios del mundo, se lució acompañado por músicos misioneros y principales intérpretes del teatro Colón en una noche espléndida al pie de la Cruz de Santa Ana. Hasta la luna se asomó entera para disfrutar de la conjunción de notas y voces afinadas que deleitaron a cerca de tres mil personas que usaron cada centímetro del parque en la ladera de la emblemática cruz.

 

 

No estuvo solo Volonté. Su voz tuvo una compañera indispensable en la mezzo soprano franco-yugoslava Vera Cirkovic que compitió con el argentino para ganarse el aplauso de pie de los espectadores.

 

Junto a ellos estuvieron jóvenes de los Grillitos y Grillos Sinfónicos, el coro de la Universidad Nacional de Misiones, figuras del teatro Colón como el solista de flauta Claudio Barile y los directores Norberto García, Emilio Rochol y la multipremiada Andrea Merenzon, coordinadora de otro gran espectáculo que se repetirá este año: el Iguazú en Concierto, con adolescentes de todo el mundo unidos por la música.

 

 

La dama deslumbró con Seguidilla, de la Ópera Carmen, Habanera, El Vito y La Vie en Rose.

 

El cantante, que sobrevivió al hundimiento del crucero General Belgrano en plena guerra de Malvinas, emocionó con la Canción a la Bandera, Cordiferro, No Ti acordar de Me, la zarzuela No Puede Ser, Nessum Doma de la ópera Turandót. Después, juntos interpretaron O Sole Mio. El día que me quieras, tango del inolvidable Carlos Gardel, en la voz de Volonté acercó el final, que llegó con O Sole Mío, junto, nuevamente, a Cirkovic.

 

Dos horas de música y voces a pleno, fueron retribuidas con un interminable aplauso con todos de pie. Cientos de familias, jóvenes, parejas, turistas de aquí y de otros países y amantes de la música, pudieron vivir una noche especial. De esas que no suelen repetirse. El propio Volonté reconoció la calidez del público y destacó que la música “clásica” no siempre fue una música “seria”, sino que empezó a difundirse en las plazas y en las casas para recién después pasar a las cortes. Mozart y otros como él eran músicos populares, relató. El tenor también se mostró entusiasmado con el nivel alcanzado por los jóvenes talentos locales, que lo acompañaron sin fisuras durante toda la velada.

 

“Fue una gran noche y se superaron las expectativas”, dijo Sergio Dobrusin, subsecretario de Gestión Estratégica, uno de los organizadores, junto al ministro de Educación, Luis Jacobo. La anfitriona, Mabel Pezoa, intendenta de Santa Ana, destacó que el espectáculo sirve para posicionar a la ciudad como punto de referencia del turismo religioso y reveló que ya inició gestiones para que el Papa Francisco se interese por la Cruz del cerro que le da el nombre a la ciudad y eventualmente, pueda llegar a conocerla. El parque temático ya tiene la bendición del ex Papa Benedicto XVI, pero tener ahora al jefe de la Iglesia Católica de los colores celeste y blanco, puede ser un gran impulso para símbolos religiosos como el monumento que puede apreciarse a varios kilómetros a la redonda y que se convirtió en lugar obligado para miles de fieles católicos.

 

Un detalle destacable fue la eficiente organización lograda para que todos pudieran disfrutar plenamente del espectáculo en un lugar de difícil acceso. La logística diagramada por el ministerio de Educación y la subsecretaría de Gestión Estratégica funcionó a la perfección. El público llegó hasta el estacionamiento en la base del cerro, donde esperaban combis o colectivos que partían raudas hasta la cima, sin apenas demorar unos minutos. El regreso ya cerrada la noche se produjo de la misma manera, sin pérdida de tiempo. 

 

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